Según los últimos datos del año 2015, publicados por el Ministerio de Cultura, existen en España 55 escuelas taurinas, repartidas entre varias comunidades autónomas. Por desgracia y sin tener una explicación racional, su número ha ido aumentando en los últimos años: si en 2011 eran 42, en 2014 fueron 52 y ahora son 3 más. Es inexplicable porque el número de alumnos en cada una de ellas ha descendido de forma clara, y porque los festejos taurinos en plaza, en los que en teoría tendrían trabajo estos futuros matatoros, también ha descendido: de 2007 a 2015, en un 52,3%. Por ejemplo, en Andalucía, el número de alumnos repartidos en las escuelas taurinas era en 1999 de 954, y en 2015 fue de 446, repartidos en las 24 existentes en la actualidad.
Resulta intolerable, por poner un ejemplo reciente, que un ayuntamiento como el de Tarifa haya mantenido hasta hace muy poco tiempo un convenio de colaboración con la escuela taurina de esa localidad, una sucursal de la del Campo de Gibraltar, que solo tiene un alumno, como reconocía el portavoz del PSOE de ese gobierno municipal, pese a que desde el PP se quejaban amargamente de la nula colaboración del consistorio, que impedía a los alumnos de la escuela (sí, en plural) entrar a la plaza. Mentiras taurinas.
Quizá convenga hacer un inciso, un pequeño ejercicio mental, y pensar en el número total de habitantes de esta comunidad autónoma, e incluso en el número de jóvenes de entre 12 y 16 años de edad, para entender el nulo impacto e interés que tiene este tipo de aprendizaje en la juventud andaluza. Podemos incluso compararlo con cualquier actividad artística o deportiva (artística y deportiva de verdad) de las muchas que se practican en ese tramo de edades y, si se quiere, con el número de licencias federativas para cualquiera de ellas. Si lo hacemos pensando en la totalidad del Estado, los porcentajes serán de risa, si es que algo de lo que estamos tratando podemos tomarlo a broma. Utilizo datos de Andalucía porque son los más recientes que tenemos, pero podría hacerlo extensivo a todas y cada una de las comunidades autónomas en las que existe este tipo de centros del saber cavernario.
Además, hay cierta información que podemos poner en entredicho, como el número de escuelas taurinas que hay en Andalucía. Según el Centro de Asuntos Taurinos (CASTA) de esa comunidad autónoma, son 24; según el Ministerio de Cultura y la Junta de Andalucía, son 26. De estas 24, 8 son públicas y 16 privadas, aunque el CASTA aclara que el acceso a cualquiera de ellas es gratuito, que son entidades sin ánimo de lucro y que todo el personal que trabaja y colabora en las mismas lo hace de forma de gratuita. ¿Nos lo creemos? Yo no.
A las escuelas taurinas de Andalucía hay que sumar las de Aragón (2), Cantabria (1), Castilla y León (2), Castilla La Mancha (11), Cataluña (1), Comunidad Valenciana (4), Extremadura (2), Comunidad de Madrid (4) y Murcia (2). La mayoría de ellas son privadas pero, a pesar de serlo, reciben subvenciones públicas. Tenemos datos, por poner un ejemplo, aunque al final del artículo encontrarás muchos más, de la Fundación del matatoros apodado 'El Juli', que tiene una escuela privada de tauromaquia en Arganda del Rey (Madrid) subvencionada por parte del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. Por ejemplo, en el año 2009 recibió 6.080 euros; en 2010, 2.717 euros; en 2011, 2691 euros; en 2014, 1.214,25 euros o en 2015, 1.474,99 euros. Esta Fundación también recibe una subvención por parte del Ayuntamiento de Arganda de Rey por un importe de 9.000 euros.
Si hacemos un poco de historia veremos que tauromaquia y dinero público siempre han ido de la mano. Por ejemplo, la primera escuela de este tipo que se creó en España data del reinado absolutista de Fernando VII, también conocido como el rey Felón. Fue fundada en Sevilla en 1830 y recibió el nombre de Real Colegio de Tauromaquia y también el de Escuela Gimnasio Taurina. Esta escuela se subvencionó mediante tributos que debían aportar todas las capitales de provincia y ciudades donde hubiese Maestranza de Caballería, que eran muchas, lo que provocó no pocas quejas y desobediencias, y probablemente condicionó su efímera vida, ya que desapareció en 1834, destinándose los fondos que quedaban a la enseñanza primaria y a la beneficencia. Las ayudas públicas que recibía la escuela, además de sufragar las becas de los alumnos, servían para pagar corridas de toros y novilladas.
