En un día conmovedor para la Argentina y el mundo, elDiarioAR publica un blog sobre la vida, la muerte y las despedidas a Diego Maradona.
El Diez y la imagen hipnótica
La cámara los toma desde arriba: entran en grupos, con camisetas de todos los colores, con banderas, de la mano, con flores, sueltos, mirando para abajo, sin ocultar las lágrimas. Desde muy temprano, las redes oficiales de la Casa Rosada (en este momento, solamente en YouTube, son más de cinco mil las conexiones y otras 1200 en la cuenta de Twitter gubernamental) muestran a la multitud que se acerca al palacio de Gobierno sin sonido, hasta que se cuela un grito desgarrado o un “maradoooo” cantado como arenga, una invitación a pensar que eso que pasa ante sus ojos no es real, que se trata de algún tipo de trampa, que pronto llega un domingo más, que vendrán más jugadas, que todo se coronará con un abrazo de gol. El interés no baja, la intensidad y las ganas de mirar a esa peregrinación de tristeza y gratitud no se detienen.
A lo largo de su vida, Diego Maradona regaló imágenes hipnóticas, que por estas horas de duelo nacional se reproducen y acompañan a más de uno en su despedida. Un hombre que desde sus inicios fue retratado, fotografiado, grabado, documentado las 24 horas del día, invadido en su intimidad por cámaras y drones. Él y los suyos: es un Cebollita en medio de un páramo abrazado a una pelota, es un poco más grande y consuela a un compañero que llora; es el hermano del que hablan Lalo y Hugo, cuando Diego empieza a destacarse en el mundo y ellos siguen su carrera con orgullo en Fiorito: “Le pedimos botines o lo que él nos quiera traer, para nosotros es todo lindo”.
Adentro de la cancha, antes de los partidos (el precalentamiento más célebre del fútbol musicalizado con Live is Life; sus labios repletos de indignación e insultos ante los silbidos en un estadio italiano mientras suena el himno argentino) y por supuesto durante (la viralización reciente de las tomas del japonés Masahide Tomikoshi demuestran la fotogenia descomunal de Maradona; su grito catártico en el que parece que se va a comer una cámara mientras celebra su gol frente a Grecia en el mundial de 1994) y después.
Hubo un Maradona televisado, lejos de los estadios, invitado a los programas más importantes, que siempre regalaba un título o una anécdota que todos se quedaban escuchando como encantados.
Quizá la cúspide de ese Diego sea él entrevistado por él mismo en La noche del 10, su propio programa de 13 episodios que se emitió en la televisión argentina en 2005. Se pregunta y se responde, se ríe, se chicanea y se emociona con sus propias palabras. O él, que vivió en una suerte de reality show permanente, metiéndose a la casa de Gran Hermano en 2001.
El director Asif Kapadia, uno de los mejores biógrafos de grandes figuras como Amy Winehouse o Ayrton Senna, entendió como nadie el poder de ese magnetismo y se dedicó a sintetizar, a partir de 500 horas de material original que consiguió, una biografía con el eje puesto en el capítulo napolitano del futbolista para su documental Diego Maradona de 2019. Si alguien quiere entender su poder de atracción popular, a lo largo de más de dos horas el documentalista lo captura sin apelar a subrayados ni explicaciones redundantes: lo muestra en acción, corriendo, bailando, escapándose.
La despedida a Diego Maradona sigue y la avidez por acompañarlo hasta el final también: ahora mismo hay casi 6 mil conexiones en el YouTube oficial de Casa Rosada y todos los canales argentinos muestran en vivo lo que pasa en la emblemática Plaza de Mayo, el centro de los grandes acontecimientos nacionales. Y también adentro: un adiós televisado con el foco puesto en el desfile imparable de quienes se acercan hasta donde está su féretro mientras las ofrendas se acumulan a su alrededor sin orden y sin pausa.
La cámara los toma desde arriba: entran en grupos, con camisetas de todos los colores, con banderas, de la mano, con flores, sueltos, mirando para abajo, sin ocultar las lágrimas. Desde muy temprano, las redes oficiales de la Casa Rosada (en este momento, solamente en YouTube, son más de cinco mil las conexiones y otras 1200 en la cuenta de Twitter gubernamental) muestran a la multitud que se acerca al palacio de Gobierno sin sonido, hasta que se cuela un grito desgarrado o un “maradoooo” cantado como arenga, una invitación a pensar que eso que pasa ante sus ojos no es real, que se trata de algún tipo de trampa, que pronto llega un domingo más, que vendrán más jugadas, que todo se coronará con un abrazo de gol. El interés no baja, la intensidad y las ganas de mirar a esa peregrinación de tristeza y gratitud no se detienen.