Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
El rey pide a los políticos “serenidad” para rebajar “el ruido de fondo"
'Sor Collina', la monja que ejercía de enlace entre los presos y la mafia calabresa
OPINIÓN | 'El rey se hace un selfie en el barro', por Isaac Rosa

El 'caso Sota', la perra a la que mataron por ser buena

Se llamaba Minnesota, pero Tauri, su compañero humano, la llamaba Sota. Llevaban juntos algo más de un año, desde que él llegó a Barcelona tras haber estado viajando por otras ciudades del mundo. Ella había sido abandonada y Tauri, un nómada que se gana la vida vendiendo accesorios que él mismo elabora, le ofreció una segunda oportunidad.

Sota estaba acostumbrada a vivir en la calle, al ajetreo de la gran ciudad y al contacto con humanos. Hay vídeos que muestran cómo se deja acariciar sin inmutarse por una niña pequeña, casi un bebé, algo que solo los perros muy pacientes toleran. La hemos visto en las imágenes de Facebook viajando en metro con su compañero, sentada pacientemente junto a la manta con las pulseras y collares que vendían y tumbada boca arriba en una postura que, cualquiera que haya visto más de un perro en su vida, puede reconocer como una actitud de sumisión y juego. Sota era una perra socializada, joven, cariñosa y juguetona. Una buena perra.

La muerte de Sota

Los hechos ocurrieron el pasado 18 de diciembre en plena Gran Vía barcelonesa. No han aparecido, por ahora, vídeos que documenten la primera parte del incidente y solo los presentes saben la verdad. Según las últimas declaraciones de la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, una investigación independiente está en marcha. Sea como sea, resulta muy inquietante que la versión de los testigos y del propio Tauri, el compañero de Sota, sean totalmente contradictoria con la versión oficial, ofrecida el mismo día por la Guardia Urbana en un hilo de Twitter.

Sabemos, porque lo hemos visto en el vídeo difundido por Pacma que se ha hecho viral en las redes, que Sota, herida mortalmente, murió sola, sin nadie que la reconfortara ni pidiera auxilio veterinario, buscando con la mirada a su compañero de vida y moviendo la cola. Mientras tanto, cinco agentes reducían brutalmente a Tauri, que se encontraba fuera de sí porque acababa de presenciar cómo le habían pegado a su perra un tiro en la cabeza.

La versión oficial dice que el agente que disparó lo hizo en defensa propia, tras haber sido mordido en el brazo por la perra y temer por su vida. “Ante un nuevo ataque, la conclusión es que el agente actuó en defensa de su integridad física y que no le quedó otra opción”, declaraba, dando el tema por zanjado, la Guardia Urbana en Twitter.

Pero la cosa no iba a quedar así. La muerte de Sota se produjo a plena luz del día, en una zona transitada de Barcelona. Los comentarios de testigos empezaron a circular por las redes, y Tauri insistió en que la perra no atacó al policía, que le estaba pidiendo la documentación en el momento de los hechos. “Mi perra nunca mordió a nadie”, explicaba en declaraciones a El País, “subió sus patas delanteras al brazo del policía, pero no le mordió. Movía la cola todo el rato. Pensaba que estábamos jugando”.

Según Tauri, el agente ejecutó a Sota: “No dijo nada. Sacó su pistola y sin dudarlo apuntó directamente a la cabeza y disparó. La asesinó. Estaba a unos tres metros. Me quedé aterrorizado”.

Entre todas las incógnitas que despierta este caso, cabe preguntarse por qué la Guardia Urbana no nos ha enseñado las supuestas heridas causadas por Sota al agente. Parece que Tauri le agredió en la cara con su monopatín, después de que el policía disparase a la perra. Pero, ¿dónde están las lesiones de la supuesta mordedura que le hizo “temer por su vida”?

Indignación social y solidaridad con Tauri

Miles de personas se congregaron, tanto al día siguiente del incidente como el pasado sábado, ante el Ayuntamiento de Barcelona y en otras ciudades como Madrid, Zaragoza o Bilbao, bajo el lema 'Justicia para Sota'. Una nueva manifestación está convocada en Barcelona para el día 29, a las 17h, en Plaza España.

Yo misma estuve en la Plaza Sant Jaume, en donde la indignación era palpable, así como la incredulidad por la versión oficial. Había personas de todo tipo, muchas de ellas acompañadas de sus perros y portando pequeñas pancartas caseras en solidaridad con Sota y Tauri. Gente joven, familias con niños y también personas de avanzada edad. Todos ellos tristes y alarmados por unos hechos que no deberían ocurrir en una ciudad amiga de los animales, como es Barcelona. Muchos de ellos preguntándose cómo hubieran reaccionado sus fieles perros ante una situación similar.

El veterinario y cirujano Jorge Llinás explicaba su punto de vista en un vídeo dirigido al agente, que también se ha hecho viral: “Como veterinario, te puedo asegurar que si el perro es agresivo te arranca la mano. Es más, te puedo asegurar que un perro agresivo de ese tamaño jamás en la vida te permitiría que lo sometieras”.

Adriana Mármol, veterinaria y etóloga especializada en comportamiento canino, expresaba así su opinión: “Fue algo totalmente evitable. Aun suponiendo que la perra se pusiera nerviosa ante la tensa situación, aun suponiendo que mostrara agresividad, aun suponiendo que intentara atacar al guardia urbano, aun así, es inadmisible e indefendible que este disparara al animal dejándola agonizando en el suelo”.

