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El aura de la epilepsia política

Carlos Juma / Carlos Juma

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Desde la pérdida de las más elementales normas de cortesía y urbanidad a la exposición con total impunidad del desafío con que empapelan sus propios fracasos, sus ambiciones ilegítimas, y el continuo descarrilamiento de querer hacernos tragar que mayoría es sinónimo de tener la razón lleva al ciudadano a una notable inquietud.Con el lema de que quien escriba sobre los políticos no debe generalizar se ampara a estos pelágicos moluscos que tienen una faz cementada en el mas rancio de los bloques con que nos circundan. Pues no señor, todos son más de lo mismo y si no son más de lo mismo, sencillamente cojan por donde los hombres de esta tierra doliente calzan a sus adversarios y túmbenlos, sin piedad, sin un gramo de misericordia, con la ley en la mano y el argumento de que los códigos se han escrito para conducirnos como civilizados seres. Para las mujeres la misma regla, dicho sea sin ánimo de ofender.Quienes tengan la responsabilidad de arbitrar las medidas legales oportunas no deben demorar su acción. Es una verdadera hipocresía la tienda que han montado estos políticos de tres al cuarto. ¿Merece la pena entrar en detalles?Es absolutamente indignante que todo un parlamento y su presidente, en nuestras islas, eximan, imputen o hagan lo que les sale del recto proceder en base a mayorías artificiales fundamentadas en los más espúreos intereses. No es la época electoral la que hace que un necio culpe a todos los demás de sus propios maleficios, fue necio, es necio y será aún más necio. Lo que “la naturaleza no da Salamanca no presta”. La petardez se ha vestido de gala y pasea su mísera fealdad adornada con las blancas vestiduras de la belleza. Gibran Khalil describió con la sencillez de la sabiduría que nunca sabe el ser humano distinguir la fealdad de la belleza; eso hace que la una se cubra con el ropaje de la otra y que la belleza aparezca vestida con despojos.Es sabido que, finalmente, el corcho flota, lo mismo que la basura; al igual que la verdad oculta por la nieve termina por aparecer cuando el sol la derrite. Las elecciones no son la evidencia de quién tiene la razón en su mano; ganar no significa ser el mejor ni perder el peor, ni ser poseedor de la verdad o desposeído de la misma.Los comicios son auténticos ataques convulsivos que nos inundan de espuma sanguinolenta; estamos en el aura de la crisis. Cuando termine nos quedaremos de nuevo sedados durante otros cuatro años más por estos portadores de barbitúricos, hipnóticos, y miorrelajantes. ¡Que pena de tiempo perdido, de dinero público malversado, de pueblo mío que estás en la colina dormido como un viejo que se muere! Te van a despertar para que te electrocuten y de nuevo a dormir, que estos honrados y valientes políticos velarán tu sueño y te dejarán la casa limpia como una patena. Y si no, al tiempo.

Carlos Juma

Desde la pérdida de las más elementales normas de cortesía y urbanidad a la exposición con total impunidad del desafío con que empapelan sus propios fracasos, sus ambiciones ilegítimas, y el continuo descarrilamiento de querer hacernos tragar que mayoría es sinónimo de tener la razón lleva al ciudadano a una notable inquietud.Con el lema de que quien escriba sobre los políticos no debe generalizar se ampara a estos pelágicos moluscos que tienen una faz cementada en el mas rancio de los bloques con que nos circundan. Pues no señor, todos son más de lo mismo y si no son más de lo mismo, sencillamente cojan por donde los hombres de esta tierra doliente calzan a sus adversarios y túmbenlos, sin piedad, sin un gramo de misericordia, con la ley en la mano y el argumento de que los códigos se han escrito para conducirnos como civilizados seres. Para las mujeres la misma regla, dicho sea sin ánimo de ofender.Quienes tengan la responsabilidad de arbitrar las medidas legales oportunas no deben demorar su acción. Es una verdadera hipocresía la tienda que han montado estos políticos de tres al cuarto. ¿Merece la pena entrar en detalles?Es absolutamente indignante que todo un parlamento y su presidente, en nuestras islas, eximan, imputen o hagan lo que les sale del recto proceder en base a mayorías artificiales fundamentadas en los más espúreos intereses. No es la época electoral la que hace que un necio culpe a todos los demás de sus propios maleficios, fue necio, es necio y será aún más necio. Lo que “la naturaleza no da Salamanca no presta”. La petardez se ha vestido de gala y pasea su mísera fealdad adornada con las blancas vestiduras de la belleza. Gibran Khalil describió con la sencillez de la sabiduría que nunca sabe el ser humano distinguir la fealdad de la belleza; eso hace que la una se cubra con el ropaje de la otra y que la belleza aparezca vestida con despojos.Es sabido que, finalmente, el corcho flota, lo mismo que la basura; al igual que la verdad oculta por la nieve termina por aparecer cuando el sol la derrite. Las elecciones no son la evidencia de quién tiene la razón en su mano; ganar no significa ser el mejor ni perder el peor, ni ser poseedor de la verdad o desposeído de la misma.Los comicios son auténticos ataques convulsivos que nos inundan de espuma sanguinolenta; estamos en el aura de la crisis. Cuando termine nos quedaremos de nuevo sedados durante otros cuatro años más por estos portadores de barbitúricos, hipnóticos, y miorrelajantes. ¡Que pena de tiempo perdido, de dinero público malversado, de pueblo mío que estás en la colina dormido como un viejo que se muere! Te van a despertar para que te electrocuten y de nuevo a dormir, que estos honrados y valientes políticos velarán tu sueño y te dejarán la casa limpia como una patena. Y si no, al tiempo.

Carlos Juma