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Diez años saliendo a la calle para pedir el fin de la caza

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Cada año, decenas de miles de perros que han sido empleados para la caza son abandonados cuando llega febrero, el mes que determina el fin de la temporada en muchas comunidades autónomas. Millones de otros animales, como perdices, rebecos o conejos, mueren por los disparos y las trampas. Esta realidad no ha cambiado ni en tiempos de pandemia, pues los cazadores han visto que tenían carta verde para saltarse el confinamientos en muchos lugares y han seguido matando sin sanción alguna. Esta es una de las denuncias que desde la Plataforma NAC (No A la Caza) añaden este año a su convocatoria anual, que reclama el fin de la caza y el uso de perros en esta actividad. Más de una treintena de ciudades volverán a salir a la calle el próximo domingo.

Son ya diez años –desde 2011– los que se vienen celebrando estas manifestaciones en el mes de febrero, gracias a esta Plataforma que aúna a más de 200 asociaciones animalistas y ecologistas, protectoras y partidos políticos. “Habría que prohibir la caza en todos los espacios naturales protegidos y en toda la Red Natura 2000 como zonas especiales de Conservación de la Biodiversidad, es inconcebible no solo que se esté permitiendo la actividad cinegética en ellas, sino también la suelta y repoblación con animales de granja, que desplazan a la fauna autóctona, crean híbridos y extienden enfermedades”, comenta el portavoz de Plataforma NAC, David Zurdo.

Los perros y otros animales, las víctimas cinegéticas

Las cifras reales de las consecuencias de esta actividad son difíciles de conseguir, pero las aproximadas son impactantes. El estudio más completo sigue siendo el de la Fundación Affinity, que evidencia que, al menos en 2019, las protectoras rescataron a 183.000 perros, siendo el 70% de ellos perros procedentes de la caza, es decir, unos 128.000 perros, de los que se calcula que al menos 50.000 eran galgos. Las razones para su descarte son muchas: por no ser “válidos”, por ser lentos, por tratarse de cachorros indeseados, por no tener las cualidades requeridas, por ser viejos o, simplemente, por no ‘servir’ para cazar. “En muchos casos el trato que se les da es igual al que darías a una herramienta de trabajo cuando deja de funcionar, cuando se ha gastado: ya no sirven y se deshacen de ellos”, comenta Zurdo.

Desde Plataforma NAC también destacan que la forma de deshacerse de los perros es además especialmente cruel: “Lo podemos ver todos los días en las redes sociales: perros tirados a barrancos, metidos en sacos, tirados a ríos, ahorcados, apaleados, tiroteados y abandonados herido”. Los galgos, en particular, no solamente corren el riesgo de ser explotados en la caza, sino también en las carreras, lo que hace que puedan ser ‘descartados’ por más razones.

¿Y qué pasa entre cacería y cacería o entre competición y competición? “Pasan sus días en zulos, ya que el robo de galgos está muy extendido, incluso entre los mismos galgueros, y los cheniles para los perros de categoría se convierten en pequeños búnkeres con ventanas minúsculas, muros de hormigón y puertas de acero. Otros viven en cuevas o en recintos hechos con palets y uralita”, explican desde NAC. “La vida del galgo es corta y cruel”. El entrenamiento diario –atados a coches, extenuados, con heridas– y la explotación para tener crías con las que comerciar son realidades que se conocen abiertamente, e incluso desde Europa se ha pedido acabar con ellas.

Leyes de tenencia responsable que no se aplican

Otra de las denuncias que se hacen desde las protectoras y las organizaciones animalistas y ecologistas es la impunidad que existe para los cazadores respecto a la tenencia responsable de animales. Mientras que todo propietario de perros debe tenerlos con chip de identificación, llevarlos atados excepto en las zonas y horarios establecidos, y pasar por una serie de revisiones y vacunas veterinarias, no parece que haya gran presión legal para que esto suceda con los perros empleados en la caza. El estudio de la Fundación Affinity recoge que el 72% de los perros rescatados no tenía chip, dato que corroboran las protectoras especializadas en galgos como, por ejemplo, la fundación sevillana Benjamin Mehnert.

“Todos hemos visto imágenes de manadas de perros hostigando a ciervos o jabalíes, incluso en zonas urbanas, animales sueltos, sin control, alejados de sus dueños que están enseñados a morder y sujetar, y que dudamos sepan diferenciar un animal cinegético de un animal doméstico o de granja. La caza con perros es un peligro para toda persona o animal que esté en el campo”, denuncian desde la Plataforma, señalando también los accidentes de tráfico que provocan.

