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Tiro al pichón: crueldad al margen de la ley

25 de mayo de 2022 06:00 h

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Polina y Serafina son dos niñas ucranianas que, el pasado mes de marzo, llegaron como refugiadas a la ciudad andaluza de Granada. Allí fueron acogidas por Macarena, quien preparó con mimo su habitación para darles la bienvenida y que se sintieran como en casa. Sin embargo, apenas 24 horas antes de recibirlas se vio envuelta en una polémica que incluso se trasladó a las páginas de los principales diarios locales: en la vivienda se escuchan sin cesar los disparos que provienen de la Real Sociedad de Tiro de Pichón de Granada, ubicada a escasos metros. “Por favor, no recibamos con tiros a dos niñas refugiadas de la guerra”, imploró a sus responsables. 

La anécdota hizo llover un aluvión de comentarios en las redes sociales de los distintos medios que se hicieron eco de la noticia. La práctica totalidad de ellos iba en la misma dirección. “Algunos solo se pronuncian cuando la crueldad va contra las personas aunque sea indirectamente”, decía una lectora del diario Ideal en Facebook. “Y si no vinieran niños ¿les parece algo bonito?”, se preguntaba otra. “¡Que lo prohíban para siempre!”, pedía una tercera.

Disparadas al vuelo

El tiro al pichón está reconocido como una modalidad deportiva donde es abatido un blanco vivo en un campo de tiro. Hay dos maneras de soltar a los animales: a mano o de forma mecánica. En esta última se introduce al ave en un tubo conectado a un motor de aire comprimido para que sea expulsada a una velocidad de entre 30 y 200 km/h y abatida antes de que pueda reaccionar y echar a volar. La peor parte no se la llevan las que mueren en el acto, sino las que resultan heridas y caen contra el suelo y mueren de forma agónica o rematadas a golpes cuando termina el campeonato, en caso de que aún estén vivas. Las aves son criadas en cautividad y enjauladas de por vida, y mueren sin haber volado nunca.

Esta cruel práctica sigue levantando polémica en toda España. En algunos casos, sus defensores se escudan en que se trata de una modalidad de caza, por lo que quedaría al margen de las leyes de protección animal. Sin embargo, una sentencia emitida en Galicia en 2017, tras ser demandadas la Xunta y el Gobierno por no dar autorización para el tiro al pichón al estar en vigor su nueva ley de protección animal, estableció que no se trata de una actividad cinegética. Otras comunidades autónomas han ido prohibiendo el tiro al pichón: Canarias lo hizo en 1991, Catalunya en 2003. Murcia, Baleares y Galicia lo hicieron en 2017 y La Rioja, en 2018.

En el lado contrario, llaman la atención casos como el de Andalucía, donde rige una ley obsoleta que no ha sido renovada, o el de la Comunidad de Madrid, donde el tiro al pichón se mantiene frente a la oposición férrea de ecologistas y animalistas. El pasado mes de octubre, Ecologistas en Acción denunció la matanza de 20.000 palomas para la celebración del Grand Prix Fedecat y de la Copa de S.M. El Rey-Somontes, que tuvo lugar en el Club de Tiro Somontes. Fue el último y más sangriento capítulo de una lucha que pudo dar un giro en 2016. Hubo una oportunidad de erradicar el tiro al pichón cuando la Asamblea regional elaboró una nueva ley de protección animal, la 4/2016. Pero Ciudadanos, en un quiebro de última hora, se echó para atrás y traicionó a Podemos y PSOE, con quien había pactado el voto previamente. 

Mientras tanto, en el resto de Europa esta modalidad de caza se ha ido prohibiendo progresivamente en todos los países a lo largo de este último siglo. El último en hacerlo ha sido el Parlamento de Portugal, que en 2021 prohibió el uso de animales vivos para la práctica del tiro deportivo.

