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Avecinas de Alcalá

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Estamos habituados a ver pájaros en la ciudad donde vivimos, observar lo que hacen a veces nos resulta anecdótico, otras es una vía de escape de la rutina en la que estamos inmiscuidos. Sin embargo, su presencia cada vez está más cargada de significados. La convivencia entre la biodiversidad y el desarrollo humano es un compromiso de futuro, y ante el contexto actual de expansión urbana y crisis climática, entender las ciudades como lugares de convivencia entre especies pasa a ser un compromiso necesario, con numerosos significados medioambientales, pero también afecciones ilusionantes.  

La ecología urbana es el campo que se encarga de explorar este deseo, asocia la presencia de áreas verdes en la ciudad con una mayor biodiversidad y calidad ambiental. Sin embargo, estos estudios suelen excluir el posible papel que el patrimonio construido puede tener en la presencia de biodiversidad. El centro histórico de Alcalá de Henares es un caso que ejemplifica el rol que pueden desempeñar las construcciones. Siendo Patrimonio cultural de la humanidad desde 1998, tiene un relevante valor en la acogida aves. La más conocida es la cigüeña blanca, pero hay otras especies que aprovechan los huecos, cavidades y formas del espacio público para adaptarse. Alcalá es una prueba de que la ecología urbana no es algo que excluya a lo construido, sino que necesita abordarse de forma transversal. Así es como nació el proyecto de investigación ARQUIFAUR (Arquitectura y fauna urbana): ver bajo el mismo prisma, de la mano de la arquitectura, la ecología y la ayuda ciudadana, cuál es y cómo fomentar la biodiversidad el centro histórico de la ciudad.  

Para todo aquel que no lo conozca, si se hace una pequeña búsqueda en internet del concepto Servicio Ecosistémico, se refiere a todos los servicios que la naturaleza ofrece al bienestar humano. Es un concepto que se suele utilizar en defensa de la biodiversidad en las ciudades. Sin embargo, posiciona a las personas en el centro de las atenciones, los animales y las plantas parecen que están ahí para servirnos, complacernos. Una posición un tanto conflictiva pero que curiosamente despierta la pregunta de la viabilidad de lo opuesto. ¿Y si son ellos el centro de atención? ¿Qué servicios ofrece la ciudad a los animales? ¿Qué tipo de acogidas, actividades, posibilidades, brinda la ciudad a la biodiversidad?

Centrada en estas preguntas y para abrirlo a la ciudadanía, el proyecto de investigación desarrolló la web Avecinas de Alcalá que aquí se presenta. Dar muestra de las posibilidades que ofrece la ciudad a las aves. Centrada en tres parches o áreas de trabajo, y a través de una cartografía tridimensional e interactiva, se muestran dónde duermen, posan, se alimentan, nidifican, se refugian, obtienen material para la construcción de nidos, llevan a cabo su higiene, donde suelen beber o interaccionar entre ellas. Un mundo complejo de rutinas diarias, un ecosistema urbano cargado de historias invisibles ajenas a los humanos, urracas que siguen a gatos, un misterioso zorzal en medio de la ciudad, una grajilla que consigue hacerse un nido en un mechinal.

El centro histórico de Alcalá es un legado, un patrimonio mundial vivo que ha sido capaz integrar y cuidar las necesidades del día a día de sus ciudadanos. Y recalco lo de vivo porque su valor no solo está en unas formas pasadas que son capaces de asumir las necesidades presentes, sino en el cómo, sin perder la identidad o su sentido, lo existente y la vida llegan a un acuerdo que permite no diferenciar una cosa de la otra. El patrimonio es ciudad, cuando es capaz de acoger a su población. El interrogante que despierta esta sencilla afirmación es, ¿Y si su población no solo son las personas, sino, como se ha visto, también las aves? ¿Qué hace o puede hacer la ciudad para mejorar su acogida?

Bajo este marco y en la misma web, se muestran las posibilidades de la ciudad que encierra el patrimonio histórico de Alcalá. Explora cómo ser más hospitalario sin inventar nada, solo aprovechando, dinamizando, trabajando con atención cada uno de los rincones y de las singularidades espaciales que ya existen. Por ejemplo, enriqueciendo las narrativas espaciales existentes, aprovechando los pasos secretos de la trama urbana, acudiendo a reminiscencias singulares, haciendo que las alfombras verdes sean fértiles. Desde el cuidado extremo y el respeto, el proyecto de investigación explora cómo la ciudad es, entre otras muchas cosas, un agente que posibilita la convivencia entre especies.

El proyecto cierra este desafío ante un interrogante que se comparte en abierto. ¿Cuál es la imagen colectiva que deseamos de la ciudad? Durante siglos, múltiples especies han estado conviviendo con nosotros sobre tejados, cubiertas, fachadas, árboles… Sin embargo, nuestra reciente atención hacia los monumentos arquitectónicos y la eficiencia energética olvida en ocasiones la superposición de otras vidas más allá de la humana. La actual imagen de la ciudad se ha definido en un estado congelado, atemporal, como si lo aséptico y lo pulcro fuera lo ideal. La convivencia a la que se invita desde el proyecto desafía esta situación. A través de comparaciones entre imágenes creadas que representan escenas genéricas pero habituales, se expone la pregunta: ¿Somos capaces de asumir una imagen urbana colectiva capaz de acoger diferentes especies? Trabajar con un legado, no solo de formas y volúmenes, sino también de vida y biodiversidad.

Estamos habituados a ver pájaros en la ciudad donde vivimos, observar lo que hacen a veces nos resulta anecdótico, otras es una vía de escape de la rutina en la que estamos inmiscuidos. Sin embargo, su presencia cada vez está más cargada de significados. La convivencia entre la biodiversidad y el desarrollo humano es un compromiso de futuro, y ante el contexto actual de expansión urbana y crisis climática, entender las ciudades como lugares de convivencia entre especies pasa a ser un compromiso necesario, con numerosos significados medioambientales, pero también afecciones ilusionantes.  

La ecología urbana es el campo que se encarga de explorar este deseo, asocia la presencia de áreas verdes en la ciudad con una mayor biodiversidad y calidad ambiental. Sin embargo, estos estudios suelen excluir el posible papel que el patrimonio construido puede tener en la presencia de biodiversidad. El centro histórico de Alcalá de Henares es un caso que ejemplifica el rol que pueden desempeñar las construcciones. Siendo Patrimonio cultural de la humanidad desde 1998, tiene un relevante valor en la acogida aves. La más conocida es la cigüeña blanca, pero hay otras especies que aprovechan los huecos, cavidades y formas del espacio público para adaptarse. Alcalá es una prueba de que la ecología urbana no es algo que excluya a lo construido, sino que necesita abordarse de forma transversal. Así es como nació el proyecto de investigación ARQUIFAUR (Arquitectura y fauna urbana): ver bajo el mismo prisma, de la mano de la arquitectura, la ecología y la ayuda ciudadana, cuál es y cómo fomentar la biodiversidad el centro histórico de la ciudad.