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Fin de año fúnebre en la despedida de Mel

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —
22 de diciembre de 2024 18:32 h

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Un equipo plano que siempre garantiza un error con valor de partido solo puede aspirar a un descenso decoroso. El Tenerife es ese equipo en esta Segunda División y si quedaba alguna duda sobre su lugar a seis meses vista lo ha terminó de aclarar este domingo en Burgos. Le cayó otra derrota en El Plantío, impropia según se mire desde cualquier plano: su historia en la categoría, el presupuesto que maneja, los jugadores que alinea y el técnico que los conduce.

Ya sin Pepe Mel –el último desvarío de una era que deja al Tenerife desnortado, abocado al descrédito deportivo y la ruina económica–, quien se avenga a dirigir este escenario decembrino desolador lo hará sin red: cuarenta puntos para sacar no se sabe de dónde, una plantilla fuera de forma y media incapacitada siquiera para el reto de evitar el ridículo. Con medio año trágico camino de otra refundación, el tinerfeñismo se consumirá en la hoguera para arrancar en julio desde la nada.

Mel volvió a corregir el once para tratar de despedirse de su segunda etapa en la Isla con más decoro defensivo. Le dio el lateral izquierdo a Rubén Alves, emparejó a Maikel Mesa con Gallego y fue titular por tercera vez en liga Marlos Moreno, solo más activo que Cantero como mérito, así lucen hoy entre los blanquiazules. Con ese cuadro de actores principales y un Burgos casi con la misma aversión al riesgo, el Tenerife se conformó con no desabrocharse demasiado en veinte minutos de obertura blanquinegra, una fanfarria pobre con tanto dominio de balón como yerma de ocasiones. Un quiero y no puedo de cada uno. El Burgos buscando en vano una pelota limpia para Curro Sánchez o Fer Niño y el Tenerife alejándolas de su área con el método del lanzamiento largo. Y de seguido, defender, defender y volver a defender.

Cuando se convenció de que repitiendo pases más cortos sumaba jugadores cerca del área local, el Tenerife tuvo un rato largo más cómodo. Circuló lo justo con Diarra y Aarón –un talento desperdiciado por el empeño de sus mayores en ignorarlo como recurso atacante o como lanzador del balón parado– y pudo encerrar al Burgos en su campo. Que no sacara rédito de ese falso dominio posicional era lo previsible. Como en Huesca, Waldo no conjugó con centros al área y a Gallego solo le surgió un remate enfrentado a Cantero al que llegó a tiempo Aitor Córdoba para negarlo.

Consumado ese rato de protagonismo insípido, se rehízo con el medio juego el Burgos y firmó Curro Sánchez –luego determinante– el otro remate de valor del encuentro. Andando el minuto 40, un golpeo envenenado llegando en carrera –ganada la espalda Aarón– que Badía desbarató en su mejor estilo de portero de reflejos.

Y luego el 1-0 efímero a un minuto del entreacto, tras la definición de Fer Niño en una vuelta a campo abierto del Burgos mal negociada por José León, una carrera hacia atrás aculándose sin remedio, que le dejó vendido llegado al área pequeña, también con el portero vencido en lo que elegía tapar al pasador o al delantero que esperaba. A Dios gracias para el Tenerife, el VAR reconvino al árbitro para hacerle ver la falta a Maikel Mesa de la que había nacido la jugada.

En esos veinte minutos escasos encapsuló el Tenerife la búsqueda del gol. Regresado de la caseta, Mel no movió fichas hasta que Waldo no le pidió las sales. Lo cambió por un Dani Fernández inapropiado para este futbol medroso. Le pasa como a Teto cuando Ramis lo exhibía a poquitos. Asea cualquier balón que le llega, lo guarda y de la pausa sale un pase con sentido o al menos una falta, pero juega –como Aarón ahora– ignorado por un grupo que mide la confianza mirando el DNI.

Fue una segunda mitad plácida para el Tenerife, poco exigido por un rival incapaz de meter una marcha más hasta que se apareció la metedura de pata de cada semana, ya con Íñigo Córdoba en el campo y en lo que Mellot se desbarataba. Lo relevó –frío, frío– David Rodríguez, retratado en el desastre cuando Córdoba le quebró la cintura para fabricarse un centro plácido al área chica, donde esperaban sin marca Curro Sánchez y su cabezazo cómodo con Badía sobrepasado.

Con seis y otros seis por jugarse, Mel cambió por cambiar, ya derrotado el Tenerife en una epifanía grotesca que incluyó varios tuyamías entre los centrales solo propios del que va ganando, si no fuera porque este Tenerife cierra el maldito 2024 con la épica en el vestuario y los futbolistas que le dieron lustre no hace tanto reducidos a su peor versión.

Venga quien venga será hasta junio un martirio sobre las brasas de un camino construido entre charlatanes, pícaros y mesiánicos de medio pelo.

Burgos CF: Cantero; Pipa (Anderson, m.75), David López, Aitor Córdoba, Florian Miguel (Íñigo Córdoba, m.67); Atienza, Mario Cantero (Iván Morante, m.46); Sancris, Curro, Borja Sánchez (Dani Ojeda, m.58); y Fer Niño (Edu Espiau, m.58).

CD Tenerife: Badía; Mellot (David, m.80), Sergio, José León, Rubén Alves; Waldo (Dani Fernández, m.67), Aarón (Ángel, m.86), Diarra, Marlos (Cantero, m.86); Maikel Mesa (Teto, m.80) y Gallego.

Gol: 1-0, m.84, Curro.

Árbitro: Manuel Ángel Pérez Hernández (Comité Madrileño). Amonestó a Mario Cantero (m.19), Borja Sánchez (m.24), Curro (m.43); y a los visitantes Enric Gallego (m.90+2) y Sergio (m.90+8).

Incidencias: partido de la vigésimo primera jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División). Estadio de El Plantío, ante 8.501 espectadores.