Impunidad de la caza durante la Covid-19

Preguntados por la situación de la caza en un contexto en el que tanto los desplazamientos como las actividades al aire libre han sido radicalmente limitadas, la respuestas de los distintos gobiernos ha sido sorprendentes. Mientras sigue prohibido en comunidades como Castilla y León dar un paseo, hacer ejercicio en el campo o desplazarse a ver a familiares a zonas rurales, los cazadores pueden seguir cazando. Bajo el disfraz de 'actividad esencial' se permitió seguir con esta práctica, realizar monterías o batidas e incluso pasar de una comunidad a otra (como en el caso de Madrid a Castilla-La Mancha).

“Su actividad no es esencial, solo tratan de esconder la necesidad de seguir manteniendo sus negocios”, comenta Zurdo, quien explica que “las granjas cinegéticas tienen que vender sus animales a los cotos, y los cotos necesitan hacer monterías para cobrar por cada pieza muerta. La rueda del negocio de matar animales no ha parado en la pandemia”. Un negocio económico ejercido no solamente por la clase privilegiada que practica esta actividad, sino también por todos aquellos vinculados al sector cinegético: las empresas armamentísticas, los grandes terratenientes, los dueños de cotos de caza, etc. ¿Qué dinero producen los ciclistas cuando van por el campo? ¿Qué dinero dan los corredores, los senderistas, los que pasean a los perros, la micología? Parece que tu libertad depende del dinero que generes“, afirma el portavoz de NAC.

Concentraciones y manifestación virtual

Con todos estos argumentos, la plataforma vuelve a convocar las manifestaciones en contra de la caza, aunque sin olvidar que seguimos viviendo en pandemia. De hecho, desde NAC señalan que eran casi 40 las manifestaciones que se habían confirmado hasta el mes pasado pero se han visto reducidas a una veintena por las nuevas medidas de restricción y la prudencia de los convocantes. Por ello, animan a toda aquella persona o colectivo que quiera unirse que busque su localidad en el mapa –en todas las comunidades españolas y en dos ciudades europeas: Parma en Italia y Perpiñán en Francia– o que se una a la manifestación online. En la ciudad de Madrid se producirán tres lecturas: al inicio de la manifestación, la activista de NAC Marta González leerá en la Puerta del Sol un poema de la escritora Carmen Ibarlucea; ante el Congreso de los Diputados, leerán un texto Rafael Doctor y Ruth Toledano, fundadores de la plataforma de arte y animalismo Capital Animal; y al final de la manifestación la activista Virginia Luengo leerá el Manifiesto de NAC a las puertas del Ayuntamiento.

La Plataforma NAC ha pedido que, dadas las restricciones provocadas por la Covid–19, este año se suban a las redes sociales fotos de perros rescatados de la caza, con las etiquetas #NoALaCaza7F #ElNegocioDeLaMuerte y #StopGalgueros.

Más información y mapa de ciudades

(Las fotos que acompañan este artículo han sido realizadas por la artista y fotógrafa Ruth Montiel Arias para su proyecto 'Bestiae' sobre la caza)

Cada año, decenas de miles de perros que han sido empleados para la caza son abandonados cuando llega febrero, el mes que determina el fin de la temporada en muchas comunidades autónomas. Millones de otros animales, como perdices, rebecos o conejos, mueren por los disparos y las trampas. Esta realidad no ha cambiado ni en tiempos de pandemia, pues los cazadores han visto que tenían carta verde para saltarse el confinamientos en muchos lugares y han seguido matando sin sanción alguna. Esta es una de las denuncias que desde la Plataforma NAC (No A la Caza) añaden este año a su convocatoria anual, que reclama el fin de la caza y el uso de perros en esta actividad. Más de una treintena de ciudades volverán a salir a la calle el próximo domingo.

Son ya diez años –desde 2011– los que se vienen celebrando estas manifestaciones en el mes de febrero, gracias a esta Plataforma que aúna a más de 200 asociaciones animalistas y ecologistas, protectoras y partidos políticos. “Habría que prohibir la caza en todos los espacios naturales protegidos y en toda la Red Natura 2000 como zonas especiales de Conservación de la Biodiversidad, es inconcebible no solo que se esté permitiendo la actividad cinegética en ellas, sino también la suelta y repoblación con animales de granja, que desplazan a la fauna autóctona, crean híbridos y extienden enfermedades”, comenta el portavoz de Plataforma NAC, David Zurdo.