El verano es época de fiestas patronales en todo el territorio español, con sus propios festejos, comidas populares y tradiciones. Raro es el día en estos meses que no salen en la televisión reportajes, o más bien publirreportajes, de estos festejos, muchos visitados por los políticos y políticas de turno. Sin embargo, sorprende ver algunos de ellos en la televisión a color, ya que con la excusa de la tradición se maltratan y asesinan en calles y plazas miles de animales como caballos, cabras, patos, cerdos, ratas, vacas, y, por supuesto, toros, en pueblos y ciudades, delante de los asistentes, pero también con la presencia inevitable de las personas que habitan en esos lugares, incluidos los niños y niñas.
Desde la infancia nos incitan a asociar la diversión en estas fiestas y ferias con los Sanfermines, los bous al carrer o el tiro y arrastre, y poco a poco normalizamos e interiorizamos el abuso contra los animales a golpe de serpentina, pregón, bocata y caramelo. Es así como se adoctrina en el especismo en España: durante la infancia, desde los espacios públicos físicos y los virtuales, los medios de comunicación públicos y privados, y los propios hogares que participan activa o pasivamente en esta cultura del maltrato animal. Pero, como señala Diego Nevado Martínez, responsable de la plataforma antitaurina de Alfafar (Valencia), “la infancia, al igual que el animal que maltratan, es otra víctima más de la tauromaquia, puesto que no elige estar ahí y en muchas ocasiones no entiende lo que está viendo. Nos preocupa esta normalización que se hace de la violencia basándonos en los máximos expertos en temas de infancia. Ya el colmo es ver constantemente a niños y adolescentes implicados en accidentes”.
Esta asociación antitaurina y otras muchas plataformas animalistas trabajan también en el ámbito pedagógico apoyando al Comité de Derechos del Niño de la ONU, que, junto a varios psiquiatras, lleva desde 2018 pidiendo al Estado español prohibir a los menores presenciar estos crueles espectáculos por el bien de su estabilidad emocional y mental. En la misma Comunidad Valenciana, donde más festejos taurinos se celebran, el artículo 70 de la Ley 26/2018 indica: “Las personas menores de edad no podrán participar ni asistir a competiciones deportivas o espectáculos cuyo reglamento contemple la producción de daños físicos o psíquicos sobre personas o animales o puedan implicar riesgos para la salud o seguridad del menor”.
Sin embargo, los festejos populares, que se celebran a pie de calle, como el bous al carrer, el toro embolado, el bou a la mar o el toro ensogado, siguen estando permitidos y subvencionados en la Comunidad. De hecho, desde las elecciones del 28M, y en algunos casos como el de Alfafar curiosamente días antes, las asociaciones taurinas de las tres provincias están recibiendo o van a recibir más subvenciones y facilidades, muy a pesar de una gran parte de los vecinos, que podrían beneficiarse de otra manera de esos recursos por ejemplo a través de mejoras en las escuelas o comedores populares, y que además sufren durante días este tipo de festejos que inundan sus calles de gente intoxicada y suciedad, sabiendo, además, que el dinero para el acondicionamiento de las medidas de seguridad y limpieza de calles sale de las arcas municipales.
Estos festejos también suponen una carga para las arcas públicas, ya que la atención sanitaria que en demasiadas ocasiones se requiere no siempre está cubierta por los seguros de los festejos y asociaciones taurinas. Y desgraciadamente los accidentes y cogidas son demasiado habituales, como señala resumiendo la situación Diego Nevado Martínez a raíz del último accidente en Alfafar el pasado 19 de agosto: “No es nuestra forma de actuar alegrarnos del mal ajeno, pero esto sucede porque los festejos taurinos existen. De hecho, son tantos los accidentes que ni siquiera las aseguradoras se quieren hacer cargo y lo hacen, en muchos casos, en la sanidad pública, más allá de las subvenciones que mantienen la tauromaquia”. Y es que en esta comunidad la cifra de incidentes mortales de humanos en los festejos callejeros durante en el año pasado ascendió a 9 personas y casi 1.000 heridos, entre ellos dos menores de edad. Es por ello que las aseguradoras retiraron su cobertura a al menos 18 municipios que celebraban los bous al carrer. En el conjunto de la geografía española los festejos taurinos dejaron en 2022 un total de 23 muertos y miles de heridos.
