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Bipartidismo a medio camino

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El debate electoral fue tan vivo como repleto de interrupciones mutuas. Ambos, en su línea, estuvieron bien. Parece que hubo tablas. Y, lo más importante, que lo que resta de la campaña electoral hasta el 23J será intenso, con los dos candidatos dándolo todo hasta el último instante. Si Pedro Sánchez enfatizaba la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y la mejora y sostenibilidad del modelo de pensiones, por su parte Alberto Núñez Feijóo se centró en la economía, entiéndase por ello la inflación lindada a la guerra entre Ucrania y Rusia y la importante dimensión de la deuda pública.

Fue un debate que nos retrotrajo, de algún modo, a 2011; entonces fue la contienda televisiva entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, cuando todavía no había irrumpido el multipartidismo. Recordemos que en las elecciones generales de 2008, PSOE y PP albergaron en torno al 80% de los votos válidamente emitidos. De aquello poco queda. Anoche Sánchez y Feijóo no representaron a la gran mayoría social; quedaron otros candidatos por estar en el plató conformado por La Sexta y Antena 3.

Así las cosas, no se entiende que haya más debates. La sociedad está preocupada con el devenir sociopolítico y la alta polarización. Por lo que tampoco se aplaude tanta interrupción entre el socialista y el popular. Feijóo estuvo ágil, desdeñando la imagen de sosedad que a veces transmite. Sánchez supo rescatar la idea de la necesidad del PP de hipotecarse a Vox cuando lo precisa. Sobre todo, en materia de violencia machista y derechos del colectivo LGTBI.

Por otro lado, el PP no puede gobernar yendo en contra de Cataluña y Euskadi. De hecho, el PP es minoritario en ambos territorios. Pero por muy fuerte que llegase a ser el PP en otros lares del Estado, sin las nacionalidades históricas no habrá manera de estabilizar el sistema del 78, el de la Transición. Y eso Feijóo, que es gallego, lo sabe. Sin el concurso de las nacionalidades no hay pluralismo territorial en España. Y se está jugando con fuego con un discurso recentralizador que irá a más yendo los populares de la mano con la ultraderecha.

Por lo demás, tanto el PSOE como el PP rescataron los recuerdos del baúl bipartidista de las últimas décadas. Los GAL, la intervención ilegal en Irak, el 11M… Un recordatorio oportuno por uno y otro que lanzaron como argumentos cuando ya el cansancio asomaba en la opinión pública en un debate que, ciertamente, podía adelantarse su hora de emisión. No digamos ya lo que es en la península. No hubo un ganador claro. Ninguno tira la toalla. Tampoco Sánchez. De hecho, el socialista sigue contraatacando a unas encuestas que le son desfavorables pero, al parecer, está logrando contraer la distancia del PSOE con respecto al PP. Feijóo le ofrece al PSOE que gobierna la lista más votada. Pero eso no sucede en Canarias o Extremadura. Demasiadas contradicciones en ambas bancadas. Hubo tensión, la justa. Y fue un debate animado. Otra cosa es el desenlace. No ha zanjado nada. La campaña electoral sigue su curso.

El debate electoral fue tan vivo como repleto de interrupciones mutuas. Ambos, en su línea, estuvieron bien. Parece que hubo tablas. Y, lo más importante, que lo que resta de la campaña electoral hasta el 23J será intenso, con los dos candidatos dándolo todo hasta el último instante. Si Pedro Sánchez enfatizaba la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y la mejora y sostenibilidad del modelo de pensiones, por su parte Alberto Núñez Feijóo se centró en la economía, entiéndase por ello la inflación lindada a la guerra entre Ucrania y Rusia y la importante dimensión de la deuda pública.

Fue un debate que nos retrotrajo, de algún modo, a 2011; entonces fue la contienda televisiva entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, cuando todavía no había irrumpido el multipartidismo. Recordemos que en las elecciones generales de 2008, PSOE y PP albergaron en torno al 80% de los votos válidamente emitidos. De aquello poco queda. Anoche Sánchez y Feijóo no representaron a la gran mayoría social; quedaron otros candidatos por estar en el plató conformado por La Sexta y Antena 3.