Los otros animales también forman parte de nuestras vidas. Nos hemos acostumbrado a estar rodeadas de ellos sin prestarles demasiada atención. Aves, gatos o pequeños roedores campan a sus anchas estos días de reclusión en ciudades y pueblos donde la actividad se ha paralizado, pero la vida no se ha suspendido. ¿Qué sucede cuando uno de esos individuos se encuentra en apuros y necesita nuestra ayuda?
Hemos pedido a Sergio García Torres, primer responsable de la Dirección General de Derechos Animales (DGDA), que nos explique qué dice el Gobierno de Pedro Sánchez respecto a este tema. “Los centros de protección, como Grefa, están estableciendo servicios mínimos, con la gente justa para cubrir lo básico. Sobre rescates, se recomienda que sea solo lo estrictamente necesario, y en coordinación con la policía”, asegura.
Sin embargo, no toda la policía está dispuesta a cooperar en la ayuda a los otros animales. Tal es el caso que nos cuenta la abogada especializada en Derecho Animal Laia García Aliaga, sobre el santuario Joplin. “La semana pasada recibieron aviso de que una cabra se encontraba sola, en mal estado de salud y en la vía pública, cerca de una carretera comarcal. El peligro de la situación era obvio, tanto para el animal como para todos los humanos que circulaban por esa carretera”, explica. Como es lógico en ese tipo de situaciones, los santuarios de animales del Estado recogen a los animales en apuros, les procuran atención veterinaria de urgencia, se encargan de su correcta identificación y les dan una vida mejor, a salvo de granjas y mataderos. Sin embargo, en este caso, las autoridades competentes amenazaron a las activistas con una multa de 600 euros si se llevaban al animal.
“Se intentó proceder al rescate en otro momento y, como era de esperar, el animal ya no estaba donde había sido visto cuando se les dio el aviso. No lograron encontrarla”, recuerda esta abogada. La responsable del santuario Joplin, Lili López, manifiesta su descontento: “A pesar de la situación actual, considero que hay labores que no pueden pasar a un segundo plano, por mucho que todo esté paralizado. Es necesario que ciertos sectores sigan funcionando. Tal y como un hospital sigue acogiendo a sus pacientes, los santuarios y refugios también debemos poder acoger a las víctimas más invisibilizadas, los animales. Siempre teniendo en cuenta los protocolos de actuación”.
Colonias felinas y programas CER
Sobre este tema, del que ya se hizo eco este blog, hemos preguntado a Conny Duarte, abogada y miembro experto de INTERcids, operadores jurídicos por los animales: “La mayor parte del trabajo de colonias felinas es trabajo de calle, por eso el impacto de esta crisis en enorme. Las consecuencias más importantes se dan en tres áreas: la alimentación, que afortunadamente ha sido explícitamente permitida en el comunicado, las esterilizaciones y los rescates”.
Conny Duarte también aconseja que las alimentadoras avisen a las autoridades con las que se encuentren y que siempre lleven consigo su carnet. El problema es que muchas personas con colonia felina registrada no disponen de ese carnet, así que se ven obligadas a llevar los papeles del registro, y aún así no todo el mundo puede demostrar con un documento que tiene la colonia registrada y es la persona responsable de la misma. Con respecto a los rescates, Duarte cree que “no nos vamos a enterar de las situaciones habituales de emergencia de animales en riesgo”, por lo que debemos concienciarnos sobre el estado de vulnerabilidad en que viven los otros animales y extender nuestra solidaridad también hacia ellos.
“En cuanto a las esterilizaciones”, nos dice, “son fechas muy complicadas y las que deberían ser realizadas no se van a poder llevar a cabo. Estamos hablando de dejar de esterilizar a cientos y cientos de gatos, que se van a reproducir en pocos meses”. Esto supone dejar a muchos animales en estado de máximo desamparo.
“Sobre los CER, nuestra recomendación es que se posponga hasta que pase esta situación”, dice el director de la DGDA. “Sin duda no es lo que nos gustaría, pero en una situación tan excepcional, y no existiendo protocolos para emergencias de este tipo con animales (algo que habíamos iniciado con la Dirección General de Protección Civil, pero que con todo esto se ha quedado paralizado), es mejor reducir al mínimo cualquier intervención de rescate”.
