La versión épica
La Plataforma ZOOXXI, que lleva casi 12 años de investigación minuciosa (y movilización ruidosa), exponiendo las vergüenzas del Zoo de Barcelona y los lobbies internacionales que lo manejan, logró un hito histórico hace justo un año: que el modelo de zoo que propone pase a ser una Ordenanza de obligatorio cumplimiento en la Ciudad Condal.
Tras la organización de una Iniciativa Ciudadana que comenzó en 2016 con la participación de centenares de activistas, y que recogió (y superó) las firmas necesarias para su tramitación, el Ajuntament de Barcelona aprobó por amplia mayoría un texto que levantó las ampollas del conservadurismo conservacionista, que vivía de la impunidad del silencio y la opacidad. Con una férrea oposición de los lobbies internacionales, que se instalaron durante meses en Barcelona (como es el caso de la internacional WAZA), la Plataforma ZOOXXI, compuesta por mucha gente común y corriente pero nutrida de un sector científico y académico, ajeno a cualquier interés económico o profesional en la explotación animal, acabó ganando esta partida. Como en esas películas donde la trama es dura y la contienda desigual, pero el final es épico y feliz.
Barcelona se convertía entonces en la primera ciudad del mundo en aprobar, vía normativa y por medio de la democracia participativa, un texto que le otorgó las herramientas necesarias para hacer de un lugar históricamente deplorable una herramienta valiosa para la conservación y para los animales. La celebración, en un día de lluvia torrencial, podía verse en las sonrisas de cientos de las personas que se habían esforzado durante meses, recogiendo miles y miles de firmas ciudadanas que pedían un cambio urgente en el modelo de zoo. También se sumaron a la alegría organizaciones y personas de muchos lugares del mundo y algunas incluso se acercaron en cuerpo y alma a la ciudad Barcelona para festejar tan colosal victoria, como Nathalie Poza, Nathalie Seseña, Fernando Tejero, Lluvia Rojo o Ruth Toledano, entre otras queridas amistades de la causa.
La Ordenanza se aprobó y la WAZA cerró su oficina en Barcelona al día siguiente, siendo que días antes ya había despedido a su director, demostrando así su único interés de intervenir en un proceso soberano de una ciudad democrática. Lo que viene siendo y llamándose un lobby empresarial de toda la vida. Y aunque sabíamos que una ordenanza no es el fin del camino, sino una herramienta más para seguir recorriéndolo, jamás pensamos que nos apuñalarían de la forma que lo está haciendo el actual gobierno municipal.
Segunda parte: versión de novela negra
Alguien apuñaló a la Ordenanza y a la participación ciudadana. ¿Quién pudo hacerlo?
Analicemos cómo fueron los hechos. La Ordenanza se votó el 3 de mayo de 2019 y en pocas semanas se celebraron elecciones municipales. Hasta entonces, partidos como PP, Ciudadanos o el PSC se habían mantenido contrarios a su aprobación, incluso a su tramitación (ya sabemos que esto de la democracia participativa no les va). En el caso del PP la posición era muy clara: no innovar. Para un partido tan conservador, las nuevos conocimientos científicos deben ser enviados a la hoguera (igual que los libros y los poetas). Lo que hicieron siempre estas derechas, vaya, nada nuevo bajo el sol. Curiosamente (o no) esa fue la postura que abrazaron y aplaudieron los empleados del zoo en la sesión de defensa de la Iniciativa Ciudadana. Obnubilados por la torpe demagogia del regidor derechista, acabaron pensando que la mejor forma de conservar sus puestos de trabajo era conservar las costumbres históricas que llevaron ese trabajo a tan férrea oposición ciudadana. Dejar las cosas como están.
