Espacio de opinión de Canarias Ahora
La bilis en Televisión
Al principio nos hacía gracia. La veíamos como los síntomas de una enfermedad pasajera. Creíamos que todo era producto del dolor que padecían, del luto que guardaban desde aquel fatídico 20 de noviembre de 1975, fecha en la que oficialmente se paró el corazón del caudillo. Nos parecían elementos pintorescos que podían servirnos para educar a nuestros hijos: esos señores que están ahí se expresan con la libertad que no tenían los que no adoraban a sus ídolos, esa gente existe porque existió un sistema político que nació del odio y las armas. Por eso, querido hija, querida hija, aprende a respetar a tus compañeros de pupitre, acepta que todos somos diferentes. Comprende que no podemos imponer dioses, ni gustos sexuales, ni sistemas económicos. Ellos, los que ves en esas pantallas, no tuvieron tu suerte. Se educaron en un mundo en blanco y negro, en el miedo a un dictador, en la moralina hipócrita, en el perdona nuestras deudas que nosotros ejecutaremos a los rojos?
Hubo un momento en que nos dieron risa. Cuando el gran Wyoming les mandó un video donde representaba el maltrato laboral. Mr Horcajo se olvidó de que Wyoming es cómico, que había hecho una representación y entonces soltó un montón de bilis. Nos hizo mucha gracia la broma de Wyoming y la reacción del presentador burlado. Ahí empezamos ver ya un color preocupante a la bilis.
Después vinieron aquellos vídeos sobre el sida y los condones. La justificación del Papa pasaba por llamar bestias a los africanos, por considerarlos unos animalitos de ganado que no tenían las manos finas y por eso iban a romper el condón antes de ponérselo (menos mal que no recurrieron al tópico del tamaño de los negros). Ahí, lo reconocemos, no sabíamos si nos daban risa o pena.
Luego vimos el vídeo de la llamada a Cuca. Aquel hombre que contaba ilusionado que se iba a casar. La presentadora pasó del ¡que bien, que día más feliz! Al cuídate eso, amoral y mariconazo, digo lo que pensó, no lo que dijo, porque lo que dijo me da tanta risa que no puedo controlar los teclados del ordenador. El director de este altar televisivo, el tal Horcajo, declaró en una entrevista que tienen una línea editorial “dirigida a un público de centro-derecha que está muy cabreado con la corrupción y que tiene una vinculación socio-cultural y emocional con una España católica.” Sí, claro, destilan un espíritu muy cristiano y muy puro, y están muy preocupados por la corrupción de Gürtell, Caso Eólico, caso Faycán, Fabra, trajes de Camps...Para mí que lo único incorrupto que les queda es el brazo de Santa Teresa.
Toda esa obsesión por el sexo, por los condones, por los gustos sexuales de los otros lo combinan con las clases de ética económica. Ahí se lucen con los ponentes. Tertulianos de trayectoria tan intachable, gestores tan brillantes como Mario Conde, Miguel Durán o José Manuel Soria se sientan en las noches gatunas a sentar cátedra. Detrás de ellos tienen una trayectoria profesional tan interesante que ha llamado la atención de distintos tribunales de justicia, después de sentarse en los banquillos de los acusados y salir de los juzgados con más o menos suerte, ahora se sientan frente a los focos nocturnos para iluminarnos a todos. El invitado más generoso es siempre José Manuel Soria, que después de haberles dado decenas de miles de euros del presupuesto público canario en forma de propaganda, ahora les lleva cajas de vino de Lanzarote.
Ahí tienen una pista para el endocrino. Teniendo en cuenta que algunos dueños de bodegas de Lanzarote son amigos del presidente del PP en Canarias y están imputados por corrupción, nos preguntamos: ¿estará ese vino corrupto? ¿Será el vino canario lo que ha agravado el hígado del tal Horcajo, Hortera, Arcadas o como se llame? ¿Será esa la causa del manantial de bilis que echó hace unos días frente a las cámaras? Sabemos que la imagen de Carla Antonelli fue su inspiración. Pero no pudo ser la causa. La inteligencia y la belleza de la candidata socialista de Güimar no provoca bilis a nadie, ni siquiera al peor malnacido de la tierra.
Carla Antonelli me decía el jueves en la radio que estaba muy orgullosa de que la comparen con las personas con síndrome down o con enfermos del sida. Desde luego, pero para algunas mentes enfermas que expulsan bilis el Parlamento de Madrid debe abrirse a ladrones y espías y cerrarse a los que padecen algunas enfermedades o no son machos católicos y españoles. Esta vez la excusa para soltar la bilis fue Carla, pero la bilis estaba mucho antes y está llegando a miles de casas cada noche, es imposible de frenar si nuestro mando comente el error de sintonizar Intereconomía. Por eso es urgente la visita de un buen equipo de endocrinos a la sede de Intereconomía en Madrid, la bilis hay que analizarla en origen.
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Juan Garcia Luján
Al principio nos hacía gracia. La veíamos como los síntomas de una enfermedad pasajera. Creíamos que todo era producto del dolor que padecían, del luto que guardaban desde aquel fatídico 20 de noviembre de 1975, fecha en la que oficialmente se paró el corazón del caudillo. Nos parecían elementos pintorescos que podían servirnos para educar a nuestros hijos: esos señores que están ahí se expresan con la libertad que no tenían los que no adoraban a sus ídolos, esa gente existe porque existió un sistema político que nació del odio y las armas. Por eso, querido hija, querida hija, aprende a respetar a tus compañeros de pupitre, acepta que todos somos diferentes. Comprende que no podemos imponer dioses, ni gustos sexuales, ni sistemas económicos. Ellos, los que ves en esas pantallas, no tuvieron tu suerte. Se educaron en un mundo en blanco y negro, en el miedo a un dictador, en la moralina hipócrita, en el perdona nuestras deudas que nosotros ejecutaremos a los rojos?
Hubo un momento en que nos dieron risa. Cuando el gran Wyoming les mandó un video donde representaba el maltrato laboral. Mr Horcajo se olvidó de que Wyoming es cómico, que había hecho una representación y entonces soltó un montón de bilis. Nos hizo mucha gracia la broma de Wyoming y la reacción del presentador burlado. Ahí empezamos ver ya un color preocupante a la bilis.