Sobre la interpretación de por qué se creó una escuela de este tipo, no hay acuerdo. La versión taurina es que, en aquella época, la lidia de toros había caído en un estado de “postración” profesional y se multiplicaban los percances con muertes, incluso de toreros, por no tener, los más noveles, buenos maestros en los que mirarse y aprender esa indispensable técnica que todo oficio demanda. La otra versión es que Fernando VII abrió la escuela por conveniencias políticas internas basadas en el populismo y como una manera de neutralizar el impacto del cierre de todas las universidades, que él había decretado, y que perduró durante 3 años. El rey temía que en España pasara lo mismo que sucedió en París el 26 de julio de 1830, cuando los estudiantes de universidades, entre otros colectivos, se lanzaron a las calles para acabar con el reinado de otro rey absolutista, Carlos X. Según los taurinos, este hecho fue una casualidad, ya que la Real Orden para la creación de la escuela de Sevilla se emitió dos meses antes de los sucesos de París. Como podéis ver, tienen explicaciones para todo.
No es hasta 1963 cuando aparece en el panorama taurino español una nueva escuela de tauromaquia, la segunda en la historia, propiedad de un ex novillero, que tenía carácter privado, ubicada en Carmona y conocida como Venta de la Vega. Es allí donde Morante de la Puebla toreó su primera becerra con 11 años, y Finito de Córdoba mató su primer novillo, sin especificar la edad con que lo hizo. Mejor no saberlo.
La razón de su nacimiento, y de su continuidad con la creación de otras, fue, dicen, acabar con los maletillas que se tiraban a las plazas y entraban en las ganaderías para aprender el oficio violento con el que querían ganarse la vida, cuando ser torero era algo social y culturalmente importante, que no vamos a negar que lo fue. El maletilla o capa era un producto del subdesarrollo y del hambre, bases sobre las que se asentaba la vocación de torero. Eran esos unos años en que, según algún medio taurino, en las corridas de pueblo el toro era lo menos peligroso. No han cambiado demasiado las cosas con el transcurrir del tiempo aunque, eso sí, ahora el maltrato está reglamentado y antes no. Algunos de aquellos atrevidos noctámbulos, pobres de solemnidad, que soñaban con torturar animales en los grandes cosos taurinos, fueron heridos e incluso muertos por los disparos de escopeta de los “guardianes del toro de lidia” o detenidos por la Guardia Civil, eso sí, a la luz de la luna. Es evidente, por tanto, que esta medida, la de la creación de las escuelas para evitar sucesos de este tipo, tardó en surtir el efecto deseado, porque en 1990, en la localidad de Cieza, tres alumnos de la escuela de tauromaquia de Albacete fueran cosidos a tiros cuando decidieron ir a “hacer la luna” a la finca ganadera de Charco Lentisco. La historia de lo que pasó la puedes leer en este blog. Así trataba este asunto el diario El País en diciembre de aquel año, y La Opinión de Murcia recuperaba para sus lectores, en el mes de mayo pasado, el criminal suceso. De hecho, aún hoy se dan episodios en los que algunos jóvenes invaden ganaderías de lidia para torear becerros.
Es evidente que un oficio cruel como es el de maltratar y torturar becerros, bovinos de menos de 2 años, novillos de 2 y 3 años, toros de 4 y 5 años, e incluso vacas de edades variadas, todos ellos de raza de lidia, necesita de una pulida técnica, especialmente en el manejo del capote, la muleta, el estoque y el verduguillo, que son los utensilios de los que un aprendiz de tauromaquia, un novillero o un torero se valen para lidiar. El conocimiento de las reacciones de estos animales cuando se ven acosados y responden ante el miedo y el dolor que se les provoca es también indispensable para reducir al máximo los riesgos, así que, además de lo que llaman clases prácticas, en las que se les enseña a manejar los trastos de torear, se les educa, según dicen, como personas y profesionales, y se preparan físicamente, hay que torear y matar. Matar de verdad. Y lo hacen en algunas de las escuelas, en las ganaderías de lidia y en los cosos taurinos, la mayoría de las veces fuera de la vista del público.