Para Ciudadanos, en cambio, la ecuación es más simple: nada que sea bueno para Barcelona es bueno para su partido y por tanto su posición en contra era una confirmación de la nuestra, de que estábamos haciendo algo grandioso para la ciudad. La del PSC es más difícil de explicar, pero es donde podemos empezar a encontrar algunos indicios. ¿Por qué un partido progresista, o que se autodefine como tal, estaría en contra de algo tan claramente positivo para todo el mundo? ¿Por qué estarían en contra de la participación ciudadana? ¿Por qué el PSC asumió la posición más insultante contra la Plataforma ZOOXXI, tildándola, durante su tramitación, de títere del gobierno de Colau? ¿Por qué ni el regidor Daniel Modol ni su cabeza de grupo, Jaume Colboni, fueron capaces de atender ni una sola vez a la ciudadanía movilizada en la primera Iniciativa Ciudadana de Barcelona y, sin embargo, se reunieron innumerables veces con el lobby intervencionista de la WAZA? ¿Podría ser una pista a considerar que la empresa municipal gestora del zoológico (BSM) es una reserva de carnets socialistas? ¿Podría ser que después de decenas de años de gobernar la ciudad dejaron de herencia uno de los zoos más vergonzosos de Europa y sería mejor que eso no se destapara con tanta transparencia?
Pero para acabar de analizar los hechos y encontrar a los culpables de la conspiración que acabó en la puñalada a la Ordenanza, debemos tener en cuenta que Ada Colau, en su acuerdo de Gobierno, entregó la gestión del zoo al PSC, lo que, después de la experiencia observada durante la tramitación de la Iniciativa Ciudadana, es el equivalente a darle a Vox la gestión de acogida de inmigrantes. Janet Sanz, hasta el momento responsable del asunto, pretendió calmar nuestros ánimos, pidiendo que le diéramos un voto de confianza a Laia Bonet, que quizás ella no es como sus compañeros de partido, fundamentalistas del sistema carcelario animal y amigos de la opacidad de la institución.
Laia Bonet nunca nos atendió. Incluso cuando nos dio cita una vez. Luego la suspendió pero nos dio otra. Y así tres veces más. Y a la cuarta, con nosotras ya sentadas en su mesa, ni se presentó ni escribió ofreciendo excusas, despreciando así no solo a nuestra Plataforma sino a las decenas de miles de firmas que ella representa. Informamos de esto a Ada Colau y solo nos dio largas, avalando así el comportamiento ninguneador.
Para hablar el asunto y poder interpelar al Gobierno, convocamos un Consell municipal extraordinario, que se celebró el pasado 6 de febrero, y tanto Laia Bonet como el director del zoo, Sito Alarcón, se dedicaron a evadir las preguntas y se centraron en afirmar que todo estaba muy bien y que ya tenemos el zoo que queremos, tal y como publicaron en su campaña de publicidad engañosa 'El zoo que volem' (El zoo que queremos), como si ya estuviera todo hecho y no quedara nada por hacer.
La novela negra acaba entonces con una conspiración entre quienes, a cambio de mantener el poder en la ciudad, son capaces de venderlo (o regalarlo) todo, incluso el único ejercicio de participación que en esa ciudad ha habido. La ciudad de una alcaldesa que precisamente sin la participación no se habría hecho tan famosa ni hubiera podido ganar las elecciones.
Género humor: aunque no haga ninguna gracia
No nos olvidemos de que la actual dirección del zoo, que el grupo de Barcelona en Común vendió como el gran cambio de gestión, lleva en su puesto más de tres años. Habían prometido cambiar el paradigma del zoo hacia un modelo revolucionario, del siglo XXI, incluso usando gran parte de nuestra retórica de campaña. Pero en los tres años que llevan al timón de la institución no pudieron cambiar ni un snack. Y lo digo en serio: tienen carteles alertando sobre el negativo impacto del aceite de palma en Borneo, razón con la que justifican encerrar y reproducir orangutanes que jamás verán la selva, a la vez que ocho de cada diez productos vendidos en el zoo contienen, todavía a día de hoy, aceite de palma. De algún modo, esto, que parece anecdótico, explica la realidad de los zoos actuales: mientras peor le va a la naturaleza, mejor le va al zoo y viceversa.
