Brasil reeditó sus laureles en la Copa del Mundo, que se ha venido disputando en Japón desde el 18 de noviembre hasta el 2 de diciembre, mientras que España concluyó en la quinta posición, en la que constituye la mejor clasificación de siempre y que le permite establecerse, por méritos propios, en la elite del voleibol mundial.
España fue consciente de que tenía mucho que perder y poco que ganar y también de su superioridad. Ambos aspectos, a estas alturas de competición y con el cansancio acumulado, siempre suponen un riesgo.
El inicio español fue demoledor con tres bloqueos ganadores en los primeros siete puntos, que pusieron los cimientos para el puente de plata hacia la victoria. El 25-16 del primer set y el 25-22 del segundo parecieron dejar las cosas casi sentenciadas, pero la selección se relajó y Túnez aprovechó su oportunidad.
Bastó la entrada de Kike De la Fuente en el equipo por Manuel Sevillano para que ese plus de seguridad que aporta el jugador gallego fuera suficiente para que la selección volviera a dominar con claridad.
Con cinco victorias consecutivas en los últimos cinco partidos, España se ha encaramado a la quinta plaza de la Copa del Mundo. Un resultado excelente que le hace aterrizar con éxito en la elite del voleibol mundial.
Brasil ya había obtenido la clasificación para los Juegos Olímpicos en la jornada anterior, por lo que el partido contra el anfitrión, Japón, fue casi como una exhibición, como un homenaje a los campeones.
Tras la selección nipona, Brasil es el equipo favorito de los japoneses. Por eso los organizadores dejaron para el final este partido, cuando todo el mundo sabía que la auténtica final fue el sábado en el partido contra Rusia.
Bulgaria, con la motivación de obtener la clasificación directa para los Juegos Olímpicos de Pekín, derrotó y no dio opciones de victoria a una Argentina, cuyo único objetivo es preparar a su joven equipo y dotarle de experiencia para el preolímpico de la primera semana de enero.
El calendario final de Argentina era más que duro, ya que debía enfrentarse a los mejores en el tramo final de la Copa del Mundo, justo cuando el cansancio y la falta de objetivos más podía dañar a la albiceleste por la juventud de sus jugadores.
Los jóvenes argentinos se esforzaron al máximo, pero en las pocas ocasiones en las que se acercaron en el marcador, el bloqueo y el ataque de los europeos se encargaron de recordarles cual era su papel en ese partido.
Rusia obtuvo la tercer plaza para Pekín al ganar en un partido agónico ante Estados Unidos, que se alargó hasta el quinto set. Rusia se rehizo de la frustración de perder el título ante Brasil y reaccionó para conseguir plaza para Pekín.
La decepción se apoderó de Puerto Rico y tras perder ayer contra Australia y tirar por la borda la posibilidad de acceder al quinto puesto, volvió a perder contra Corea del Sur, que sólo ha ganado dos partidos en toda la Copa del Mundo.
Los boricuas parecían haber aprendido a controlar sus emociones, sobre todo en las primeras jornadas, donde asombraron a todos con su victorias y con su juego. Estaban centrados en la pista y habían aprendido a mantener un nivel constante de juego, con pocos errores en cada set.
Ese fue el secreto de su éxito, pero todo se ha ido por la borda en los dos últimos partidos. El cansancio puede ser un factor importante, pero todos los equipos han tenido el mismo desgaste y pocos han tenido un bajón tan espectacular como el de los centroamericanos.
Carlos Cardona, seleccionador de los boricuas, se lamentó del “mal juego del equipo”, pero sobretodo de la “actitud” de los jugadores. “Creía que habíamos tomado medidas para mantener la tensión en los campeonatos largos, pero parece que no ha sido suficiente”, declaró en sala de prensa.