Por tanto, podemos decir que las escuelas de tauromaquia no tienen tanta tradición como se quiere hacer creer, si exceptuamos la primera de todas ellas, que como hemos visto, duró poco más de 3 años. Por lo menos no tanta tradición como las escuelas del saber en las que los alumnos adquieren conocimientos que les serán realmente útiles el resto de su vida sin necesidad de maltratar física y emocionalmente a otros seres vivos. Escuelas en las que el aprendizaje de la empatía y el respeto hacía otros animales debería formar parte de la enseñanza. Asignatura pendiente de los sistemas educativos.
No tenemos demasiados datos reales de cuántos animales de raza de lidia mueren en el camino de aprendizaje de estos futuros toreros, aunque la inmensa mayoría de ellos no lleguen a serlo nunca, quedándose en subalternos (banderilleros, puntilleros), en mozos de espada o en nada, pero sabemos que son muchos. Volviendo de nuevo a los datos de Andalucía, en el histórico de 1998-2015 sabemos, según documentos fociales que obran en nuestro poder, que los alumnos de sus escuelas de tauromaquia mataron 678 becerros, 2.384 erales (novillos de dos años) y 36 utreros (novillos de tres años), a la vista del público, quedando pues un altísimo número de animales que no aparecen en las estadísticas, los que se mataron, por ejemplo, en los recintos de las escuelas o en las diversas ganaderías de lidia, cuyos propietarios colaboran en el aprendizaje. Tampoco queda claro a qué edad pueden empezar a practicar con animales vivos en tentaderos, a usar el capote y la muleta, y lo que es peor, a empezar a clavar en ellos sus estoques y sus verduguillos. En el año 2015 los alumnos de las escuelas andaluzas participaron en 197 tentaderos y utilizaron 82 animales en sus clases prácticas. En algunas provincias, como la de Badajoz, la página de su Diputación informa puntualmente de las hazañas de sus aprendices matando becerros o tentando vacas.
En este enlace tienes un informe técnico que redactó AVATMA sobre las crueles becerradas. También solicitamos el año pasado su suspensión. Del mismo modo, en el año 2011, nuestra asociación se pronunció en contra del nombramiento de Córdoba como Ciudad Europea de la Cultura por el aberrante espectáculo que supone este tipo de prácticas en su plaza de toros.
Las edades de admisión de los alumnos dependen de cada escuela, oscilando entre los 12 y los 16 años, aunque en algunas los admitan con menos edad, como en la de Badajoz, que cuenta con 38 alumnos, de los que el más pequeño tiene 10 años. No es hasta que los alumnos empiezan a participar en becerradas y novilladas públicas cuando nos empezamos a hacer idea del rastro de sangre y sufrimiento que han ido dejando detrás, plasmando su “arte” en animales de muy corta edad, la mayoría de ellos becerros y becerras de menos de 1 año, los más indefensos ante este ejercicio de crueldad. Por aclarar conceptos, los bovinos de lidia se conocen como becerros desde que nacen hasta que cumplen los 2 años. Los alumnos más aventajados, formarán parte de la élite de los aprendices de tauromaquia, para los que se organizan concursos en diversas plazas de toros a lo largo y ancho de nuestra geografía, y en los que se ponen a tiro de los engaños, el capote y la muleta, y del estoque y del descabello, novillos de dos años, según ellos. En realidad, en muchas ocasiones, no son novillos de esa edad, sino lo que llaman “añojos”, es decir, becerros de 1 año, como se puede comprobar en este cartel del IV Certamen de Escuelas Taurinas de la Comunidad de Madrid. El premio para los tres mejores aprendices será torear en la plaza de Las Ventas. El año pasado la CAM pagó 45.000 euros a través de un concurso público al empresario que se encargara de organizar estos eventos. Más dinero del contribuyente para el maltrato animal.
