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Fiasco olímpico

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Pocos imaginaban la bofetada del COI a Madrid 2020 y aún menos que ni siquiera pasara la primera votación y fuera superada por Estambul. Les aseguro que en las calles de esta Villa y Corte existía estos días el pálpito de que a la tercera iba la vencida y una gran ilusión, sin distinción de ideologías ni preferencias partidarias.

En ese sentido el batacazo no es una buena noticia ni para los madrileños ni para el conjunto de los habitantes de este país, pues, al margen de lo deportivo, el que más y el que menos tenía esperanzas de que la Olimpiada pudiera servir para reactivar la economía siquiera fuese con una inyección de optimismo.

No obstante conviene que ustedes ahí en Canarias sepan que, pese a dicho sentir ciudadano mayoritario, tanto Izquierda Unida como UPyD se opusieron al tercer intento de Olimpiada en Madrid desde el primer momento en que se planteó por Ana Botella hasta el Debate del Estado de la Región de hace dos días. Los argumentos eran diáfanos: hay mejores cosas en que emplear esfuerzos y dinero en esta época de crisis que en el Panem et Circenses de los Juegos.

En cuanto al respaldo del PSOE, era obligado, ya que su actual portavoz municipal, Jaime Lissavetzky, era secretario de Estado para el Deporte cuando los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero respaldaron los dos anteriores intentos frustrados de Alberto Ruiz-Gallardón.

Lo cierto es que la derrota de la candidatura madrileña ha supuesto un serio revés no solo para el Gobierno del PP sino también para la Corona, que al haberse implicado con bastante intensidad en los últimos días a través de la persona de Felipe de Borbón ha salido también muy tocada.

Rajoy quería un cierto respiro por el 'Caso Bárcenas' y que su Gobierno pudiera contrarrestar los efectos cada vez más devastadores que las revelaqciones sobre las cuentas del PP están teniendo para su credibilidad personal, la de su partido y la de su Gobierno. Y ni qué decir tiene que otro de los grandes afectados políticamente por el fiasco ha sido José Manuel Soria, que allí que se fue con su Marca España a hacer footing a Buenos Aires convencido de la victoria.

Algunos se han apresurado a decir que todo el pescado estaba ya vendido, que la decisión de esa gente de mal vivir del COI estaba tomada ya hace meses, que un país en una situación financiera tan precaria e inestable como España nunca iba a ser el elegido y que se ha estado todas estas semanas vendiendo humo. No obstante, también hay que recordar que en el anterior corte, el llamado Comité de Evaluación otorgó a Madrid la mejor puntuación, por delante de Tokio y Estambul ¿Qué es lo que se ha hecho mal entonces? ¿Sólamente, como se ha dicho, que al estar ya construido el 80 por ciento no hay ya oportunidades de negocio para los tiburones del COI?

Un dato: el 25 por ciento de los miembros del COI pertenece a países de la Commonwealth, la comunidad anglosajona de naciones que durante la mayor parte del mes de agosto ha sido estupida y gratuitamente agraviada por el Gobierno del PP merced al artificial conflicto generado en torno Gibraltar.

En fin, ese es el precio que a veces se paga por cortinas de humo como la creada por el Gobierno de Rajoy, Soria y Margallo con la Roca este verano, en donde los bloques de hormigón lanzados en la bahía, aderezados con el incremento de los controles en la verja, vinieron muy bien para tapar verguenzas tan gordas como el ridículo en que quedó el fastuoso viaje del Rey a Marruecos, después de que todos nos enteráramos de que una de las consecuencias de su encuentro con su fraternal primo Mohammed VI fue el indulto de de un pederasta.

¿Se ha vuelto a acordar alguien en algún sitio de aquel affaire del supuesto espía de origen irakí? Eso sí, qué valientes hemos sido este verano todos frente a la pérfida Albión y cuánto pecho ha sacado Margallo proclamando aquello de que en Gibraltar se acabó el recreo y demás boberías por el estilo.

Y, en fin, por último pero no menos importante, piensa uno que alguna influencia habrán tenido en el voto emitido por los miembros del COI las noticias acerca de presunta corrupción en nuestras altas esferas, y en el entorno de la Familia Real, particularmente las relacionadas con un exjugador de balonmano vinculado a la dicha familia por matrimonio. Una corrupción para la que, miren ustedes por donde, al parecer, se utilizaban como instrumento no solo entidades que supuestamente no tenían ánimo de lucro, sino que tenían como objeto precisamente actividades relacionadas con el deporte. Se ignora si el que Felipe de Borbón haya tenido que lidiar con la defensa de la candidatura de Madrid fue una decisión propia o impuesta pero pudiera suceder que esa más que loable presencia suya en la que tanto se ha insistido en que ha dado la cara por su familia no cosechara los frutos deseados.

Eso sí, lo que ya, olvidando consideraciones éticas y centrándonos solamente en las estéticas, uno no entiende ni entenderá nunca muy bien es lo que pinta la oronda figura de la Infanta Pilar en estos saraos y si, dicho con el mayor respeto hacia su persona, produce algún beneficio a la imagen de España. Pero seguramente será mejor dejarlo correr.

Pocos imaginaban la bofetada del COI a Madrid 2020 y aún menos que ni siquiera pasara la primera votación y fuera superada por Estambul. Les aseguro que en las calles de esta Villa y Corte existía estos días el pálpito de que a la tercera iba la vencida y una gran ilusión, sin distinción de ideologías ni preferencias partidarias.

En ese sentido el batacazo no es una buena noticia ni para los madrileños ni para el conjunto de los habitantes de este país, pues, al margen de lo deportivo, el que más y el que menos tenía esperanzas de que la Olimpiada pudiera servir para reactivar la economía siquiera fuese con una inyección de optimismo.