Las asociaciones taurinas defienden que estos festejos en la Comunidad son visitados por millones de personas, manipulando cifras y encargado informes a investigadores afines, que luego son repetidos y amplificados por todo tipo de medios. Informes en los que se llega a afirmar que “el toro no sufre”. No hay nada más que ver unos segundos del video que difundió PACMA el año pasado de los festejos de bous al carrer de Alfafar para ver que el toro no solo sufre físicamente, sino que está aterrado, y quizá esa tortura emocional sea peor. En el video también se puede apreciar que estos eventos son protagonizados principalmente por hombres jóvenes, en diferentes estados de intoxicación, que hacen gala de una masculinidad tóxica y agresiva. Y como miles de estudios, estos sí llevados a cabo por profesionales independientes, la agresividad contra los animales es precursora de la agresividad contra los animales humanos. A nadie sorprenden ya las noticias que vinculan el gusto por la tauromaquia con comportamientos machistas y agresivos, y de ello no quedan exentos algunos representantes políticos de los partidos que están ahora al frente de la Generalitat.
Pero, aunque Vox y el PP, y en su día Ciudadanos, hayan hecho bandera de la tauromaquia, lo cierto es que en muchos casos el PSOE se ha puesto de perfil y ha desperdiciado años en el gobierno de los municipios, provincias, comunidades y el país para prohibir la tauromaquia en cualquiera de sus formas. De hecho, aunque las corridas de toros cada vez encuentran más rechazo en la población (solo un 35% se declara a favor), es cuanto menos sorprendente que se haya declarado Patrimonio Cultural de España y tenga su propio apartado en la página web del Ministerio de Cultura, no como parte de nuestra cultura pasada, que podemos estudiar y analizar de modo crítico, sino como parte de nuestra cultura popular actual que hay que promover, es decir, subvencionar. Y es que las subvenciones a la tauromaquia en España son millonarias, tanto las estatales como las provenientes de fondos de ayuda europeos, en teoría destinados a la ganadería productiva (430 millones de los fondos europeos desde el 2002, el dinero recibido dentro de España es difícil de calcular ya que recibe por ganadería, cultura etc.. pero se estima en cientos de millones anuales).
Por tanto, es importante tener en cuenta cuando votamos qué piensan hacer y qué han hecho los diferentes partidos con el dinero dirigido a la continuación del maltrato animal y a la infancia. Hay que dejar claro tanto a la clase política como a los medios de comunicación que la subvención y difusión sin crítica de estos festejos pertenece a tiempos pasados que debemos superar. Y tenemos que hacernos oír en las redes y sobre todo en persona acudiendo a concentraciones y manifestaciones que se están convocando por todos los rincones del país. Algunas de ellas ya se han celebrado y han sido exitosas, como la que se convocó en Xávea, que lucha para suprimir los bous al carrer y a la mar, o la antitaurina de Huesca. También PACMA ha convocado para el 16 de septiembre en Madrid la manifestación 'Misión Abolición'.
El verano es época de fiestas patronales en todo el territorio español, con sus propios festejos, comidas populares y tradiciones. Raro es el día en estos meses que no salen en la televisión reportajes, o más bien publirreportajes, de estos festejos, muchos visitados por los políticos y políticas de turno. Sin embargo, sorprende ver algunos de ellos en la televisión a color, ya que con la excusa de la tradición se maltratan y asesinan en calles y plazas miles de animales como caballos, cabras, patos, cerdos, ratas, vacas, y, por supuesto, toros, en pueblos y ciudades, delante de los asistentes, pero también con la presencia inevitable de las personas que habitan en esos lugares, incluidos los niños y niñas.
Desde la infancia nos incitan a asociar la diversión en estas fiestas y ferias con los Sanfermines, los bous al carrer o el tiro y arrastre, y poco a poco normalizamos e interiorizamos el abuso contra los animales a golpe de serpentina, pregón, bocata y caramelo. Es así como se adoctrina en el especismo en España: durante la infancia, desde los espacios públicos físicos y los virtuales, los medios de comunicación públicos y privados, y los propios hogares que participan activa o pasivamente en esta cultura del maltrato animal. Pero, como señala Diego Nevado Martínez, responsable de la plataforma antitaurina de Alfafar (Valencia), “la infancia, al igual que el animal que maltratan, es otra víctima más de la tauromaquia, puesto que no elige estar ahí y en muchas ocasiones no entiende lo que está viendo. Nos preocupa esta normalización que se hace de la violencia basándonos en los máximos expertos en temas de infancia. Ya el colmo es ver constantemente a niños y adolescentes implicados en accidentes”.