No han faltado, especialmente en redes, las voces de aquellos que han considerado ilegítimo defender con vehemencia la vida de un perro, “habiendo problemas mucho más graves”. Son aquellos que nunca ayudan a nadie, ni animal ni humano. Y se equivocan, una vez más, porque la vida de un animal tiene valor por sí misma, pero, además, está demostrado que la crueldad hacia los animales está estrechamente vinculada con la violencia hacia las personas. Como sociedad, no deberíamos tratar el tema como un problema menor, ni subestimar el peligro que eso encierra.

Por otro lado, la movilización ciudadana a favor de Tauri no se ha hecho esperar. Hay recaudaciones de fondos en marcha para apoyarle y el bufete Del Castillo de Barcelona ha puesto a su disposición los servicios de una abogada de forma gratuita.

El propio Tauri, que en un primer momento había optado por rechazar el dinero recaudado, ha agradecido todo el apoyo y ha explicado que lo empleará para ayudar a los que lo necesitan más que él, para donaciones a asociaciones de protección animal o para aquellas que asisten a personas sin hogar. “Trataré de encontrar un atelier para trabajar, porque eso es lo único que me está ayudando a superar todo esto”, decía en las redes sociales.

A Tauri le han arrebatado para siempre a su compañera, a su familia, y el daño moral es irreparable. Como señala la Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos, CoPPA, los beneficios de los lazos afectivos entre las personas sin hogar y sus animales están estudiados: “Les proporcionan una mejoría de la salud psicológica y física, seguridad, afecto, confianza, compañía, estabilidad emocional, así como motivación para evitar posibles conductas infractoras o delictivas por las que puedan ser detenidos y se vean obligados a abandonar a sus animales”.

Los psicólogos, psiquiatras, sociólogos y expertos en derechos humanos de CoPPA nos recuerdan que el vínculo con sus animales es, especialmente para personas y colectivos en situación de vulnerabilidad como pueden ser los ancianos, la mujeres víctimas de violencia doméstica o las personas sin hogar, un apoyo emocional que debe tomarse en consideración a la hora de desarrollar protocolos y políticas públicas para la protección de estos individuos y de sus compañeros no humanos.

Denuncias y protocolos de actuación

Quizás arrollada por la indignación popular a las puertas del Ayuntamiento, en el que no faltaron los gritos de “Colau, dimisión”, la alcaldesa ha asegurado en un comunicado que la investigación sigue abierta y ha pedido la colaboración de los testigos: “Quienes hayan presenciado in situ lo ocurrido deben ponerse en contacto con el Ayuntamiento a través del mail atencio_ciutadana@bcn.cat, o si lo prefieren interponer denuncia directamente en el juzgado”.

Colau añade: “En el Ayuntamiento las diligencias de la investigación las realiza la UDAI, una unidad que se creó en 2016 para llevar a cabo este tipo de investigaciones. En este caso también se ha contactado con una veterinaria independiente para la necropsia (autopsia animal) de Sota”.

Además de la denuncia que el propio Tauri ha interpuesto a través de su abogada, varias asociaciones han anunciado que interpondrán denuncia penal contra el agente por un delito de maltrato animal con resultado de muerte.

Por su parte, el Ayuntamiento se reunió la pasada semana con entidades que defienden los derechos de los animales y ya se está empezando a trabajar en la mejora de los protocolos de actuación para evitar que se vuelvan a producir hechos tan lamentables como este.

En una realidad paralela, el agente hubiera entendido que Sota estaba excitada por una situación en la que su compañero, su familia, su único amigo, estaba siendo increpado por un desconocido.

En un mundo ideal, el policía no hubiera necesitado humillar a nadie ni abusar de su poder, hubiera actuado de forma proporcionada y hubiera dejado que Tauri tranquilizase a su animal.

En un mundo utópico, la policía estaría siempre al servicio de todos los ciudadanos, incluidos aquellos en situación de vulnerabilidad.

En el mundo que queremos, todo habría quedado en una intervención rutinaria y Sota seguiría moviendo la cola y siendo lo que nunca dejó de ser: una buena perra.

Se llamaba Minnesota, pero Tauri, su compañero humano, la llamaba Sota. Llevaban juntos algo más de un año, desde que él llegó a Barcelona tras haber estado viajando por otras ciudades del mundo. Ella había sido abandonada y Tauri, un nómada que se gana la vida vendiendo accesorios que él mismo elabora, le ofreció una segunda oportunidad.

Sota estaba acostumbrada a vivir en la calle, al ajetreo de la gran ciudad y al contacto con humanos. Hay vídeos que muestran cómo se deja acariciar sin inmutarse por una niña pequeña, casi un bebé, algo que solo los perros muy pacientes toleran. La hemos visto en las imágenes de Facebook viajando en metro con su compañero, sentada pacientemente junto a la manta con las pulseras y collares que vendían y tumbada boca arriba en una postura que, cualquiera que haya visto más de un perro en su vida, puede reconocer como una actitud de sumisión y juego. Sota era una perra socializada, joven, cariñosa y juguetona. Una buena perra.