Si ya asistimos a las escabechinas que dejan patentes los toreros situados en lo más alto del escalafón a la hora de matar o de aplicar el descabello, nos podremos hacer idea de cómo utilizaron durante su aprendizaje estos instrumentos de tortura los más noveles.
Vídeos que demuestran la impericia de estos aprendices del maltrato no hay demasiados, porque solo documentamos su crueldad los que trabajamos por la abolición de la tauromaquia, y estar presentes en ello no resulta agradable. Para no mentir, también lo hacen las televisiones, como esta de Córdoba, que retransmitió en directo la becerrada de este año y luego la ha colgado en youtube. La 'Operación Triunfo' del maltrato animal.
Aquí tenéis varias muestras de lo esperpéntico que es el trayecto hacia la “fama” de estos jóvenes:
Vídeo de la becerrada en homenaje a la mujer cordobesa grabado por AVATMA en el año 2011, o este grabado por PACMA este año, o la lidia de un novillo grabada recientemente también por estos últimos en la plaza de toros de Ávila, en la que un aprendiz de tauromaquia necesitó 14 estocadas para hacer caer al animal. Desde el lado taurino nos dirán que esto no es habitual pero, en realidad, además de no ser cierto, carece de importancia.
Y fotos, también hay fotos, como las que ilustran este artículo y que fueron tomadas por AVATMA en la plaza de toros de Córdoba, la que lleva ese nombre tan rimbombante, Los Califas, y que lleva años sin registrar una buena entrada en sus tendidos. Sabemos que resultan dramáticas, sabemos que no son agradables, pero las utilizamos porque evidencian la normalización del maltrato animal que van a asumir estos chicos y chicas durante sus años de aprendizaje, o mejor dicho, esos años en los que fijarán esa normalización de la que son poseedores, de forma consciente o inconsciente, porque todos los que acuden a estos centros están insensibilizados en cuanto al maltrato que se ejerce sobre estos seres vivos.
La situación de la escuela pública de tauromaquia de Madrid y su futuro
La Comunidad de Madrid tendrá, por decisión tomada por su Gobierno autónomo el pasado mes de febrero, el de Cifuentes, una nueva escuela de tauromaquia, cuya sede estará en la plaza de Las Ventas y que llevará el nombre de José Cubero 'Yiyo', un matador de toros que murió en el año 1985 como consecuencia de las heridas que le produjo Burlero en el coso taurino de Colmenar Viejo (Madrid). La escuela quedará encuadrada para temas administrativos dentro del Centro de Asuntos Taurinos de la CAM, que cuenta con un presupuesto anual de 1,35 millones de euros, que pagamos todos los madrileños, aunque desde el sector taurino se afirma que ese dinero es fruto del arrendamiento de la plaza de toros y que por tanto no supone un gasto real para los ciudadanos. Le recordaremos al lector que ese canon permite, por lo menos hasta ahora, la programación por parte de la empresa adjudicataria de cualquier evento, sea o no taurino, e incluso la subcontratación de los mismos. Sustituye a la antigua escuela de tauromaquia, conocida como 'Marcial Lalanda', que tenía su sede en La Venta del Batán, dentro de la Casa de Campo de Madrid.
En 1963 se hizo cesión de la finca (Casa de Campo) en pleno dominio a favor del Ayuntamiento de Madrid, cesión que quedó definitivamente registrada en 1970, con la obligación de conservarla para solaz y esparcimiento del vecindario, sin poder enajenarla, gravarla o destinarla a otros fines de los indicados. En el decreto en el que quedaba constancia de dicha cesión se hacía mención a La Venta del Batán, y en él se dice que su uso será la custodia y aclimatación de reses bravas en espera del traslado a las plazas de toros. Esta actividad no existe desde finales de la década de los 90, cuando los toros que iban a ser lidiados en la Feria de San Isidro esperaban allí varios días y podían ser visitados por el público en general. Además, se establecía como uso compatible la enseñanza del toreo en el ámbito de la escuela taurina, que es el único existente en la actualidad.
