La UD saltaba al césped del Gran Canaria dando la oportunidad que brinda la competición copera a jugadores que aún no se habían estrenado, como Asdrúbal o Nili, al igual que la Real Sociedad.
Se presentaba un partido insulso, con poca propuesta por ambos equipos, conscientes de que su competición está en La Liga, en mantenerse. Continuar en la Copa es más un problema que un éxito.
Y como viene siendo habitual, y preocupante a estas alturas, los amarillos encajaban el primero en los inicios del encuentro. Bruma adelantaba a los suyos en el minuto 10 de partido tras recuperar el balón en el área ante el despiste de la defensa de Las Palmas.
Era la primera de los visitantes y acertaban, mientras los locales habían tenido la primera a través de William José, que remató por encima del larguero desde fuera del área.
De los 20 goles en contra que ha encajado el equipo contando este encuentro de la Copa del Rey, ocho han sido en los primeros quince minutos de partido.
A partir de ese momento Las Palmas mantenía la posesión sin llegar y la Real disfrutaba de su renta con gol fuera sin complicaciones.
Una falta lanzada por William José haría reaccionar a los aficionados tras la intervención de Oier para mandarla a un córner.
Sería a la contra desde la banda de Nili donde se desarrollaría la jugada que acabaría en el empate. Con fe, el canterano se internaba en el área y el balón acababa en los pies de Asdrúbal, que era derribado claramente. El primero que gozaba la UD en toda la temporada.
El 9 de Las Palmas lanzaría el penalti, que adivinaba Oier, pero en el rechace anotaría el tanto en el primer partido que disputaba en Primera División.
Una buena noticia a la que rápidamente le acompañaba una complicación más para los amarillos que, como se dice, nunca vienen solas.
Pedro Bigas, lesionado, tuvo que ser sustituido en camilla y entraba Vicente al no contar en el banquillo con ningún central. Hernán pasaba a acompañar a Garrido en la defensa y Vicente se incorporaba al medio. No pintaba nada bien la lesión del central amarillo.
Y cuando Las Palmas gozaba de sus mejores momentos del partido, tocando la pelota en el campo contrario, una ofensiva de los donostiarras en la recta final de la primera mitad acababa en un penalti muy absurdo cometido por Javi Garrido al derribar a Chory Castro sin balón.
Rubén Pardo era el encargado de materializar la infracción, pero Raúl Lizoain, en una gran intervención, evitaba encajar el segundo mientras el Gran Canaria aplaudía al guardamente amarillo.
El empate prevalecía en el marcador en un encuentro que llegó al ecuador más animado de lo que empezó. La UD se creció tras el 1-1 y el penalti parado por Raúl Lizoain y se mostraba más expeditivo que los donostiarras, con la posesión del balón y gozando de más ocasiones.
El guión continuaba idéntico en la segunda mitad. Las Palmas empujaba cada vez más y la Real achicaba y salía como podía, sobre todo gracias a Bruma, el mejor de los donostiarras.
Cumplidos los primeros cinco minutos de partido, tras una gran combinación de pases en el área de la Real Sociedad, El Zhar sería derribado en un claro penalti que el árbitro Álvarez Izquierdo no señalaba.
La jugada continuaba y se iba a córner. El Zhar era el encargado de lanzar el saque de esquina, medido a la cabeza de Hernán, que daba la vuelta al marcador con un testarazo que acababa en la red de Oier.
Imparable, dos a uno en el Gran Canaria y los amarillos querían ir a por más. Valeron demostraba que sigue teniendo fútbol, y mucho, en sus botas y entregaba una asistencia a William José que obligaba a Oier a realizar un autentico paradón.
El de Arguineguín volvió a poner en pie al Estadio de Gran Canaria con una asistencia de otro planeta, por encima de todas las líneas, que ponía a William José absolutamente solo ante Oier. Pero el brasileño no supo aprovecharla y la defensa donostiarra interceptó la pelota.
La Real no daba por perdido el partido y daba salida a Canales para tratar de llevarse un resultado más favorable y Setién, lejos de conformarse con el 2-1, quitaba a Garrido por Jonathan Viera en una clara a puesta por aumentar la renta de goles antes de ir a San Sebastián, aún a riesgo de encajar el empate.
Ninguno de los conjuntos volvería a atravesar la portería contraria y el dos a uno imperó al final del encuentro. Una noche de remontada fraguada por el hambre de los jugadores que habitualmente ven los partidos desde el banquillo, y que se lo pondrán incluso más difícil al técnico cántabro para elegir sus alineaciones.