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La despedida de Diego: desbordes y tensión en Casa Rosada

Pablo Ibañez

Buenos Aires —
26 de noviembre de 2020 22:23 h

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Fueron 30 minutos. O algo más. Pero se amontonaron todos los fantasmas.

Apenas habían pasado las 3 de la tarde cuando empezó, primero como un goteo y luego en pequeñas avalanchas, a entrar gente a Casa Rosada.

El tumulto fue, sobre todo, en el Patio de las Palmeras donde, en un momento, hubo más de cien personas gritando y cantando.

A 20 metros de ahí, donde estaba el féretro de Diego Armando Maradona, se había multiplicado la gente sobre la valla.

En un momento, apareció Alberto Fernandez y se acercó a secretear con Claudia Villafañe. Minutos antes había salido a la explanada de la Casa Rosada con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y la ministra de Seguridad, Sabrina Frederic. Los incidentes sobre la avenida 9 de Julio habían comenzado y la gente se amontonaba sobre las rejas.

En la charla, según reconstruyó elDiarioAr, el.Presidente le contó a Villafañe de los desmanes afuera de Casa Rosada y le pidió que autorice que se extienda el plazo para la despedida.

Villafañe, que ofició de interlocutora de la familia con el gobierno, accedió a desgano. Y se anunció que el cierre del velatorio se pasaba de las 16 a las 19.

Luego empezó el ruido y el desorden.

Una postal que, desprolijo, pudo remitir a las patas en la fuente del peronismo de 1945 pero que tuvo, en verdad, otra configuración: usaban el agua de la fuente para remojarse los ojos enrojecidos por los gases lacrimógenos que lanzó, en la Plaza, la policía.

Fueron minutos de tensión y, de urgencia, se trasladó el féretro del Hall al Salón de los Pueblos Originarios.

En planta baja, en el despacho del ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro, estaba Cristina Fernández de Kirchner junto a Axel Kicillof, el gobernador bonaerense.

Antes de las 16, el patio de las Palmeras se despejó. Sin incidentes salvo uno: en el tumulto de la salida, el busto del ex presidente Hipólito Yrigoyen se desplomó.

A las 16.20 no quedaba ni ruido. La familia dio marcha atrás y decidió terminar el velatorio. Sola, en un rincón, una mujer de 70 años, llamada Teresa, esperaba sentada en una silla de oficina.

En las corridas sobre la plaza, una botella le golpeó la cabeza y le.produjo una herida.

- ¿Por qué vino s despedir a Diego? -, le preguntó elDiarioAr.

- Para que se amiguen el presidente y la vice. Y para tocar un poquito a Diego.

Lo segundo no lo logró.

Fueron 30 minutos. O algo más. Pero se amontonaron todos los fantasmas.

Apenas habían pasado las 3 de la tarde cuando empezó, primero como un goteo y luego en pequeñas avalanchas, a entrar gente a Casa Rosada.