El 8 de abril de 2021 la noticia sobre la investigación encubierta que llevó a cabo Carlota Saorsa recorrió las portadas de la prensa nacional e internacional. Las imágenes de extrema crueldad e insoportable violencia a la que sometían a los animales en los que experimentaban marcaron un antes y un después en el Estado español. Se trataba de la primera vez que se destapaba un caso así en el país y la respuesta en la ciudadanía fue inmediata. Los horrores de aquellas imágenes se quedaron grabados para siempre en las pupilas de quienes miraron el video. O de quienes lo intentaron, porque llegar hasta el final no resultaba nada fácil.
Desde entonces, muchas cosas han pasado, pero parece que nada ha cambiado. El laboratorio de investigación por contrato para farmacéuticas y biotecnológicas ha seguido operando con normalidad tras el escándalo, siendo contratado por organismos públicos como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) o el CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), entre otros. Sin embargo, la perseverancia y el empeño de activistas para que el caso no caiga en el olvido es un compromiso que se mantiene en el tiempo.
Desde la campaña Cerremos Vivotecnia por los Animales continúan trabajando día a día, denunciando los nuevos contratos que firma la empresa y promoviendo actos para que no olvidemos a los animales que siguen dentro del laboratorio, como la reciente manifestación que convocaron por las calles de Tres Cantos. Con motivo de esta fecha simbólica, que abrió nuestros ojos al infierno que soportan los animales en los laboratorios, la protesta recorrió las calles del municipio madrileño donde se localiza Vivotecnia.
La tarde del sábado 6 de abril estaba envuelta en una calima grisácea. Las voces de las personas que se concentraban a las puertas de la salida de la Renfe de Tres Cantos desperezaban los primeros minutos de las cinco en el reloj. Cerca de un centenar de personas desenrollaban pancartas, sujetaban carteles y gritaban al unísono Vivotecnia tortura y asesina. Los primeros pasos avanzaron hacia la calle de los Labradores, una vía que parecía poco transitada a esas horas, pero donde las consignas contra vivisectores e industria de la experimentación resonaron y despertaron la curiosidad de algunos viandantes.
La marcha avanzó hasta la plaza del Ayuntamiento, donde se realizó la primera parada para leer un comunicado dirigido a todas esas personas que continúan en la lucha por la liberación animal. Palabras que pusieron en valor el esfuerzo, el tiempo y el compromiso de estas personas hacia los demás animales, y que a pesar de todo siguen luchando y no se rinden. Una lectura que dio fuerza para continuar el camino y llegar hasta las puertas del edificio Qube, situado en el Parque Tecnológico de Madrid, lugar donde se alberga Vivotecnia. Desde la avenida de los Encuartes, una de las principales arterias del municipio, se atisba el esquinazo de los laboratorios, un bloque de hormigón crema con pequeñas ventanas, recogido por un extenso muro que llega hasta la plaza de la Encina. Los cánticos resonaron a lo largo del bulevar, regado por el olor de las lilas ya florecidas; un contraste para los sentidos, entre la esencia a primavera y el desfile de las macabras imágenes sacadas del otro lado del muro. Cánticos como El infierno de los laboratorios es un negocio de sucios empresarios o Tenéis las manos manchadas de sangre acompañaban a las fotografías de cerdos, conejos, ratones o primates, que las manifestantes portaban sobre palos y cartón.
Una hora después del inicio de la protesta, la marcha llegaba a las puertas del parque tecnológico Qube, rodeando el espacio de acceso con pancartas y consignas como No pararemos hasta que llegue el día en que toda jaula quede vacía o Respeto y libertad para los animales. Una lona blanca fue desplegada en la entrada del edificio, y mientras se hacía un minuto de silencio por los animales usados en experimentos, las asistentes fueron pegando sobre ella las imágenes que vimos aquel 8 de abril de 2021. Un minuto que se quedó corto para completar la treintena de imágenes desplegadas, acompañadas de las flores traídas por grupo de activistas desde Valencia. Imágenes que resumían algunas de las historias de horror que sufren los animales dentro del laboratorio y que, allí expuestas, a la vista de todos, dejaban al desnudo las palabras huecas de bienestar y ética, tan manidas por la industria de la experimentación animal.
El megáfono volvió a sonar, esta vez cargado de palabras dirigidas a Vivotecnia. Un comunicado directo y contundente donde se les conminaba a abandonar las prácticas de la vivisección y a apostar por otro modelo de ciencia, posible, en el que los animales dejen de ser usados como meros recursos. El discurso no olvidó nombrar a todos los organismos que contratan y avalan a Vivotecnia, y que incluso limpian su imagen, como la Asociación Española de Bioempresas (AseBio), entes que amparan las horribles prácticas de este laboratorio.
Las puertas del parque Qube permanecieron cerradas. Tras las ventanas ni rastro de movimiento. Pero a pesar de la aparente calma de esa tarde de fin de semana, dentro del parque tecnológico los animales siguen sufriendo y los experimentos no cesan. Mientras la manifestación concluía y se recogían lonas y pancartas, bullía en el ambiente el ánimo de seguir peleando.
El calendario trae en el mes de abril otra fecha señalada para la lucha contra la experimentación animal. El próximo 24 de abril se celebra el Día del Animal en Laboratorio, fecha en la que desde la Asamblea Antiespecista de Madrid se proponen una nueva concentración frente a la Sociedad Española para las Ciencias del Animal de Laboratorio (SECAL), un acto enmarcado dentro de la semana de acción contra Vivotecnia, convocada del 22 al 28 de abril y a la que se invita a participar a todas las personas desde cualquier lugar del mundo.
Porque, como se leía en uno de los carteles que se portaban en la manifestación del pasado sábado en Tres Cantos, No habrá paz para los malvados.
El 8 de abril de 2021 la noticia sobre la investigación encubierta que llevó a cabo Carlota Saorsa recorrió las portadas de la prensa nacional e internacional. Las imágenes de extrema crueldad e insoportable violencia a la que sometían a los animales en los que experimentaban marcaron un antes y un después en el Estado español. Se trataba de la primera vez que se destapaba un caso así en el país y la respuesta en la ciudadanía fue inmediata. Los horrores de aquellas imágenes se quedaron grabados para siempre en las pupilas de quienes miraron el video. O de quienes lo intentaron, porque llegar hasta el final no resultaba nada fácil.
Desde entonces, muchas cosas han pasado, pero parece que nada ha cambiado. El laboratorio de investigación por contrato para farmacéuticas y biotecnológicas ha seguido operando con normalidad tras el escándalo, siendo contratado por organismos públicos como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) o el CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), entre otros. Sin embargo, la perseverancia y el empeño de activistas para que el caso no caiga en el olvido es un compromiso que se mantiene en el tiempo.