Debemos empezar desde el principio, visualizando y repasando la vía, los posibles seguros y las posibles caídas, que generalmente se simplifican en las vías desplomadas y difíciles, aunque, sin embargo, en terreno de aventura, la lectura será continua, tanto en las reuniones, como durante la escalada. Asumir el riesgo es analizarlo, creer que puede ocurrir y aceptarlo como parte del juego, sin apartarse del problema a esperar que se solucione solo, ya que si no lo aceptamos antes, éste se nos volverá a presentar en cualquier momento y no estaremos preparados para afrontarlo y solucionarlo, retrasando nuestra escalada sin permitirnos superarnos y lo que es más importante, llevándonos a correr riesgos innecesarios.
Una vez analizada la vía debemos preparar el material necesario, colocarlo de manera ordenada y cómoda según su uso, pensando en el momento en el que tengamos que colocar una pieza, ya que nos podemos ver obligados a hacerlo de manera incómoda o al límite de nuestras fuerzas. Practicar desde el suelo es una forma segura de ganar agilidad, tanto para chapar la cuerda como para la colocación de un seguro. La cuerda, como ya bien sabemos, es ese elemento de seguridad de uso simple o doble del cual depende nuestra vida en caso de caída y que además absorbe la fuerza de choque generada por la velocidad de nuestro cuerpo al caer y que se ve reducida por debajo del valor límite para que no recibamos un impacto de lesión irreversible. Sí, la cuerda, hace todo eso y mucho más, siempre que el nudo de encordamiento esté bien anudado y peinado, y el asegurador esté atento y sea capaz de parar la caída y a su vez dinamizarla. Pero no solo con esto es suficiente, debemos llevar la cuerda de manera correcta, para no tropezarnos al caer y golpearnos la espalda o la cabeza. La cabeza es una de las partes del cuerpo más fáciles de golpear y a la vez más delicadas, ya que es posible que solo haga falta golpearnos una vez para sufrir una lesión irreversible. Por eso, seguimos sin entender como muchos escaladores no usan casco. En dos caídas sufridas como escalador, y una con bastante gravedad, se me partió el casco en ambas, salvándome seguramente de una lesión seria en la cabeza, o incluso la vida porque llevaba el casco. Es verdad que no usar casco te da una imagen de mayor libertad y naturalidad, pero aquel que sabe danzar en la roca, esto lo consigue a través del movimiento, la dificultad, el subir alto y lejos, etc., y no por no llevar el casco.
Pero volviendo de nuevo a la cuerda, el guiado de ésta depende de la inclinación de la pared, más sencillo en desplomes que en placa, debemos llevarla entre las piernas o sobre éstas en función del último anclaje, la dirección de la vía y cómo está posicionada la cuerda en caso de caída para que no se enganche con el talón y caigamos boca abajo. Si la cuerda te viene de un lado, lo mejor es llevarla sobre un muslo o pie e incluso de costado en desplomes. Si está totalmente alineada con nuestro cuerpo, la dejaremos entre las piernas siempre que veamos que está bien. Si esto nos cuesta entenderlo, es muy fácil fijarnos en otro escalador, bien en la misma vía o en otra para percatarnos si lo está haciendo bien o si se puede mejorar, colocando la cuerda o el cuerpo de una forma u otra. No siempre es fácil llevarlo todo perfecto ya que nuestra atención puede estar puesta más en la vía que en el material, pero si nos vamos mentalizando desde el principio a medida que vayamos escalando nos resultará más fácil hacerlo. Por cierto, la cuerda tiene que estar siempre bien chapada sobre el mosquetón, de manera que el cierre o gatillo no se golpee con la roca, debilitando la resistencia es éste por deformación y rotura. Además, no hay que olvidar que debemos tener el gatillo en el lado opuesto a la dirección de nuestra caída para que no se golpee y no se vaya a salir por una mala colocación o chapaje. La cuerda, al deslizarse por el mosquetón, le gira en la dirección del escalador, por eso debe rozar la zona más resistente del cuerpo del mosquetón y no de su cierre.
La caída tiene que ser siempre hacia atrás y no debemos intentar agarrarnos a la pared, sino todo lo contrario, separarnos de la pared para así conseguir la máxima tensión de la cuerda, su elongación después, y así prepararnos mejor para la recepción contra la pared de manera que amortigüemos con los pies y la flexión de las rodillas. En zonas desplomadas, la caída suele ser en el aire y la cuerda absorbe la caída que generemos. Sin embargo, en terreno fácil o con repisas tendremos que prestar especial atención a la forma de caer, eso si, siempre tratando de evitarla en un primer momento si es posible, y en caso de que ocurra siempre ayudados por el asegurador y la cuerda. En placas, sin embargo, tenemos que correr o dirigirnos hacia un lado para tensar la cuerda y luego correr en la dirección que la cuerda nos marque para anticiparnos, evitando el rasparnos o golpearnos con la pared. Ésta es una practica muy poco común entre escaladores y menos en vías de dificultad donde el límite de reacción viene dado por la rotura de un trozo de granito o goma del pie de gato, lo que nos da milésimas de segundo para reaccionar.
Las caídas en hielo, algo menos comunes, se suelen deber a errores en las salidas de las vías o resaltes donde comienza lo que se supone más fácil y donde hay que poner especial atención a la colocación de la cuerda para no caer de espaldas si nos enganchamos con las cuerdas. En muchas ocasiones, se deja demasiada distancia con el seguro anterior al pasar a un terreno más fácil, y en caso de caída, acabamos golpeándonos con un crampón sobre el hielo sin poder amortiguar o dinamizar la caída. En vez de evitar estas situaciones colocando un seguro cerca de la salida vertical a terreno más fácil. En terreno vertical de 90º es importante saltar para poder colocarnos con todas las puntas del crampón al recepcionar contra la pared. Con inclinaciones mayores de mixto caeremos al aire y en inclinaciones menores podemos recoger los pies como una autodetencion, deslizar y esperar que la cuerda dinamice hasta parar la caída. Intentar autodetenerse en una pala muy pronunciada es prácticamente imposible, por eso es imprescindible avanzar con seguridad y estar muy atentos para no perder el equilibrio, golpearnos de mala manera con las herramientas de trabajo, etc.
El saber volar de manera segura también sirve para poder reaccionar y desenvolverse correctamente en caso de caída, para aumentar nuestra seguridad y aparcar el miedo a sufrir una caída, y a preverla al obligarnos a estar en tensión y centrados en ciertas situaciones que requieren una mayor concentración. Todo esto forma parte del entrenamiento mental de cualquier escalador que quiere dejar de pensar constantemente en una posible caída. Llegará un momento en el que el cuerpo se colocará de forma automática al sufrir una caída, llevando a cabo la colocación del material de manera rápida y correcta para que esté todo listo, y nos tengamos únicamente que centrar en el movimiento y la progresión. Si el miedo aparece será solo porque debemos prestar especial atención sobre alguna situación que no controlamos y que nos genera dudas, como puede ser el estado físico en el que nos encontremos. Solo si estamos en total sintonía con nosotros mismos y aprendemos a escucharnos, podremos escalar en armonía y disfrutaremos mucho más de lo que hacemos.