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El arte del surrealismo

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En el Club La Provincia, de Las Palmas de Gran Canaria, se exhibe una muestra de arte plástico, titulada El Surrealismo y la Escuela Luján Pérez. Organizada por la misma Escuela, agrupa a una serie de artistas que han practicado este movimiento artístico. En él se inscriben varios de los nombres de los pioneros y calificados alumnos de la misma.

Cuando al término de las 'primeras vanguardias históricas', que se habían iniciado en los albores del siglo XX, se dio patente de formal movimiento al Surrealismo, en 1924, la Escuela Luján Pérez ya había comenzado su singladura artística en 1918. Coincide con el año de la aparición del Manifiesto Dadá (fundado en 1916), de este nihilista y escéptico movimiento antecesor. De tal forma, que contaba con sus primeros seis años de labor educativa del Arte independiente, en Gran Canaria.

En su formación de libre enseñanza del arte, los primigenios artistas, aún en ciernes y en voraz autodescubrimiento personalista y modelación de sus innatas dotes sensibles para la plástica creativa, se sumaron, en buena parte de ellos, a la práctica de esta tendencia surreal de la vanguardia.

Siendo asumido, años más tarde, en su madurez artística. Venía precedida esa información plástica-cultural, de los primeros maestros-monitores de la Luján Pérez: Juan Carló Medina, Nicolás Massieu y Matos y Enrique García Cañas; y del propio mentor de la Escuela, Domingo Doreste, quienes estaban informados y documentados, sobre las nuevas tendencias existentes en París. Amén de los viajes que efectuaron a la ciudad Luz, para recrearse con los últimos estilos renovadores.

La Escuela Luján Pérez, desde su providencial origen, en su servicio a la ciudad e isla, siempre ha tenido la dicha de estar ojo avizor a los modernos lenguajes de la plástica, los que renuevan los precedentes estilos, ya caducos. Ello ha sido debido a que sus ávidos artistas se han adherido de facto a los nuevos movimientos llegados de la Vieja Europa.

Las agudezas y deseos de práctica en nuevas modalidades del arte (lógica en todos los inquietos artistas renovadores) les han llevado a estar presentes en las vanguardias artísticas de occidente. No se han conformado con enraizar, solo en los tradicionales estilos aprendidos y aprehendidos. Se han negado a estar aislados en la isla, como ha sido, la de su natalidad en ella. Sus apuestas individuales y colectivas se han fraguado constantemente en las dialécticas renovadoras del arte, de su actualidad y coetáneas en sus vivir. Muy a pesar de los tiempos vividos primitivamente, del aislamiento por la distancia geográfica y de los depauperados medios de información de pretéritas épocas, y hasta hace pocas décadas.

El movimiento surreal, aunque haya comenzado en el año indicado, jamás tendrá finalización por sus correligionarios en su asidua práctica. Tuvo su estilo precursor en el Dadá, y en varios intentos por los artistas, que libremente lo ejercieron motu proprio, y bajo, el aún no consagrado libertinaje psíquico, sin que todavía no se tuviera la conocida denominación, para ubicarlos en la tendencia surreal. Ello sobrevendría cuando su pope, el escritor y poeta André Bretón proyectara su Primer Manifiesto, en aquel año veinticuatro. Le confirió los patrones teóricos y normativas, apoyándose en las teorías del psicoanálisis del médico neurólogo, Sigmund Freud.

Así, el intelectual parisino dictó las 'reglas' para ubicar el nuevo estilo, y a qué debían atenerse conceptualmente los nuevos prosélitos, en sus lenguajes poéticos, pictóricos, escultóricos, objetos surreales, etc. Como una de sus nuevas premisas del recién nacido estilo, será su apartamiento de la temática tradicional plástica, para ampararse en la libre interpretación psíquica, en la máxima interioridad del ser, como artista y creador indomado, sin restricciones mentales ni modas impositivas al uso. Crean y actúan técnicamente, bajo el dominio narcotizado por el subconsciente. Ajeno a toda lógica razón.

En la Escuela Luján Pérez, han practicado el surrealismo muchos de sus artistas. Algunos, como novedad y práctica de un nuevo intento y momento plástico transitorio: Felo Monzón, Jesús Arencibia, Rafaely, José Luis Vega, Paco Juan Déniz, Rufina Santana, Carloge, etc.; otros, la asumieron como lenguaje y estilo de siempre: Juan Ismael, Julio Viera, Jorge López, Tomás Padrón, etc.; y otros surrealistas ajenos a la escuela, pero simpatizantes, que asumen el proyecto pedagógico de la Luján Pérez: Alberto Manrique de Lara, Pepe Dámaso, Jane Millares, Rafael Franquelo, etc.

Este movimiento, en el devenir de tiempo, se seguirá practicando y jamás declinará, por ser un lenguaje que se presta, a los acordes gustos estéticos de todo tiempo y al pleno libertinaje de la sinrazón 'temática' en la experimentación del arte. Y por ser, una de las manifestaciones más íntimas, de los adentros visionarios en sus adeptos.

En el Club La Provincia, de Las Palmas de Gran Canaria, se exhibe una muestra de arte plástico, titulada El Surrealismo y la Escuela Luján Pérez. Organizada por la misma Escuela, agrupa a una serie de artistas que han practicado este movimiento artístico. En él se inscriben varios de los nombres de los pioneros y calificados alumnos de la misma.

Cuando al término de las 'primeras vanguardias históricas', que se habían iniciado en los albores del siglo XX, se dio patente de formal movimiento al Surrealismo, en 1924, la Escuela Luján Pérez ya había comenzado su singladura artística en 1918. Coincide con el año de la aparición del Manifiesto Dadá (fundado en 1916), de este nihilista y escéptico movimiento antecesor. De tal forma, que contaba con sus primeros seis años de labor educativa del Arte independiente, en Gran Canaria.