Espacio de opinión de Canarias Ahora
La corrupción como cultura
Podría ser interesante un estudio longitudinal y multicultural sobre los factores que inciden en la conductiva corruptiva. Qué aspectos sociales, económicos y culturales provocan una tendencia, más o menos, justificante y admitida de meter la mano, y la pata, en las arcas públicas, en la justicia o en la política, por nombrar algunos terrenos donde se da más. Pero sin olvidar otros como la familia, la escuela, la iglesia, etc.
Los fines pueden ser de distinta índole, generalmente suelen estar relacionados con el dinero, el sexo y el poder, nada nuevo desde los excedentes de producción y el principio de las castas. Pero me gustaría saber cómo en el siglo XXI y en las sociedades complejas donde no hay nada que no esté codificado moral, religiosa o políticamente, se justifique, se ampare y se acepte como parte de la existencia social la corrupción.
Limitándonos a lo público, la organización internacional Transparencia Internacional publica desde 1995 el Índice de percepción de la corrupción que mide, en una escala de cero (percepción de muy corrupto) a diez (percepción de ausencia de corrupción), los niveles de percepción de corrupción en el sector público en un país determinado y consiste en un índice compuesto, que se basa en diversas encuestas a expertos y empresas, Lo que tampoco parece muy neutral a priori. En este sentido la organización define la corrupción como «el abuso del poder encomendado para beneficio personal». España aparece entre los más corruptos de Europa y desde al año 2002 y con respecto al 2010 ha bajado un punto en dicha escala situándose en un significativo 6.1 sobre 10 . Si le diéramos fiabilidad a la interpretación de los datos recogidos por Transparencia internacional y la cotejáramos con el último sondeo de metroscopia, en el que 96% de los españoles encuestados piensa que el nivel de corrupción en España es escandalosamente alto, tenemos que en dos años la corrupción ha alcanzado los niveles de Namibia o Malasia o de los países de Este, aunque cueste imaginarlo. Es curioso, o no, que justamente Portugal, Grecia, Italia y España, dentro de UE, son de los más corruptos políticamente.
Volviendo al barómetro de metroscopia me llama la atención la respuesta a la pregunta: ¿Diría que hay más corrupción en la vida política española que en el resto de nuestra sociedad? El 50% lo afirma, pero no es esto lo que me pica la curiosidad, sino el 40% que piensa que es igual. Lo que me lleva a varias teorías: la corrupción tiene un carácter idiosincrático y cultural bastante significativo o “la gente no se chupa el dedo”, especialmente en los países donde los poderes institucionales no son precisamente los más adecuados para dar ejemplo a la población sobre moral pública. La corrupción tiene una base filogenética, o sea, hemos evolucionado hacia este estado natural? lo llevamos en nuestra historia como un esperpento más de nuestra conducta social que nos escandaliza cuando alguien que no tiene donde caerse muerto se hace el longui y se le olvida comunicar al Estado, que le ha quitado hasta los calzoncillos, ayudado por los bancos, que su madre murió hace un tiempo y seguía cobrando su pensión. ¡Muy mal hecho hombre! Tenías que haber devuelto esa mísera pensión aunque tus hijos se queden sin libros para el cole, para que los zoquetes de turno se la den al mismo banco que te estafó con la vivienda o con las preferentes, o para los que hacen ERES por la cara, se lleven el dinero fuera. ¿Cómo no va a haber corrupción? Lo extraño sería lo contrario, es como la pescadilla que se muerde la cola o el cuento del huevo y la gallina?
Pero no debemos preocuparnos, nos quejamos de vicio. Esto se va a arreglar con más horas de religión, lengua y matemáticas, por eso espero la enésima reforma educativa versión “cállate la boca totorota”. Seguro que acaba con la corrupción en España.
Podría ser interesante un estudio longitudinal y multicultural sobre los factores que inciden en la conductiva corruptiva. Qué aspectos sociales, económicos y culturales provocan una tendencia, más o menos, justificante y admitida de meter la mano, y la pata, en las arcas públicas, en la justicia o en la política, por nombrar algunos terrenos donde se da más. Pero sin olvidar otros como la familia, la escuela, la iglesia, etc.
Los fines pueden ser de distinta índole, generalmente suelen estar relacionados con el dinero, el sexo y el poder, nada nuevo desde los excedentes de producción y el principio de las castas. Pero me gustaría saber cómo en el siglo XXI y en las sociedades complejas donde no hay nada que no esté codificado moral, religiosa o políticamente, se justifique, se ampare y se acepte como parte de la existencia social la corrupción.