Las razones de este cambio de nombre, de ubicación y de dependencia administrativa se deben a que, en septiembre de 2015, el Ayuntamiento de Madrid, gobernado por Ahora Madrid y con Manuela Carmena como alcaldesa, decidió retirar de su presupuesto municipal para 2016 la ayuda económica que prestaba a la escuela, conceptuada dentro del capítulo de gasto de “las artes, los deportes y el turismo”. De hecho, esa escuela, la 'Marcial Lalanda', era única y exclusivamente de gestión municipal, a través de la entidad Madrid Destino, desde marzo de 2015, como consecuencia de la Ley de Racionalización del Sector Público, aunque su Patronato Rector estaba formado también por miembros de la Comunidad de Madrid desde 1982. En realidad es en septiembre de 1980 cuando la Diputación Provincial de Madrid y el Ayuntamiento acuerdan su creación.
La retirada de la subvención municipal que recibía la escuela fue considerada como una afrenta y una ofensa por parte del mundo taurino, que acusó a la alcaldesa de Madrid de querer acabar con la tauromaquia en la CAM, cuando realmente no tenía ni tiene competencias para ello. Este suceso, que fue aplaudido por el movimiento abolicionista de la tauromaquia, como no podía ser de otra manera, se acompañó de declaraciones sorprendentes por parte de los responsables de la escuela, todos ellos ex matatoros:
“Queremos ofrecer una formación integral, teórica y práctica, sobre todo lo que rodea la tauromaquia, así como, la preparación humana en valores. Queremos que los chicos salgan formados como toreros y como hombres dignos. Exigencia, trabajo, seriedad y también cultura. Les tenemos que sacar la agresividad que llevan dentro, en el buen sentido de la palabra”.
En realidad me indigna que se hable de los valores humanos de la tauromaquia o que se hable de dignidad y de cultura, haciendo referencia a una actividad que supone sufrimiento para miles de bóvidos, y para los profesionales que la desarrollan cuando son heridos de gravedad o muertos, como ha ocurrido recientemente con Víctor Barrio en Teruel o con El Pana en Colombia. Me indigna aún más que la tauromaquia esté recogida en una Ley como Patrimonio Cultural de España y que reciba el nombre de “fiesta nacional”. No entiendo qué es eso del “buen sentido” de la palabra agresividad.
El presupuesto de la 'Marcial Lalandla' era en 2015 de 134.431 euros, que se repartían de la siguiente manera: subvención municipal de 61.200 euros, autonómica de 39.780 euros, y 30.000 euros más que aportaba Taurodelta, la empresa que tiene hasta octubre de este año la concesión de la plaza de Las Ventas. Los ingresos por matrículas de alumnos eran de 1.400 euros y otros ingresos suponían 2.051 euros. El gasto se repartió así:
Gastos de profesores (5): 88.442€; gastos de desplazamiento: 21.466€; gastos de gas, teléfono, etc: 8.526€; gastos de conservación y mantenimiento: 1.432€; gastos diversos: 14.565€.
Pero lo más importante para el futuro de esta escuela, la nueva, es qué hará el Ayuntamiento de Madrid con respecto a los 10.717,62 metros cuadrados de la Venta de El Batán, que es donde entrenan y reciben sus clases teóricas y prácticas los alumnos, de lunes a jueves en horario de 18:00-20:00 horas, según su página web; los viernes descansan y el fin de semana van al campo a torear becerras y participar en tentaderos. Por las últimas noticias que hemos leído en los medios, los aprendices de tauromaquia seguirán ahí hasta octubre. Así lo ha decidido Celia Mayer, responsable de la Concejalía de Cultura y Deportes, tras reunirse hace pocos días con los responsables de la 'Marcial Lalanda'. ¿Qué ocurrirá a partir de entonces? No lo sabemos, pero me gustaría que ese espacio público, que es de todos los madrileños, sea utilizado para otros fines. Sería muy deseable que el actual Gobierno municipal de Madrid se desvincule de todo aquello en lo que tiene competencias con respecto al maltrato animal legalizado, la tauromaquia.
Lo que sí sabemos es que el Ayuntamiento presupuestó para 2015 805.639 euros para obras de remodelación de este recinto por, según se comentó, orden de la Dirección General de Patrimonio Histórico de la CAM, dado el deterioro que estaban sufriendo algunos de los edificios del complejo. Esta partida presupuestaria quedaba así, según los medios de prensa que se hicieron eco de la noticia: 664.707 euros para las obras de adecuación de las instalaciones de la escuela y 140.932 euros para la celebración de eventos. En su defecto, dicen, estas partidas ya estaban contempladas en el presupuesto aprobado por la anterior alcaldesa, Ana Botella, aunque entendemos que podrían haber sido reconsideradas.