Y esto lo demostró con claridad el zoo de Barcelona con su vergonzoso silencio, a la vez que con su financiación de un lobby llamado EAZA, que durante toda la convención de CITES en Ginebra se dedicó a pedir que los zoos puedan seguir atrapando bebés elefantes de la naturaleza. Cientos de tuits y solicitudes pidieron a Ada Colau, a Laia Bonet y a otros componentes del Gobierno que el Zoo de Barcelona se desmarcara de esas posiciones. Pero no solo no lo hicieron, sino que publicaron un tuit diciendo lo maravilloso que es el lobby de la EAZA para la conservación de especies, algo que hemos desmontado por completo en la página LaManoDetrasDelZoo.org.
Como les advertía, es género humor pero no hace gracia. Lo único chistoso es que crean que seguimos creyéndonos sus discursos y que muchas veces ellos mismos se los crean.
Y para el final, el género misterio
De la Ordenanza, técnicamente hablando, aún no se ha aplicado nada. De hecho, la ignoran y solo mencionan el plan estratégico. La única mención de la Ordenanza que hemos escuchado a la señora Bonet ha sido durante el Consell municipal del 6 de febrero, en relación a la elaboración, por parte de la dirección del zoo, de los planes de protección de hábitats y de especies, así como a la creación del nuevo comité científico y de ética.
Entendiendo la situación actual, pero especialmente porque hay una clara constatación de que las pandemias están relacionadas con la destrucción de los ecosistemas y la explotación de los animales, hemos pedido que se acelere la presentación de dichos planes. Dada la delicadísima situación económica actual, el zoo debe utilizar los recursos públicos para convertirse en un servicio esencial para la protección de los animales y de la naturaleza, única forma con la que seremos capaces de protegernos de nuevas pandemias y, aún más grave y acuciante, de los efectos de la emergencia climática y de la pérdida de biodiversidad.
Dicen que no hacen culling, pero no publican datos ni de muertes ni de nacimientos.
Dicen que reciben inspecciones, pero la Generalitat acaba de respondernos a una petición diciendo que llevan desde 2011 sin hacerlas, cuando tendrían la obligación de haberlas hecho.
Dicen que están construyendo los planes de especie, que aprobó nuestra Ordenanza. Pero aún no los muestran.
Dicen... Dicen... Como dijeron que iban a cambiar los snacks...
Y siguen diciendo que van a aplicar la Ordenanza aprobada por participación, pero hasta el momento no hemos visto pasos decididos en esa dirección, dado que el zoo de Barcelona sigue criando animales que no forman parte de ningún programa de protección de hábitats y que solo sirven para continuar con el intercambio de animales entre zoos, la mayoría privados. En estos meses de pandemia hemos visto a los zoos pidiendo ayudas públicas para poder mantener a los animales. Es obvio que si los zoos fueran un servicio esencial de protección de la naturaleza se hubieran protegido como tales. Pero la realidad es que los zoos son parques de ocio en los que la vida de los animales se encuentra mercantilizada.
Estaremos muy pendientes del contenido de los planes de hábitat y de especie, y exigimos, en cumplimiento de la ordenanza, la paralización de la cría de aquellas especies que no vayan a disponer de dichos planes. Recordemos que los planes contemplan también la participación del zoo en proyectos elaborados por otras instituciones u organizaciones, nacionales o internacionales, que estén realizando este tipo de proyectos en la naturaleza. ¿Creemos que lo harán? ¿El Gobierno de Colau está dispuesto a pagar el precio de despreciar la participación? ¿Seguirá el zoo en manos del PSC? ¿Seguirá sin transformarse el Zoo de Barcelona, financiando a los lobbies depredadores de la naturaleza como la EAZA o la WAZA?
Todo esto, de momento, seguirá siendo un misterio.