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Ni con uno ni con otro

Saco a relucir el dato porque veo la mano de los asesores mediáticos del PP que, todo hay que decirlo, transmiten muy bien a la opinión menos avisada sensaciones favorables a Rajoy, que se ve ya ungido. En esta ocasión se han valido de las horas bajas de Zapatero para ocultar que Rajoy no lo tiene menos feo. Si el presidente habrá de convencernos de que con sus recortes al Estado de Bienestar trata de salvarlo en el futuro, al líder de la oposición no le queda otra que explicar su oposición cerrada a unas medidas que él mismo venía demandando y que bendijeron los organismos europeos, hoy en manos de sus correligionarios. Creo que Zapatero representa la derrota de la socialdemocracia frente al liberalismo económico de sálvese quien pueda, justo el que defiende Rajoy y el que han impuesto sus correligionarios europeos. Sólo engañan a los dispuestos a ser engañados.

Así las cosas, en el debate que comienza hoy tendrá Zapatero que dejar en casa sus optimismos y promesas y contar por lo menudo qué está haciendo; y tendrá Rajoy que salirse del “no” sistemático y hacer lo que ha evitado hasta ahora: contar qué haría él para combatir la crisis si llega a La Moncloa. Dice ser la alternativa a Zapatero pero continúa sin ofrecer nada que lo justifique. Deberá explicar la razón de su oposición a las medidas del Gobierno cuando sabe muy bien que son las que tendrá que aplicar él llegado el caso. Si Zapatero se ha apartado del Estado de Bienestar, el objetivo de Rajoy y de sus socios europeos es cargárselo del todo. Quizá por eso seguimos sin conocer en qué consiste su alternativa; quizá también sea ése el motivo de que sus asesores hayan aconsejado a Rajoy que no insista demasiado en la crisis.

Otro tema cuasi tabuado es el Estatut catalán. Le han recomendado a Rajoy que en el debate lo coja con pinzas, de no lograr evitarlo. Pero fue su partido el que interpuso el recurso, aunque lo peor no fuera eso sino que el propio Rajoy agarrara la pancarta del “España se rompe” y recorriera el país recogiendo firmas contra el Estatut. Trató de aprovechar el anticatalanismo que tanto cultiva la derecha mesetaria para sacarle rédito electoral. Aunque es posible que aquí pueda escaquearse mejor porque tampoco está Zapatero muy interesado en asumir el sentido de la manifestación última de Barcelona. Ésta desbordó la mera protesta contra la sentencia del Constitucional y la simple reivindicación estatutaria del Estatuto para adquirir coloraciones soberanistas o independentistas, como prefieran llamarlas. La idea que se extiende es que Cataluña no tiene cabida en el Estado Español porque éste no está dispuesto a reconocer la realidad multinacional y estructurarse de acuerdo con ella. El Constitucional insistió mucho (lo repitió siete u ocho veces) en la idea de la unidad inquebrantable de España de cuando Él habitaba entre nosotros, con lo que ha dejado sin argumentación a quienes en Cataluña oponían al independentismo la opción federal o continuar avanzando en la línea autonómica. Rajoy y Zapatero tratan de asimilar el asunto en los términos de su disputa personal y si para el Gobierno la sentencia es una derrota más del PP, para los peperos el culpable de todo es quien ya saben. Abordan el problema desde la óptica de Madrid y echan en saco roto opiniones periféricas como la del arquitecto Oriol Bohigas (“Entendernos a través de un Estado Federal se ha acabado”); la del ex conseller Ferrán Mascarell (“Necesitamos un Estado eficiente y España no lo es”); la del escritor Jaume Cabré (“La humillación que vivimos abre la vía al independentismo”) y un largo etcétera.

Zapatero y Rajoy no están a la altura de las circunstancias. Ni con un ni con otro tienen nuestros males remedio. Como casi siempre, la opción es si vale o no vale más malo conocido que bueno por conocer. Si es que en los postulados del PP hay algo bueno que no conocemos aún; que esa es otra.

Saco a relucir el dato porque veo la mano de los asesores mediáticos del PP que, todo hay que decirlo, transmiten muy bien a la opinión menos avisada sensaciones favorables a Rajoy, que se ve ya ungido. En esta ocasión se han valido de las horas bajas de Zapatero para ocultar que Rajoy no lo tiene menos feo. Si el presidente habrá de convencernos de que con sus recortes al Estado de Bienestar trata de salvarlo en el futuro, al líder de la oposición no le queda otra que explicar su oposición cerrada a unas medidas que él mismo venía demandando y que bendijeron los organismos europeos, hoy en manos de sus correligionarios. Creo que Zapatero representa la derrota de la socialdemocracia frente al liberalismo económico de sálvese quien pueda, justo el que defiende Rajoy y el que han impuesto sus correligionarios europeos. Sólo engañan a los dispuestos a ser engañados.

Así las cosas, en el debate que comienza hoy tendrá Zapatero que dejar en casa sus optimismos y promesas y contar por lo menudo qué está haciendo; y tendrá Rajoy que salirse del “no” sistemático y hacer lo que ha evitado hasta ahora: contar qué haría él para combatir la crisis si llega a La Moncloa. Dice ser la alternativa a Zapatero pero continúa sin ofrecer nada que lo justifique. Deberá explicar la razón de su oposición a las medidas del Gobierno cuando sabe muy bien que son las que tendrá que aplicar él llegado el caso. Si Zapatero se ha apartado del Estado de Bienestar, el objetivo de Rajoy y de sus socios europeos es cargárselo del todo. Quizá por eso seguimos sin conocer en qué consiste su alternativa; quizá también sea ése el motivo de que sus asesores hayan aconsejado a Rajoy que no insista demasiado en la crisis.