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Berlanga

Sin embargo, saberlo no me ayuda a sobrellevar mejor pérdidas como la del director, guionista e inmejorable ilustrador de la realidad de su país, Luis García Berlanga.

Con su muerte, el séptimo arte pierde a uno de sus más acertados, incisivos y geniales “cirujanos de la realidad cotidiana” de cuantos ha dado la historia del celuloide en sus más de cien años de existencia. Sus películas le sacaron los colores a un régimen corrupto y dictatorial como lo era el que imperaba en la España Nacional Católica del general Francisco Franco, además de poner en entredicho las cualidades de sus órganos censores.

Berlanga, acompañado por la pluma del no menos genial Rafael Azcona, sorteó la insensatez y la mediocridad de unos censores más preocupados de controlar el tamaño del escote de las actrices, que de evitar que el director retratara las miserias del país. Al final, la pátina de respetabilidad del régimen sucumbió ante las demoledoras imágenes rodadas por un Berlanga que nunca le dio tregua a quienes se empeñaban en sostener la dictadura para beneficio propio

En cuanto a las realizaciones, todo el mundo recuerda Bienvenido Mr. Marshall, película que a punto estuvo de causar un incidente internacional cuando se proyectó en el festival de cine de Cannes, pues el actor Edward G. Robinson elevó sus protestas, tras ver la película, al mismísimo embajador norteamericano en Francia, nada menos. En ella, Berlanga no solamente criticaba el servilismo del régimen franquista para con los americanos y sus bases militares, sino las carencias de una España anclada en el pasado frente al resto del continente.

Después está El Verdugo, uno de los mayores y mejores alegatos rodados en contra de la pena capital. La película, protagonizada por el entrañable y sensacional José Isbert, tritura los mismos cimientos de una sociedad oscurantista, agarrotada y condicionada por una religión de fariseos y una moral que daba nauseas.

Sin embargo, es curioso que se hable menos de películas como Plácido, la cual, originalmente, se iba a llamar Siente a un pobre en su mesa, título que fue cambiado a instancias de la ya mencionada censura.

Lo mejor es que, tras lograr el beneplácito del órgano velador de las buenas formas y las costumbres del país ? ése capaz de transformar un adulterio en un incesto, léase, Mogambo- Berlanga rodó una de las películas que peor dejaban a las clases adineradas, en especial a las afines al régimen y a la moral religiosa de la época.

La hipocresía, la doble moral ?o sin ninguna moral- y el esperpento protagonizado por quienes se creen alguien por el hecho de tener dinero convierte a Plácido en una película que retrata a la España de entonces y la de ahora, sobre todo, la bienpensante y conservadora.

Con la muerte del dictador y la llegada de la democracia, Berlanga se dedicó a retratar la transmutación de los fascistas de antaño en los demócratas de toda la vida, en su trilogía La escopeta nacional (1978); Patrimonio nacional (1981); y Nacional III (1982) En ellas queda bien claro que, a pesar del cambio, los que tienen seguirán tendiendo y, para ello, seguirán utilizando las mismas artimañas de costumbre, carente como están, de cualquier moral. La democracia y la monarquía es, solamente, un mal menor. Lo que importa es la cuenta de resultados y el dinero evadido a Suiza...“Quien tuviera una cuenta en Suiza con muchísimos millones” que decía la canción.

Con La Vaquilla, Berlanga dio su particular visión de una contienda contra-natura como lo fue la Guerra Civil, dándole protagonismo al bando perdedor y haciéndonos pasar una rato absolutamente memorable.

Y con Todos a la cárcel, Luis García Berlanga se adelantó casi dos décadas a la situación que, en la actualidad, estamos viviendo en nuestro país, con una miríada de cargos electos imputados por corrupción, entre otras muchas cosas.

¿Quién no recuerda al ínclito Artemio, propietario de una pequeña, pero solvente empresa de sanitarios, a la caza y captura del subsecretario que puede acabar por saldar su deuda con la administración?

¿Y si en vez de una persona “legal”, como lo es Artemio, lo sustituyen por cualquiera de los gánsters de tercera de hoy en día, que se han dedicado a traficar con los dineros públicos en su beneficio?

¿Y si sustituyen al subsecretario por cualquiera de los cargos electos que se han dejado comprar por prebendas varias, en especias, efectivo o influencias y lo sitúan bajo la órbita de unas determinadas siglas políticas?

Si Berlanga hubiera rodado Todos a la cárcel tal día como hoy, seguro que hubiese añadido, por poner, un programa de televisión ?rodado desde las instalaciones carcelarias-, conducido por un recluso acusado de acosar a jovencitas y patrocinado por una empresa, no de sanitarios como la de Artemio, sino de videojuegos, sobre todo ahora que están tan de moda en las campañas políticas.

¿Y el mafioso que interpretaba el actor y cantante Torrebluno? La verdad es que se me antoja uno, también de actualidad, pero, como está un poco lejos, pues nada, habría que buscar algún candidato para el papel, que seguro que alguno encontraríamos.

¿Y el director de la cárcel?... No sé, no sé. Quizás se podría buscar al “amigo” del “amigo americano”, ahora que ya no ocupa ningún cargo oficial, sino oficioso, como gran guru mediático y/ económico.

Lo cierto es que sin Berlanga, las momias recalentadas de antaño, aquellos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor y que el dictador nos dejó un país repleto de bondades y virtudes, dormirán más tranquilos.

Sin Berlanga, los vende-patrias, los trepas y quienes se empeñan en escudarse en las leyes divinas para no respetar las leyes humanas, ya no tendrán quien les meta el dedo en el ojo.

Ahora todos se podrán regodear bajo la sombra de cualquier megalómana bandera -pagada con el dinero de quienes menos tienen- tal y como sucedía con los pobres que las señores de postín querían sentar en su mesa para limpiar sus amorales conciencias en Plácido.

No hay derecho, siempre se mueren los que más falta hacen, digan lo que digan y me lo pinten como me lo pinten. Descansa en paz, Luis García Berlanga y gracias por ayudar a que la tiranía no le ganara la partida a la realidad de las gentes de nuestro país.

Ah, y como dijo Artemio ¡Todos a la cárcel! La pedorreta que la incluya cada cual como le de la gana.

Eduardo Serradilla Sanchis

Sin embargo, saberlo no me ayuda a sobrellevar mejor pérdidas como la del director, guionista e inmejorable ilustrador de la realidad de su país, Luis García Berlanga.

Con su muerte, el séptimo arte pierde a uno de sus más acertados, incisivos y geniales “cirujanos de la realidad cotidiana” de cuantos ha dado la historia del celuloide en sus más de cien años de existencia. Sus películas le sacaron los colores a un régimen corrupto y dictatorial como lo era el que imperaba en la España Nacional Católica del general Francisco Franco, además de poner en entredicho las cualidades de sus órganos censores.