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Su vida en tus manos

19 de diciembre de 2020 06:01 h

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Es el fantasma de la Navidad pasada, y no queremos que sea ni de la presente ni la futura. Sobre todo en estas fiestas tan críticas, que no han logrado ser una celebración del mundo post COVID-19, y que vienen arropadas por una fuerte explotación emocional, en todos los ámbitos de lo comercial. Soledades, pérdidas, más tiempo en casa, restricciones de ocio e innumerables carencias dispararon una ola de ventas de perros y gatos, durante los momentos de encierro en la epidemia de coronavirus. Y por desgracia también se disparó la terrible consecuencia del aumento de los abandonos, con las entidades protectoras de animales saturadas por encima de sus posibilidades de acogimiento. Por todo ello, hay que dar la bienvenida a la importante campaña impulsada por la actriz y directora Nuria Gago, que nos alerta y moviliza ante la cruel venta y regalo de animales como mascotas-objeto, y peor aún, como juguetes de usar y tirar.

De regalo adorable a prisionero en una jaula. Ese es a menudo el camino de perros y gatos comprados por capricho (incluso con el sobrenombre de cachorros de lujo, a precios desorbitados y convertidos en accesorios de moda). Esto es lo que nos presenta el spot de la campaña navideña #SuVidaEnTusManos:

Sencillo y eficaz, en un plano secuencia, este trabajo ideado por un equipo de de profesionales del cine (que han participado de forma altruista bajo la dirección de Nuria Gago) ha contado con la colaboración de la Fundación Franz Weber, y retoma el maravilloso cortometraje (estrenado en agosto de este año) que da nombre a la campaña: Su vida en tus manos. Un viaje subjetivo que nos planteaba: ¿cómo viviría un animal el camino de la compra hasta su abandono y, tal vez, su muerte?

“Vivimos en una sociedad muy consumista y pensamos en lo monos que van a quedar los animales en nuestro sofá o en la cuenta de Instagram, pero no nos paramos a pensar en sus necesidades”, declara Nuria Gago.

Nuestros hijos caninos y felinos

España es el país de Europa en el que se abandonan más animales domésticos: superamos los 300.000 individuos. Y no solamente son perros y gatos, sino también cobayas, conejos, ratas, hurones e incluso los reptiles. Aunque la cultura de la adopción está en alza, se sigue adoptando mucho más en países como Alemania (que a menudo recibe animales procedentes de nuestro país).

Recientemente, España se ha sumado a la imparable ola global de éxito comercial relacionado con los animales de familia. Esto sucede no solamente por la compra de mascotas (que se estima es menos de un 10% de ese negocio), sino por todo lo relacionado con la alimentación y el cuidado. Algunos datos recientes hablan de un mercado cercano a los 200.000 millones de dólares, y se espera un crecimiento global del 5% anual entre 2020 y 2025. El cambio demográfico que está sufriendo España ha llevado a cruzar la línea de presencia familiar de animales frente a hijos, y las estimaciones (según la ANFAC) hablan de “más de 28 millones de mascotas”, con un 40% de los hogares españoles con al menos un animal doméstico. Ya son un número mayor al de hijos e hijas, que son unos cinco millones menores de 12 años (según el INE de 2019).

La otra pandemia: vender vidas

Desgraciadamente, tratamos peor a nuestros hijos e hijas caninos y felinos, y los abandonamos (en términos generales) con mucha más ligereza. Las restricciones para salir de casa dispararon el lado más oscuro de la cría y venta ilegal de perros, que incluso se alquilaban para tener la coartada de romper el confinamiento. El tráfico de venta y alquiler por individuos o grupos al margen de la ley aprovechó al límite que los canales comerciales estaban cerrados. Pero, además, las vías de adopción estaban clausuradas por las medidas relativas al Covid-19 y como medida de precaución. Quizá fue erróneo no haber consentido la vía más respetuosa con los animales, pues en Estados Unidos y Australia sí estaba permitido, y tuvo la consecuencia positiva de disparar las adopciones y la acogida de animales, con la debida supervisión por parte de las entidades protectoras.

Aquí vivimos otra realidad: los refugios y protectoras sufrieron una nueva ola de abandonos en cuanto se inició la llamada desescalada, en la que muchos adoptantes o compradores ilegales se deshicieron principalmente de los perros, que incluso fueron utilizados para actividades delictivas, como el tráfico de drogas. Así lo declaraba en el mes de julio, en las páginas de elDiario.es, Arancha Sanz, abogada y portavoz de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid: “No vemos una salida fácil: bajan las adopciones, suben los abandonos y cada vez con menos ayuda económica”. Por si fuera poco, la crisis severa que se ha desatado en todos los sectores de la sociedad ha supuesto una caída de los recursos en las familias y los individuos, que, obligados a recortar sus gastos de hogar, han abandonado a los animales que compraron impulsivamente, sin la supervisión legal y adecuada que ofrecen las organizaciones dedicadas a la protección y bienestar animal.