La nueva escuela tendrá como fines principales, en lenguaje taurino, el nacimiento de nuevos valores que hagan posible la pervivencia y el engrandecimiento de la fiesta de los toros y la enseñanza de los conocimientos teórico-prácticos correspondientes al aprendizaje de las diversas suertes de la tauromaquia. Además, en su declaración de intenciones, se añade la de procurar a los alumnos las enseñanzas de carácter cultural y profesional que les sean necesarias para formarse como personas, con la pretensión de que puedan ejercer una actividad socialmente útil. Todo ello, según dicen, se conseguirá a través del desarrollo de actividades culturales de carácter formativo y promocional, novilladas, festivales, clases prácticas, tentaderos públicos o similar, en colaboración con las restantes instituciones públicas y privadas relacionadas con la fiesta de los toros. Entendemos que esa actividad calificada como socialmente útil la desarrollarán aquellos que no lleguen a ser profesionales de la tauromaquia y se tengan que emplear en otros trabajos, que afortunadamente son la gran mayoría de los que pasan y han pasado por ese centro a lo largo de su historia. Es la tónica general en todas las escuelas taurinas.
Esta nueva escuela no sabemos si empezará con buen pie para los intereses taurinos, ya que se rumorea que el nuevo pliego para la explotación de Las Ventas contempla que el empresario que se haga cargo de la plaza durante los próximos años sufrague íntegramente los gastos de la misma, que podrían ascender a 220.000 euros. De hecho, el pasado 5 de julio, la CAM promulgó un decreto a través del que se hace responsable de la escuela de tauromaquia. Quizás, aunque habrá que esperar a que se haga público, el nuevo canon contemple una reducción económica del mismo, con lo que quedaría enjugado ese gasto extra que tendrá que afrontar la empresa que se quede son su explotación, o se le compense de otra manera.
Subvenciones, dinero de todos los ciudadanos para que en las cunas del maltrato animal legalizado, en forma de escuelas de tauromaquia (su cantera, como ellos la llaman), se siga enseñando un oficio anacrónico en el siglo XXI, un oficio que como todos se debe aprender con la práctica, en este caso torturando animales de corta edad.
¿No te lo crees? Aquí tienes algunas pruebas de esas subvenciones, no todas. Dinero del contribuyente, de tu trabajo, que es derivado al aprendizaje de una profesión que la mayoría de los ciudadanos detesta:
Albacete destinará 143.000 euros de dinero público a la escuela taurina, en detrimento de ayudas sociales.
351.021 euros de la Diputación de Málaga para la escuela taurina.
30.000 euros del Ayuntamiento de Salamanca para la organización de festejos en los que intervengan alumnos de escuelas de tauromaquia.
Diputación de Salamanca: 40.000 euros para organizar novilladas en las que intervengan alumnos de escuelas de tauromaquia.
Diputación de Castellón: 177.000 euros para financiar la escuela de tauromaquia.
Cobros irregulares relacionados con la subvención a la escuela taurina por parte de la Diputación de Castellón.
Ayuntamiento de San Fernando (Cádiz): 21.600 euros para la escuela de tauromaquia.
La Junta de Extremadura habilita un espacio en su página para recibir subvenciones por parte de aquellas personas o entidades que promocionen o difundan la tauromaquia. En ella se puede encontrar un documento que hace referencia explícita a las escuelas taurinas.
La Asociación Andaluza de Escuelas de Tauromaquia 'Pedro Romero', que engloba a todas ellas, recibe cuantiosas subvenciones todos los años por parte de la Junta de Andalucía. Por ejemplo, en el año 2009 recibió 315.000 euros, y en 2014 la cuantía fue de 95.000 euros, según consta en documentos oficiales que obran en nuestro poder.
Diputación de Badajoz: en sus presupuestos anuales para el Patronato de “Turismo y Tauromaquia”, también deja constancia del dinero público que invierte en su escuela taurina.
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