En las montañas del Rif en el norte de Marruecos –ese lugar tan remarcable dentro de la historia española contemporánea–, una plataforma liderada y gestionada por jóvenes españoles y rifeños está llevando a cabo una de las primeras campañas de ayuda humanitaria a base de plantas en el mundo.
Aunque esto pueda representar un oxímoron para aquellos que tachan al movimiento vegano como elitista, paternalista y occidental, lo cierto es que esta iniciativa se enmarca dentro del objetivo fundacional de la plataforma joven Rif Tribes Foundation, el cual es proteger y preservar el patrimonio cultural de las tribus del Rif. Pero ¿de qué manera podría la re-introducción de las dietas basadas en plantas ayudar a las poblaciones indígenas del Norte de África?
El consumo diario de carne, un legado colonial
Si bien el movimiento en forma de activismo y litigio estratégico puede remontarse a la famosa reunión de 1944 en la que seis individuos blancos acuñaron el término ‘vegano’ y sentaron las bases de su versión moderna, los orígenes de la práctica en sí van mucho más atrás, y se sitúan en uno de los continentes donde más difícil se ve plantear una transición de modelo alimentario a día de hoy: África.
De hecho, las prácticas dietéticas originales de la cultura general africana y norteafricana, que se remontan siglos atrás, se basan en realidad en las verduras y los cereales. La carne y otros productos de origen animal se veían como una mercancía y como algo que no se consumía a menos que fuera para celebraciones extremadamente importantes, como un matrimonio o un funeral, manifiesta a ProVeg International Nicola Kagoro, del movimiento African Vegan on a Budget. No es hasta las primeras etapas de la colonización que empezamos a ver los primeros rastros de lo que se convertirá en uno de los legados coloniales más arraigados: el consumo diario de carne.
Esta tradición no se ha legado a través de la mera asimilación de los hábitos europeos, sino mayoritariamente a través de los efectos de los desastres producidos por la colonización.
Inseguridad alimentaria en el Rif
El Rif, que ocupa la parte nororiental de Marruecos, es un paisaje mediterráneo por excelencia. En consecuencia, sus pueblos han estado acostumbrados, por su exposición a las condiciones ambientales específicas, a lo que en la actualidad se ha acuñado como 'dieta mediterránea', definida a su vez por una ingesta abundante de alimentos vegetales y un bajo consumo de productos animales (Willett W.C., Sacks F. et al.). De hecho, muchos de sus platos tradicionales ancestrales ya son completamente vegetarianos o tienen un versión vegetariana de por sí, como los tradicionales Tamrekt, Djubyeth, Tagine, Shlada, Tahrart o muchos desayunos como Msemen o la Harsha.
Sin embargo, lo que comemos no siempre es una elección, sino, en este contexto, fruto de aquello que está disponible y económicamente asequible.
El Rif es probablemente la zona más desfavorecida de Marruecos, considerada por la analista Susanne Kaiser un lugar asolado por el abandono institucional y el aislamiento. La mayoría de la población vive en entornos rurales, donde, según una encuesta realizada por la Rif Tribes Foundation, la mayoría de los productos animales que se consumen provienen de los mercados locales, lo que indica que la mayor parte de este consumo se basa en lo que está disponible en quizás el único mercado de su pequeña aldea en la montaña.
No obstante, esto no significa que las poblaciones rifeñas no intenten ser fieles a sus dietas tradicionales. La mitad de los encuestados afirmó comer carne una vez a la semana, mientras que el 40% dijo hacerlo de dos a tres veces por semana. Mientras tanto, y pese a no disponer de una terminología exacta para referirse a una dieta vegetariana, el 49,1% afirmó comer entre cuatro y seis comidas completas a base de plantas a la semana, mientras que el 28,1% afirmó hacerlo más de seis veces.
Preguntados por las razones que explicaban su inseguridad alimentaria, los altos precios y la díficil accesibilidad eran respuestas frecuentes. Siendo una plataforma dedicada al soporte hacia las tribus del Rif y hacia su rico patrimonio, la Rif Tribes Foundation decidió entonces plantear su enfoque a la ayuda humanitaria desde una perspectiva local, sostenible y a largo plazo.
Una misión de ayuda humanitaria liderada por jóvenes
En 2022, Rif Tribes Foundation lanzó la primera de sus distribuciones dentro de su campaña de ayuda humanitaria. En el plazo de un mes, fue capaz de entregar más de 100 cajas con ingredientes vegetales a unas 100 familias vulnerables repartidas por los pueblos más asolados e inaccesibles de las montañas del Rif.
La campaña, que tiene como objetivo prolongarse durante los próximos doce meses, ha decidido tomar este acercamiento a la ayuda humanitaria no solo porque los alimentos vegetales son un elemento imprescindible de la cultura rifeña, sino sobre todo porque pretende que su ayuda no sea más que un paso transitorio en un proceso local de construcción de autoabastecimiento y soberanía alimentaria en la que la situación geográfica no condene a las poblaciones a la miseria.
Iniciativas como esta muestran que es posible realizar acciones transversales que beneficien a las personas a la vez que a los animales y al planeta. Muestran también que, muchas veces, las poblaciones del 'Sur global' tienen mucho que enseñarnos a nivel alimentario y en muchos otros aspectos, que normalmente se olvidan. Y finalmente, muestran cómo los jóvenes somos capaces de movilizarnos, desde ambas partes del Estrecho, para llevar a cabo proyectos con impacto.