La ley hace la trampa

No podemos echarle toda la culpa a la pandemia, ni a la lenta aunque creciente empatía animal de la sociedad española. Todas las crisis sacan lo peor de una época, y el lado criminal del ser humano siempre está preparado para sacar provecho de los más débiles, sean humanos o no-humanos. Gran parte de la crítica nueva ola de abandonos viene por el deseo de compra sin prejuicios (alimentado por el espejo inmoral de los social media y sus embajadores narcisistas). Pero también sucede por la existencia de un marco legal débil, prácticamente ausente en todo lo que tiene que ver con el tráfico de animales, la adopción y la supervisión de los adoptantes para que respeten el bienestar animal. Basta asomarse a las páginas web de compra-venta como MILANUNCIOS para visualizar con horror el comercio fuera de ley de perros, en un momento en el que las mafias se adaptan con agilidad y los animales se trasladan desde centros de cría situados en países como Rumanía, Hungría, Serbia o Rusia (tal y como ha informado Eurogroup for Animals). Esta web, además, ofrece cientos de anuncios locales, a pesar de que la Xunta de Galicia ha sancionado a la empresa responsable (Schibsted Classified Media Spain, S.L.) con 5000€, por faltas graves a la Ley 4/2017 de protección y bienestar de los animales de compañía en Galicia (según fue denunciado por la Asociación Animalista Libera y la Fundación Franz Weber).

En España sigue vigente una legislación nacional floja, como es la Ley 5/1997, de 24 de abril, de protección de los animales de compañía. Sus casi 25 años de antigüedad reflejan la urgentísima necesidad de ampliar y fijar con criterios serios y del siglo XXI numerosos aspectos que la sociedad civil, individual y organizada, pide con fuerza, gracias a una mayor conciencia, comprensión y movilización para la protección y vida de nuestros animales, familiares o no. Y los parches asterisco de las normativas nacidas en la fragmentada administración territorial, de gobiernos autónomos y municipales, siguen fallando por su empeño en no escuchar y beneficiarse de la guía profesional y experta que las organizaciones animalistas pueden aportar. La nueva Ley sigue sin llegar, exponerse, tramitarse, ignorando a una masa de seres sintientes que ya supera el equivalente a la mitad de la población española. 

El cambio, en tus manos

Pero no todo son malas noticias. La ciudadanía crece en alerta, conciencia y movilización, adelantando a los políticos y gobiernos en la toma de decisiones. Esto es lo que sucedió en agosto de este año con el terrible caso del perro Timple, que activó una movilización sin precedentes y generó la creación del Pacto de Teguise: una herramienta lista para usar que facilita iniciativas en los ayuntamientos que supongan el compromiso explícito en la lucha contra el maltrato animal, dedicando recursos y formación para la prevención de los casos que siguen surgiendo por toda España.

Iniciativas como Su vida en tus manos, recurriendo al potencial de las redes sociales como gran herramienta de comunicación y movilización, sirven para activar la responsabilidad social. Como dice Nuria Gago, impulsora del proyecto y activista desde su influencia social, “quien decide vivir con un animal debe hacerse un montón de preguntas, y estar a la altura de ese ser, para no acabar rompiendo su vida”.

Corto completo Su vida en tus manos:

Es el fantasma de la Navidad pasada, y no queremos que sea ni de la presente ni la futura. Sobre todo en estas fiestas tan críticas, que no han logrado ser una celebración del mundo post COVID-19, y que vienen arropadas por una fuerte explotación emocional, en todos los ámbitos de lo comercial. Soledades, pérdidas, más tiempo en casa, restricciones de ocio e innumerables carencias dispararon una ola de ventas de perros y gatos, durante los momentos de encierro en la epidemia de coronavirus. Y por desgracia también se disparó la terrible consecuencia del aumento de los abandonos, con las entidades protectoras de animales saturadas por encima de sus posibilidades de acogimiento. Por todo ello, hay que dar la bienvenida a la importante campaña impulsada por la actriz y directora Nuria Gago, que nos alerta y moviliza ante la cruel venta y regalo de animales como mascotas-objeto, y peor aún, como juguetes de usar y tirar.

De regalo adorable a prisionero en una jaula. Ese es a menudo el camino de perros y gatos comprados por capricho (incluso con el sobrenombre de cachorros de lujo, a precios desorbitados y convertidos en accesorios de moda). Esto es lo que nos presenta el spot de la campaña navideña #SuVidaEnTusManos: