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Atado y bien atado

El fascismo sigue vivo en las altas instancias de la Justicia española, que no sólo no se mojó sino que toleró la represión franquista sin rechistar, cuando no participó activamente en ella. Y muchos fascistas, a lo que se ve, han encontrado acomodo en el PP.

Los peperos, ya saben, justifican lo de Garzón con aquello de que la Justicia ha de ser igual para todos. Lo que, aun siendo cierto, no lo es para los familiares de víctimas del franquismo a los que el juez ahora procesado trató de echar una mano. Los autores materiales de los asesinatos han muerto, a nadie se va a procesar por ello, pero no quieren que se recuperen sus restos. No por crueldad, que se les supone, sino porque les parecen justificadas aquellas muertes.

Tampoco ha sido la Justicia igual con Garzón. Si no tengo mal entendido, la práctica judicial es la de archivar las actuaciones cuando la imputación de un delito proviene sólo de la acusación privada y no media acusación de la Fiscalía. Se considera que las acusaciones privadas obedecen a móviles e intereses subjetivos y se está más a lo que diga la Fiscalía, a la se que supone dotada de mayor objetividad y de superior técnica jurídica para calificar los hechos. Pero esa manera de obrar quiebra cuando andan de por medio intereses peperos. Allá y aquí, que yo sé lo que me digo.

Contra Garzón no se ha tenido en cuenta a la Fiscalía que propuso el archivo de la causa al no apreciar delito. El juez Varela no sólo quiere calzar por él a como dé lugar sino que para asegurarse llegó a asesorar a los denunciantes acerca de cómo tenían que enfocar la papela para no fastidiarla.

Por otro lado, ya vieron el intento de Garzón de irse a La Haya un tiempito y las prisas de sus perseguidores para cerrarle el paso. No les conviene que se convierta en exiliado político. Como cuando la dictadura vigilaba las fronteras para impedir que los rojos se libraran del paredón o de la cárcel. Aunque en clave de humor, algunos viñetistas así lo han reflejado en los periódicos.

Pueden relacionarse las tribulaciones del magistrado y el caso Gürtel: el PP ha movilizado a la “corriente de opinión” para quitarle hierro. Garzón no cuenta con las simpatías de los psocialistas que no olvidan a los compañeros que metió en la cárcel; tampoco con la de los narcotraficantes gallegos; nada les digo de ETA, a la que propinó golpes formidables; sus iniciativas en justicia internacional tampoco son plato de gusto para los implicados en dictaduras. A todos les parece de perlas la que le han montado justo cuando el escándalo Gürtel comenzó a caminar en serio y a salirse de lo políticamente controlable por el PP. Establezcan ustedes la cronología de los hechos y verán que no es casual sino que, como decía El que habitaba entre nosotros, todo está atado y bien atado.

El fascismo sigue vivo en las altas instancias de la Justicia española, que no sólo no se mojó sino que toleró la represión franquista sin rechistar, cuando no participó activamente en ella. Y muchos fascistas, a lo que se ve, han encontrado acomodo en el PP.

Los peperos, ya saben, justifican lo de Garzón con aquello de que la Justicia ha de ser igual para todos. Lo que, aun siendo cierto, no lo es para los familiares de víctimas del franquismo a los que el juez ahora procesado trató de echar una mano. Los autores materiales de los asesinatos han muerto, a nadie se va a procesar por ello, pero no quieren que se recuperen sus restos. No por crueldad, que se les supone, sino porque les parecen justificadas aquellas muertes.