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Estrategas del desvío

Lo bueno de ser lesbiana es que una no ofende a la otra con el vocabulario y pueden ambas vivir gramaticalmente felices sin tener que leer en ningún caso las guías del lenguaje políticamente correcto. Menudo follón han liado los medios tras el análisis realizado por Ignacio Bosque sobre feminismo y lenguaje, como si nos importara mucho estas cosas a los españoles. ¿No se dan ustedes cuenta de que aquí ni siquiera se les enseña a los niños a leer y a escribir en los colegios? ¿Que los mozalbetes cumplen los doce años sin comprender lo que leen y sin poder expresar sus pensamientos por escrito o por escrita? Bueno, para los que estudian en la concertada y en la privada, convendría recordar que las gramáticas no tienen ideología y que los lingüistas no son legisladores que impongan sus leyes, sino que hacen un estudio de lo que hay. El léxico es otra cosa, pero habría que hablar de asuntos baladíes como los niveles morfológico y sintáctico y esto no les interesa ni a los que estudian en los colegios del Opus.

Claro, y quién nos mandaría meternos en estos fregados, piensa uno, cuando sale la Cospedal (esta está divorciada y tampoco le dan la comunión, por lista (aquí usado el término sin ningún significado peyorativo del tipo 'mujer que hace la calle')), sale, digo, la Cospedal y dice que “Los españoles deben trabajar más”. ¿Sólo los españoles o también las españolas? Qué lío, ¿verdad? ¿Será que esta gente quiere devolver a la mujer al hogar familiar, y así evitamos que vayan también a las clínicas abortivas? ¿Será simplemente un recorte más pero esta vez en el uso del género? En fin, tampoco nos importa mucho porque el segundo capítulo de la Pantoja está al caer. Ahora nos la llevan a Marbella, con todo el follón del GIL y Julián Muñoz. Isabel, seguramente o presuntamente, quería meterse en política para hacer un ERE en el Tívoli, hasta el papo que estaba de cantar día sí día también allí todos los veranos, con la humedad que hay en Benalmádena en pleno julio, toda la cara llena de churretes. Ella es más de espectáculos a lo José Luis Moreno, o si me apuras, de galas de la Copla en Canal Sur (siempre que no estuviera la Jurado), esa cadena de todos los andaluces y las andaluzas que, según Javier Arenas, es poco fiable para que él debata con Griñán a propósito de las elecciones a la Junta. Total, dirá, para qué voy a ir si voy a ganar con este peazo de programa que llevamos y con esta apuesta de futuro? Mira Paquirrín, que ya lo tenemos colocao en Telecinco, y sin estudios.

José María García Linares

Lo bueno de ser lesbiana es que una no ofende a la otra con el vocabulario y pueden ambas vivir gramaticalmente felices sin tener que leer en ningún caso las guías del lenguaje políticamente correcto. Menudo follón han liado los medios tras el análisis realizado por Ignacio Bosque sobre feminismo y lenguaje, como si nos importara mucho estas cosas a los españoles. ¿No se dan ustedes cuenta de que aquí ni siquiera se les enseña a los niños a leer y a escribir en los colegios? ¿Que los mozalbetes cumplen los doce años sin comprender lo que leen y sin poder expresar sus pensamientos por escrito o por escrita? Bueno, para los que estudian en la concertada y en la privada, convendría recordar que las gramáticas no tienen ideología y que los lingüistas no son legisladores que impongan sus leyes, sino que hacen un estudio de lo que hay. El léxico es otra cosa, pero habría que hablar de asuntos baladíes como los niveles morfológico y sintáctico y esto no les interesa ni a los que estudian en los colegios del Opus.

Claro, y quién nos mandaría meternos en estos fregados, piensa uno, cuando sale la Cospedal (esta está divorciada y tampoco le dan la comunión, por lista (aquí usado el término sin ningún significado peyorativo del tipo 'mujer que hace la calle')), sale, digo, la Cospedal y dice que “Los españoles deben trabajar más”. ¿Sólo los españoles o también las españolas? Qué lío, ¿verdad? ¿Será que esta gente quiere devolver a la mujer al hogar familiar, y así evitamos que vayan también a las clínicas abortivas? ¿Será simplemente un recorte más pero esta vez en el uso del género? En fin, tampoco nos importa mucho porque el segundo capítulo de la Pantoja está al caer. Ahora nos la llevan a Marbella, con todo el follón del GIL y Julián Muñoz. Isabel, seguramente o presuntamente, quería meterse en política para hacer un ERE en el Tívoli, hasta el papo que estaba de cantar día sí día también allí todos los veranos, con la humedad que hay en Benalmádena en pleno julio, toda la cara llena de churretes. Ella es más de espectáculos a lo José Luis Moreno, o si me apuras, de galas de la Copla en Canal Sur (siempre que no estuviera la Jurado), esa cadena de todos los andaluces y las andaluzas que, según Javier Arenas, es poco fiable para que él debata con Griñán a propósito de las elecciones a la Junta. Total, dirá, para qué voy a ir si voy a ganar con este peazo de programa que llevamos y con esta apuesta de futuro? Mira Paquirrín, que ya lo tenemos colocao en Telecinco, y sin estudios.