Espacio de opinión de Canarias Ahora
El Cacique
Así describía la Canarias del siglo XIX el escritor Luis Rodríguez Figueroa. En las ciento y pico páginas de su novela “El Cacique” el escritor y político tinerfeño (que firmaba con el seudónimo de Guillón Barrús) nos hace una descripción del funcionamiento del sistema caciquil, el control de los votos de la población y de la prensa insular :“la prensa insular, copada en su mayoría por los jefes del caciquismo regional, en vez de protestar y emprender una campaña de saludable extirpación, dedicábase a grotescos dimes y diretes, que evidenciaba su connivencia con aquéllos; únicamente tres o cuatro periódicos fundados recientemente por elementos jóvenes, independientes e ilustrados, tomaron a su cargo la tarea de zarandear a los caciques y sacar a la plaza pública sus abusos locales y sus fraudes administrativos”.
Cuenta la novela de Figueroa la historia del cacique Don Oroncio, que se acercó a Santa Cruz de Tenerife antes de las elecciones para presionar al pueblo para que votara a los candidatos del partido conservador. Antes de llegar a Santa Cruz Don Oroncio había mandado a su agente electoral, que se encargaba de recomendar a la gente el voto a los conservadores. Don Oroncio se entera por su agente electoral que un tal Cho Sixto dijo que iba a votar a los republicanos. Don Oroncio habla con Cho Sixto y lo amenaza si no cambia de opinión. Don Oroncio se enamora de la joven Micaela, que casualmente es la novia de Juanillo, el hijo de Cho Sixto. La muchacha le huye, pero trabaja en la finca del cacique y no le queda más remedio que acudir a su despacho cuando don Oroncio la llama. Uno de esos días el cacique la viola. La muchacha se lo cuenta a su madre. La mujer en lugar de apoyar a su hija le recomienda que se rinda a los deseos de don Oroncio, que al fin y al cabo su novio es un desgraciado que no se sabe si regresará de Venezuela, a donde huyó cuando iba a ser reclutado para la guerra de Cuba.
En Sudamérica Juanillo se entera que Micaela ha sido violada por Don Oroncio, y que la ha convertido en su concubina. Regresa Juanillo a Canarias con la intención de matar al cacique? no les contaré el final por si no han tenido la oportunidad de leerlo. Sí les puedo contar cómo acabó la vida del autor de la novela. Rodríguez Fuigueroa fue elegido en las elecciones de 1936 diputado de Izquierda Republicana por el Frente Popular. Después del golpe de Estado de Franco fue detenido y encarcelado uno de los barcos ?cárceles, donde desapareció. Ustedes dirán que por qué hoy me pongo a hablar de esta novela. Pues por una razón muy sencilla, porque leyendo este domingo las conversaciones telefónicas del alcalde de Mogán Francisco González (hijo de excalcalde), de la exteniente de alcalde Onalia Bueno (hija de exalcalde), del empresario Santa Carzorla, de un diputado del PP que es consejero delegado de una empresa que está siendo investigada también en la operación Góndola, recordando que hay una emisora local de radio investigada también en esta presunta trama de corrupción?Viendo todos estos personajes me he vuelto a acordar de la novela de Rodríguez Figueroa que leí hace unos años.
Por cierto que sobre esta novela Milagros Luis Brito escribió : “El gran valor histórico de El Cacique está en los numerosos datos históricos que aporta, básicos para constituir el perfil de distintos segmentos sociales contemporáneos”. Claro que este comentario lo escribió la actual consejera de Educación en 1984, cuando militaba en la izquierda nacionalista canaria. Ahora Milagros Luis se sienta todas las semanas en el consejo de gobierno junto a José Manuel Soria, el líder del partido conservador que apoyó a Francisco González para ser reelegido alcalde de Mogán, a pesar de que había sido detenido y estaba imputado por diversos delitos relacionados con la corrupción política y que su mano derecha Onalia Bueno está siendo investigada por la presunta compra de votos o de agentes electorales como los que tenía don Oroncio. No sé si la consejera Milagros Luis se ha leído este fin de semana las conversaciones telefónicas de la operación Góndola donde se cuentan cosas muy parecidas a las narradas en la novela de su paisano del Puerto de La Cruz. A lo mejor en el consejo de gobierno de esta semana José Manuel Soria le cuenta cómo funciona el caciquismo en Mogán y Milagros Luis Brito le cuenta la novela “El Cacique”, y estos excelentísimos miembros de nuestro gobierno podrán comprobar que, desgraciadamente, la realidad de hoy puede superar a la ficción de hace cien años.
Juan GarcÃa Luján
Así describía la Canarias del siglo XIX el escritor Luis Rodríguez Figueroa. En las ciento y pico páginas de su novela “El Cacique” el escritor y político tinerfeño (que firmaba con el seudónimo de Guillón Barrús) nos hace una descripción del funcionamiento del sistema caciquil, el control de los votos de la población y de la prensa insular :“la prensa insular, copada en su mayoría por los jefes del caciquismo regional, en vez de protestar y emprender una campaña de saludable extirpación, dedicábase a grotescos dimes y diretes, que evidenciaba su connivencia con aquéllos; únicamente tres o cuatro periódicos fundados recientemente por elementos jóvenes, independientes e ilustrados, tomaron a su cargo la tarea de zarandear a los caciques y sacar a la plaza pública sus abusos locales y sus fraudes administrativos”.
Cuenta la novela de Figueroa la historia del cacique Don Oroncio, que se acercó a Santa Cruz de Tenerife antes de las elecciones para presionar al pueblo para que votara a los candidatos del partido conservador. Antes de llegar a Santa Cruz Don Oroncio había mandado a su agente electoral, que se encargaba de recomendar a la gente el voto a los conservadores. Don Oroncio se entera por su agente electoral que un tal Cho Sixto dijo que iba a votar a los republicanos. Don Oroncio habla con Cho Sixto y lo amenaza si no cambia de opinión. Don Oroncio se enamora de la joven Micaela, que casualmente es la novia de Juanillo, el hijo de Cho Sixto. La muchacha le huye, pero trabaja en la finca del cacique y no le queda más remedio que acudir a su despacho cuando don Oroncio la llama. Uno de esos días el cacique la viola. La muchacha se lo cuenta a su madre. La mujer en lugar de apoyar a su hija le recomienda que se rinda a los deseos de don Oroncio, que al fin y al cabo su novio es un desgraciado que no se sabe si regresará de Venezuela, a donde huyó cuando iba a ser reclutado para la guerra de Cuba.