Un espacio en el que está implicada toda la redacción de eldiario.es para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados, coordinado por Ana Requena. Puedes escribirnos a micromachismos@eldiario.es para contarnos tus experiencias de machismo cotidiano.
Micromachismos: cuando lo micro no es poco importante
Varias personas nos han escrito a través del correo electrónico o de nuestra cuenta de Twitter para decirnos que algunas de las situaciones que denunciamos tanto en nuestro post de presentación como en el de una lectora que contaba su experiencia de acoso no son micromachismos, sino agresiones sexuales puras y duras. Algunas personas se preguntaban, incluso, si darles ese término no era una forma de restarles importancia. Por ejemplo:
Los micromachismos no son micro por pequeños o poco importantes, sino por cotidianos, por normalizados y naturalizados, por muchas veces justificados y legitimados. Las agresiones sexuales que sufrimos las mujeres son de muchos tipos y diría que muchas de ellas son micromachismos.
Isabel contaba cómo dos chicos la abordaron cuando volvía a casa de noche después de una fiesta. ¿Cuál fue la reacción de la gente que en ese momento estaba en la calle?
Callar, mirar para otro lado. De hecho, la indignación de Isabel era contra los agresores, pero también contra las personas que en lugar de reprender a los chicos se limitaron a contemplar la escena y mirar hacia otro lado. Eso demuestra lo normalizado que este tipo de agresiones están en nuestra sociedad: son agresiones, sí, pero cuya gravedad pasará desapercibida para la mayoría de la gente o que incluso serán reídas y jaleadas por otros hombres.
En pocos días nos han llegado decenas de tuits y emails que cuentan experiencias muy parecidas a la de Isabel. Si una revisa su propia experiencia y la de las que la rodean, es escalofriante pensar que todas las mujeres hemos sufrido este tipo de agresiones a lo largo de nuestra vida. Y no pasa nada.
¿Cuántas veces os han dicho que estáis exagerando o que el chico o chicos en cuestión no tendrían mala intención y seguramente solo querrían piropearos?, ¿cuántas os han acusado de no tener sentido del humor o de no saber encajar una broma?, ¿cuántas veces os habéis callado una experiencia parecida a la de Isabel por pudor, vergüenza, o incluso temor?, ¿cuántas veces ha asomado a vuestra cabeza la sensación de culpabilidad, un “quizás no debería haber llevado la falda tan corta” o “quizás tonteé demasiado con él y le di esperanzas”?
Así que sí, por supuesto que son agresiones y acoso, pero también pueden ser considerados micromachismos por lo cotidiano, por el “no habrá sido para tanto”, por el miedo a que no nos crean, por la vergüenza que sentimos de contarlo, por el malestar denso y pegajoso con el que nos acostamos esa noche.
Porque tememos que nuestros amigos o nuestras parejas piensen que quizá esa camiseta con transparencias no es la mejor para salir sola por la noche. Porque no confiamos en que la gente de alrededor vaya a señalar a esos agresores, a no 'reírles la gracia'.
Porque nos rodea una sociedad que nos acusa de no denunciar, pero que luego nos culpabiliza por nuestros comportamientos o nuestra forma de vestir, nos llama histéricas y no pone los medios para empatizar con nosotras y perseguir a nuestros agresores, a los que tantas veces se considera simplemente “unos graciosetes” o unos chicos un poco maleducados.
Porque este es el estado 'normal' de las cosas.
Varias personas nos han escrito a través del correo electrónico o de nuestra cuenta de Twitter para decirnos que algunas de las situaciones que denunciamos tanto en nuestro post de presentación como en el de una lectora que contaba su experiencia de acoso no son micromachismos, sino agresiones sexuales puras y duras. Algunas personas se preguntaban, incluso, si darles ese término no era una forma de restarles importancia. Por ejemplo: