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La historia del hombre que lideró el milagroso ascenso del CD Tenerife

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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El 28 de junio de 1989, bien entrada una calurosa noche, el CD Tenerife comenzó a sellar su segundo ascenso a Primera División con un 4-0 en el Helidoro Rodríguez al Real Betis. Pese a la derrota (1-0) en la vuelta de la eliminatoria de promoción, aquella goleada dejó el camino expedito para un grupo que lideró desde el banquillo Benito Joanet.

Treinta años después de aquella gesta, recuperamos una entrevista realizada al técnico tinerfeñista incluida en el libro Los ascensos del CD Tenerife, del sello AyB Editorial, del que fueron coautores Juan Galarza, Luis Padilla, José Rojas y Santiago Trujillo. La obra recoge los cuatro casos de éxito en los que el representativo acabó con su paso a la élite nacional.

Benito Joanet Jiménez (Barcelona, 1935) forma parte del santoral blanquiazul desde que dirigió al CD Tenerife hacia su segundo ascenso a Primera División. Sólo estuvo una temporada en la Isla, pero su huella es imborrable. El cariño es recíproco. Desde su casa de Alicante, al recibir la llamada del periodista, la primera pregunta la formulan él y su familia, interesados en conocer las consecuencias del temporal que esos días afectaba a la Isla. Y antes de la despedida, acabado ya el repaso sobre el estado de sus antiguos discípulos y colaboradores, la charla se centra en el CD Tenerife, en “el palo” que supuso la derrota más reciente, en sus posibilidades de ascenso y en “la necesidad de recuperar la confianza”.

Pero toca hablar de lo ocurrido en el ejercicio 88/89, del que tiene “un recuerdo muy grato”. “Años antes había ascendido a Primera División con el Castellón y con el Cádiz… pero lo de Tenerife fue diferente y, personalmente, me dejó una huella muy grande. Además, tres años después me retiré, por lo que el impacto que dejó el ascenso con el Tenerife en mi vida ha sido mucho mayor”, agrega un técnico que, sin mediar pregunta, empieza a recordar historias de aquel curso para concluir que “la clave del ascenso fue la unión del vestuario durante todo el año, en los buenos y los malos momentos. Empezamos sin aspiraciones y con mucha cautela, pero la plantilla supo adaptarse muy bien a la condición de aspirante al ascenso”.

Y Joanet encuentra un episodio clave en el que se manifestó el compañerismo de los futbolistas: la lesión de Mínguez en Castellón en partido de Copa del Rey. “Todos se desvivieron por ayudarle, por tranquilizar a su mujer, por facilitarle el traslado a Madrid…”, explica el entrenador de aquel Tenerife, quien recuerda como “una fi esta” cada uno de los desplazamientos Puerto de la Cruz-Santa Cruz que afrontaba el equipo antes de los partidos en el Heliodoro, tras quedar concentrado en el hotel Maritim: “En la guagua se ponía música de Los Sabandeños y eso nos daba a todos un plus de canariedad, de cariño por la Isla que luego se reflejaba en el césped”. Y claro, al hablar del Maritim, surge el abandono de la concentración en las vísperas de la promoción ante el Betis.

“Fue una decisión de los jugadores que respeto”, explica, “aunque esa noche nos quedáramos solos en el hotel con Gilberto (segundo entrenador), Onésimo (masajista) y Miguel Feria (preparador físico)”. “Eso sí”, agrega, “al día siguiente acudieron al entrenamiento, volvieron al hotel y luego llegó el 4-0 al Betis, que era un equipazo lleno de internacionales”.

Joanet recuerda que el Tenerife llegó a la promoción “algo tocado, porque teníamos el ascenso en la mano y se nos escapó con una derrota (0-1) ante el Burgos en el Heliodoro en la que se juntaron todas las desgracias posibles. Asegurar la promoción ante el Castilla en Madrid y el Figueras nos supuso un esfuerzo adicional… pero el equipo sacó fuerzas de donde no había y goleamos al Betis en un partido maravilloso, con muchísima superioridad”.

“Y aunque tras el partido de ida se vivió una fiesta en el Heliodoro, sabíamos que no todo estaba hecho. En Sevilla había muchísimos aficionados que nos dieron una confianza enorme, pero no esperábamos que el Betis actuara con tanta violencia en la vuelta. Sinceramente, creo que equivocaron el camino. Al final pudimos ascender y vivir una fiesta como yo no recuerdo”, sentencia un técnico que “cuando había que poner las cosas en su sitio ejercía de jefe y todos acataban”, pero que también estableció “unos profundos lazos particulares” con sus jugadores y colaboradores, “porque todos me dieron muchísimas facilidades para que me sintiera uno más de la familia”. Tantas que, más de dos décadas después, “el resultado del Tenerife es lo que más me interesa de cualquier jornada”.