García Torres recomienda que “exista siempre una autorización a modo de salvoconducto de una entidad de protección y a ser posible acordada con una entidad local (ayuntamiento, por ejemplo)”. No sería la primera vez que se multa o se persigue a personas que, de forma desinteresada y con financiación privada, protegen a los animales vulnerables de las calles. Con la vigilancia intensificada durante el estado de alarma, conviene protegerse mucho más.
En Madrid, la semana pasada, la protectora AGAR denunciaba que llevaban días sin poder acceder al Parque del Retiro, donde viven centenares de gatos. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, propuso una medida que, desde AGAR, consideraban insuficiente: abrir el parque una vez a la semana y que sean los operarios quienes darán de comer a los gatos. Esto no sirve por distintos motivos: los animales pueden no fiarse de los operarios y estos no saben exactamente dónde se encuentran las colonias y pueden no percatarse de si hay animales que necesitan ayuda porque, sencillamente, no los conocen bien. Las alimentadoras se las están ingeniando para darles de comer alrededor del perímetro, pero siguen con el corazón encogido porque saben que en el interior hay gatos ancianos que pueden enfermar o, por miedo, quedarse sin alimento suficiente durante semanas. Agar comunicó unos días después que uno de sus voluntarios había podido acceder al parque para suministrar medicación a los que la necesitaban y valorar el estado de las colonias.
Además, surge otro problema asociado a las colonias felinas. Pilar Vaca, coordinadora de la protectora Animavida y responsable de que los gatos del municipio madrileño de Navacerrada estén atendidos, explica: “Sabemos que los felinos no se contagian de este coronavirus, es difícil que un gato de colonia tenga contacto con algún humano, por lo que la cuestión gira ahora en torno a nosotras, sus cuidadoras. Si nuestra vecina alimentadora enferma y no tiene quien la sustituya, la colonia puede quedar descontrolada, por eso es importante generar un tejido asociativo y de voluntariado que nos permita enfermar tranquilas”.
Abandonos, voluntariado y adopciones
El periodista Zigor Aldama respondía en una entrevista en este blog, sobre los casos de abandono y maltrato animal disparándose en China tras la crisis del coronavirus. Por supuesto, también hay muestras de solidaridad, pero parece indudable que allí la crisis ha agravado el problema del especismo con los animales considerados de compañía.
Aquí aún se está evaluando si la situación provocará un incremento en el número de abandonos. Se han reportado algunos casos, pero no parece que la pandemia haya agravado la ya precaria situación de los otros animales. Eva Fornieles, coordinadora del Área de Animales Domésticos de la fundación FAADA, nos dice: “No tenemos constancia de que haya habido un aumento de abandonos. En todo caso, dependiendo de la zona, puede haber algún incremento”.
Laura Duarte, presidenta de PACMA, comenta al respecto: “Llevamos todos estos días en contacto con muchas protectoras y, aunque la situación es muy variable según el territorio y por muchas circunstancias, por ahora no tenemos ninguna certeza de que haya habido un aumento de los abandonos de animales”.
Desconocemos, por tanto, el número de animales abandonados durante el estado de alarma, pero sí sabemos que hay una oleada inesperada de solidaridad por parte de la ciudadanía. “Tenemos una avalancha de gente que quiere ser voluntaria”, explica Frances Codonyes, responsable de voluntariado del Cau Amic de Sant Cugat. Para poder mantener las medidas de seguridad, han restringido la entrada y solo acuden al centro cuatro voluntarios.
Es llamativo el caso del CPA de Salamanca, la protectora Siempre Fiel, que se ha quedado sin animales a los que atender porque todos han salido en acogida esta semana pasada, según explicó Salamanca 24horas. El hecho de que la gente tenga más tiempo para estar en casa y dedicar más tiempo al cuidado de los animales podría repercutir de forma positiva en las adopciones. Pero aún tenemos que ver qué sucede con esas acogidas una vez acabe el estado de alarma.