La situación en Euskadi

El tiro al pichón está estos días de actualidad en el País Vasco. Allí, las autoridades barajan seguir permitiendo en su nueva ley de protección, que será actualizada en breve, el tiro al pichón, lo que ha llevado a que esta práctica cobre relevancia de nuevo. Se da la circunstancia de que en esta comunidad autónoma se lleva a cabo la modalidad más cruel, la llamada Tiro de Pichón Colombaire, en la que se introduce al pichón en un tubo para ser lanzado como se ha descrito anteriormente. La Federación de Caza de Euskadi fomenta y organiza campeonatos de tiro al pichón, pero no como caza, ya que no lo es, sino como actividad deportiva en campos de tiro. 

Se da la paradoja de que, si al tiro al pichón se le aplicara la ley de caza de Euskadi, la actividad estaría prohibida. La Ley 2/2011, de 17 de marzo, de caza en Euskadi establece en su artículo 39 que “se prohíbe el empleo de cualquier elemento perturbador para espantar o dirigir las piezas de caza, tales como artefactos pirotécnicos, bocinas, señales ostentosas ondeando, etc.”

El PP vasco ha sido uno de los principales defensores de esta práctica: ha solicitado al PNV que no la prohíba. “Ejercen una presión que, junto a la de los cazadores, puede provocar que el tiro al pichón se mantenga en una comunidad que presume de avanzada”, denuncia Ana Moreno, Presidenta de la asociación de defensa de los animales HAIEKIN.

“La falacia que sostiene la Federación de Caza de Euskadi es que es una actividad cinegética, pero como ya ha dejado muy claro la sentencia emitida en Galicia, no lo es”, explica Ana. “También es necesario aclarar lo que implica la captura de animales silvestres, ya que la versión de los organizadores de tiro al pichón varía según el momento: unas veces presentan a los animales como aves nacidas y criadas en cautividad; otras sostienen que utilizan palomas silvestres que viven y se reproducen en libertad en el medio natural y son capturadas y mantenidas en jaulas hasta el inicio del torneo. Pues bien, según el artículo 74, apartados b) y d) de la Ley 9/2021, de 25 de noviembre, de conservación del patrimonio natural de Euskadi, está prohibida la posesión y comercio de especies silvestres”, recuerda.

La presidenta de HAIEKIN, como todos los defensores de los derechos de los animales, lo tiene claro: “Si finalmente el Gobierno vasco permite este arcaico y cruel evento quedará a la cola en la protección animal”, advierte. “Llevamos casi 30 años esperando una nueva ley de protección animal para que finalmente se convierta en una ley de explotación animal”.

“El Tratado de Lisboa introdujo en los Estados miembros de la UE la obligación de poner en marcha políticas públicas integrales en defensa de los animales sobre la base de que los animales son seres sensibles y no meras cosas”, recuerda Ana Moreno. “Pero todo parece indicar que el Gobierno vasco seguirá anclado en el pasado más oscuro en cuanto a la protección animal para satisfacer los caprichos e intereses de un reducido sector de la población vasca. No podemos defender los derechos de los humanos e ignorar los de los animales. Como sociedad avanzada debemos erradicar prácticas aberrantes asentadas en tiempos pasados y condenar el sufrimiento animal que nos rodea”, concluye.

Polina y Serafina son dos niñas ucranianas que, el pasado mes de marzo, llegaron como refugiadas a la ciudad andaluza de Granada. Allí fueron acogidas por Macarena, quien preparó con mimo su habitación para darles la bienvenida y que se sintieran como en casa. Sin embargo, apenas 24 horas antes de recibirlas se vio envuelta en una polémica que incluso se trasladó a las páginas de los principales diarios locales: en la vivienda se escuchan sin cesar los disparos que provienen de la Real Sociedad de Tiro de Pichón de Granada, ubicada a escasos metros. “Por favor, no recibamos con tiros a dos niñas refugiadas de la guerra”, imploró a sus responsables. 

La anécdota hizo llover un aluvión de comentarios en las redes sociales de los distintos medios que se hicieron eco de la noticia. La práctica totalidad de ellos iba en la misma dirección. “Algunos solo se pronuncian cuando la crueldad va contra las personas aunque sea indirectamente”, decía una lectora del diario Ideal en Facebook. “Y si no vinieran niños ¿les parece algo bonito?”, se preguntaba otra. “¡Que lo prohíban para siempre!”, pedía una tercera.