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Las lágrimas de Hevia

De repente, una imagen, lo salpicó todo de recuerdos. Fue este martes, cerca de las 13.30 horas. Apareció en la sección de deportes del informativo de Cuatro. Los protagonistas de la estampa eran Luis Aragonés -seleccionador español de fútbol- y Juan Luis Hevia -futbolista del Real Oviedo-. El primero animaba al segundo, lesionado de gravedad que, entre lágrimas y postrado en una cama de un hospital, trataba de agradecer el apoyo del veterano técnico.

Parece que la imagen queda lejos del radio de acción de la Unión Deportiva Las Palmas, pero lo que vi me recordó a la Unión Deportiva Las Palmas. A uno de los veranos más disparatados que ha tenido que cruzar el club amarillo. A una etapa cubierta de dudas. A unas semanas de incertidumbre, con el futuro de esta entrañable entidad en cuarentena, amenazada por deudas y más deudas. A tiempos de cambios. A días de intrusismo político, el gran y verdadero mal de este club, en el gobierno de la Unión Deportiva Las Palmas.

Fue en 2002. Justo tras el último descenso del equipo amarillo desde Primera división. En plena fuga, por la puerta de atrás, de Sabino López. Con la llegada, a la presidencia y teledirigido desde el Cabildo por Gonzalo Angulo, de Luis González. Fue el verano en el que algún iluminado dio todo el poder deportivo de la Unión Deportiva Las Palmas a Manolo Torres. Con él llegó Josu Uribe. Por él se fueron -gratis- gente como Paqui, Samways, Josico, Edu Alonso, Pablo Lago o Nacho González. Y se despidió, entre la humillación, a viejos ídolos de la entidad como Aparicio o Manolo López.

Todos esos recuerdos aparecen por Juan Luis Hevia, protagonista de la imagen junto a Luis Aragonés. Este jugador, ahora en las filas del Real Ovido y que el pasado jueves sufrió una luxación completa de su rodilla derecha -una de las lesiones más graves del fútbol-, militó en la Unión Deportiva Las Palmas. Un año. Entre 2002 y 2003, aunque, si la memoria no me falla, jamás llegó a debutar con el primer equipo amarillo en un partido oficial.

Probablemente Juan Luis Hevia haya protagonizado uno de los fichajes más polémicos a lo largo de la historia del club de Pío XII. Llegó a la Unión Deportiva Las Palmas avalado por Manolo Torres tras haber militado, un año antes, en el Playas de Jandía. Hasta ahí, todo correcto. Justo hasta que varios medios de comunicación apuntaron que era yerno del propio Manolo Torres, punto que el director de fútbol -cargo que ocupaba Torres en la entidad- desmintió al mismo tiempo que subrayó que no sería el primer caso de nepotismo en la entidad amarilla. Grande y ridículo Torres.

El fichaje de Juan Luis Hevia sacudió, en especial, a la cadena de filiales de la Unión Deportiva Las Palmas. Sobre todo porque su destino final fue, junto a Ramón -otro futbolista asturiano recomendado por Uribe y que procedía del Ribadesella-, formar parte de la plantilla de Las Palmas B.

La inclusión de ambos, ordenada por Manolo Torres, en la lista de convocados del filial amarillo para la primera jornada de liga de Tercera división, en la que el Orientación Marítima visitó a la vela chica en el Estadio Insular, provocó la dimisión, nada más finalizar el choque, a pie de césped, y también entre lágrimas, de Tino Luis Cabrera como entrenador de Las Palmas B. Días después abandonaron el barco buena parte de los técnicos de la cadena de filiales y José Ramón Navarro -directivo encargado de la cantera del club-.

Juan Luis Hevia dejó meses después la Unión Deportiva Las Palmas. Tras su paso por el equipo amarillo, militó en el Alcorcón, Caudal de Mieres y Atlético Pinto. Justo hasta este verano, cuando se incorporó a las filas del Real Oviedo. Y ahora, cinco años después de su fichaje por la Unión Deportiva Las Palmas, su figura aparece de nuevo ante mi.

El paso del tiempo, lejos de una época casi de guerra civil en la Unión Deportiva Las Palmas, me permite asegurar que Juan Luis Hevia, durante su paso por el club amarillo, fue una víctima. Juzgado y condenado, desde este lado de la trinchera, por una posible relación casi familiar con Manolo Torres. Siempre estuvo bajo sospecha. Siempre estuvo supeditado a esa larga sombra. Aquí no brilló, pero ojalá pueda hacerlo pronto dentro de un campo de fútbol y con el equipo que sea. Ojalá supere una lesión de extrema gravedad. Ojalá se recupere. Hevia militó en la Unión Deportiva Las Palmas, defendió su escudo y eso le exime, para mi, de todo pecado. Y como decía este martes Luis Aragonés: “¡Ánimo Hevia!”.

PD- La luxación completa de su rodilla derecha podría acabar con la carrera como futbolista de Juan Luis Hevia. La lesión, una de las más graves del fútbol, le pudo provocar consecuencias vasculares y nerviosas en su pierna. Tras el percance, que tuvo lugar durante un entrenamiento, el jugador tuvo que ser trasladado en una uvi móvil a un hospital. Además de la luxación, es probable que Hevia tenga afectados los ligamentos cruzado anterior, posterior y los laterales. Esta lesión, que provoca el desplazamiento de la rodilla seis o siete centímetros, suele ser habitual en accidentes de moto o en jugadores de rugby.