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Diálogo de sordos

A su lado, Alicia Sánchez Camacho, candidata del PP en las elecciones catalanas, mostró un perfecto dominio de los eslóganes populares contra Zapatero malo. No dejó uno atrás. Los desgranó a tal velocidad, para dar sensación de contundencia y seguridad, que no pude saber si el PP apoya o no a la huelga en su recién estrenada condición de “partido de los trabajadores” como cabía esperar ya que, al fin y al cabo, el programa se centró en la huelga general convocada por CC.OO. y UGT contra las medidas de Zapatero.

Enfrente, un Cayo Lara venido por el túnel del tiempo a explicar la perversidad del capitalismo y del que lo mejor que puede decirse es que hacía juego, a la contra eso sí, con Camacho y Díaz Ferrán. Los demás, el representante del Gobierno, los dos líderes sindicales, el presidente de las pymes y el enviado de CiU estuvieron en su papel razonando su defensa o sus críticas a la política del Gobierno.

El resultado final del programa permitió constatar de nuevo el diálogo de sordos que se traen. Que viene a ser el mismo de Rajoy y Zapatero sin ir más lejos, por referirme a la última escaramuza, respecto a Afganistán. Rajoy, cogido en la contradicción de su respaldo a la intervención ilegal en Irak y sus feroces críticas a la retirada española, se ha refugiado en una especie de semántica para que Zapatero admita que aquello es una guerra y no una misión de paz, como la considera Naciones Unidas. No creo que a las familias de los muertos allá estén para discernir entre galgos y podencos. No les consuela el respaldo de la ONU al que se aferra Zapatero para no ponerle fecha a la retirada ni el cinismo de Rajoy a quien el antecedente iraquí le impide exigir esa retirada; como hacen las otras fuerzas políticas, desde las que quieren salir de allí, sin más, a las que piensan que es la hora de las soluciones políticas, visto el fracaso de las militares.

Para mí tienen los sindicatos razones para convocar la huelga. Es demasiado para el cuerpo que Zapatero quiera aplicar las recetas impuestas por el mismo neoliberalismo que nos metió en este lío. En cuanto a lo de Afganistán, nada se nos había perdido allí, aunque ahora el simple hecho de estar le ha generado al Gobierno unas responsabilidades que le impiden irse por las buenas; pero no fijar un calendario y hacer fuerza en el diálogo y la negociación política para acabar de una vez. Tiene razón Gaspar Llamazares al considerar que la presencia de tropas extranjeras en el país asiático es un magnífico banderín de enganche para Al Qaeda. La política de Bush, de la que participó el PP con un entusiasmo que todavía le dura, incrementó la inseguridad mundial en general y la de España en particular, que sigue siendo objetivo terrorista. Ya está bien de jugar con las palabras y los conceptos para ocultarle la verdad al electorado.

A su lado, Alicia Sánchez Camacho, candidata del PP en las elecciones catalanas, mostró un perfecto dominio de los eslóganes populares contra Zapatero malo. No dejó uno atrás. Los desgranó a tal velocidad, para dar sensación de contundencia y seguridad, que no pude saber si el PP apoya o no a la huelga en su recién estrenada condición de “partido de los trabajadores” como cabía esperar ya que, al fin y al cabo, el programa se centró en la huelga general convocada por CC.OO. y UGT contra las medidas de Zapatero.

Enfrente, un Cayo Lara venido por el túnel del tiempo a explicar la perversidad del capitalismo y del que lo mejor que puede decirse es que hacía juego, a la contra eso sí, con Camacho y Díaz Ferrán. Los demás, el representante del Gobierno, los dos líderes sindicales, el presidente de las pymes y el enviado de CiU estuvieron en su papel razonando su defensa o sus críticas a la política del Gobierno.