Laura Duarte nos pide precaución al respecto: “Ya hemos sabido de varios casos en que las personas que ”querían un perro“ para poder salir a la calle se han puesto en contacto con protectoras, así que están extremando las precauciones”. Lo cual tiene toda la lógica, ya que para poder hacer una adopción en condiciones, las personas responsables del refugio o protectora tienen que hacer una visita al domicilio de la familia candidata para asegurarse de que todo está en orden, así como un seguimiento posterior. Ahora esto no puede hacerse, por lo que la presidenta de PACMA pide que “si realmente quieren adoptar, tengan la paciencia de esperar a que esta situación cambie y pueda hacerse con todas las garantías”.
Apuros económicos
Eva Aznar Morales, la presidenta de ABRIGA y fundadora de La Gatoteca, un acogedor cat-café en Madrid, también está afrontando las dificultades de estas semanas. “Seguimos teniendo los mismos gastos que cuando estábamos abiertos, tanto del cuidado de los gatos, como de alimento, arena, atención veterinaria o mantenimiento de las instalaciones, pero no se generan ingresos para mantener la balanza”, nos cuenta. “Nuestro proyecto está creado para la autogestión, pero como ahora estamos obligados al cierre de nuestro salón de gatos, peligra la supervivencia del proyecto en el caso de que esta situación se alargue. Estamos consumiendo el colchón que teníamos para emergencias, pero necesitamos el apoyo a distancia de nuestros seguidores para poder continuar”.
Por supuesto, en el caso de La Gatoteca, los rescates también están paralizados porque los reciben del Centro Municipal de Madrid y de otras asociaciones. Retomarán las adopciones y acogidas caso por caso para asegurarse de que los animales están pronto en sus nuevos hogares.
Esperanza Álvarez es veterinaria y tiene a su cargo decenas de animales en El Valle Encantado, un santuario madrileño. Le preocupa la gente que se ha quedado sin trabajo y teme que muchas de esas personas “terminen retirando las donaciones a la asociación”, así que está buscando ya otras posibles vías de financiación.
“Conseguir comida está siendo un poco complicado porque los proveedores de forraje o grano ya no te lo traen a casa. Los animales grandes se comen a diario cuatro balas de heno”, dice Elena Tova, directora del santuario El Hogar. Su principal miedo es que, con la crisis que se avecina, ya no entre dinero, “aunque los rescates no van a parar”. A Tova le preocupan especialmente todos los animales de granja que se vayan a abandonar ahora, sobre todo los más pequeños. Se sabe que muchos ganaderos dejan morir de hambre a sus animales cuando ya no pueden mantenerlos. “En momentos de crisis los animales sufren siempre mucho más”, concluye.
Activismo también desde casa
“Hemos iniciado campañas originales, como 'llevar a los gatos a la casa de la gente' a través de la emisión en directo de nuestro salón de gatos”, dice la fundadora de La Gatoteca. Poder ver en directo y gracias a las redes sociales a los felinos de este cat-café parece una buena forma de tener conectada a la comunidad, y financia proyectos de rescate.
Hay muchas formas de seguir ayudando a protectoras y asociaciones que están en estos momentos intentando resolver la situación de la mejor forma posible. Si, debido a la situación actual, no podemos, por ejemplo, acudir a los centros como voluntarias a pasear perros, se pueden organizar recaudaciones online para sostener estos proyectos. La mayoría se mantiene sin financiación pública y sin ayudas de ningún tipo. Se necesitan manos que trabajen online: en la creación de páginas web, como community manager, en la gestión online de socios y padrinos o como diseñadores gráficos, que puedan regalar unas horas de su trabajo para crear infografías o merchandising que pueda venderse para recaudar más dinero.
Las cosas pueden haberse paralizado o ralentizado, pero la vida no se ha suspendido, así que todas somos necesarias para poder sostener un tejido asociativo que mantenga también a los otros animales fuera de la precariedad. Poner los cuidados en el centro, como reclaman muchas compañeras, es fundamental. Aunque disminuyan los rescates de animales en este momento, cuando todo esto acabe necesitaremos dosis extra de solidaridad.
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