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Fukuda, entre Las Palmas y Japón

Motohide Yoshikawa tiene claro que entre Japón y España queda todavía mucho por hacer para equilibrar una balanza comercial muy descompensada. Hay que exportar más a Japón, pero en una época donde el consumo se estanca parece hercúlea tarea. Sin embargo, dos grandes bancos japoneses (Nomura y Mitsubishi) han comprado a dos grandes norteamericanos en quiebra: Lehman Brothers ?del ínclito Luis de Guindos- y Morgan Stanley. Mientras el resto del mundo suspira por la falta de liquidez, el yen sube como la espuma y sirve como refugio para dólares y euros desvalorizados. Lo cual es un problema para Japón, que basa su economía en las exportaciones y una moneda fuerte las dificulta. Así que a ellos les sobra circulante y buscan desesperadamente nichos exteriores donde invertirlo.

Y fue así como durante la conversación con el embajador surgieron nombres de japoneses ilustres que viven en España y cuyas peripecias son muy seguidas en su país. Yo aporté el nombre de Mitsuo Miura, el pintor afincado en Madrid que introdujo el minimalismo en España o el árbitro Japón Sevilla, apellido cuyo origen posee más incidencias que un partido de fútbol. Y el embajador me contestó aportando otros más, entre ellos Kenji Fukuda, el japonés que jugó en la U.D. Las Palmas y hoy milita en el Ionicos griego. Quiere esto decir que los partidos de la UD se vivieron entre los aficionados al futbol de Japón tan intensamente como en Gran Canaria gracias a Fukuda y hablamos de un país todavía incipiente en este deporte pero que organiza el mundial de clubes más importante del globo y cuya selección ya comienza a caminar por los mundiales con personalidad propia. El otro es Atsuhiro Shimoyama, “El niño del Sol naciente”, único torero japonés que se ha vestido de luces en España y que tras una grave cogida, intenta salir adelante. Tan raro como ver a un español ejercitando el “sumo”. Pero no tanto si antes ha practicado la lucha canaria, lo que abre un insospechado horizonte de intercambio deportivo, cultural y económico entre los dos archipiélagos que nunca nadie antes ha querido explorar y explotar.

Federico Utrera

Motohide Yoshikawa tiene claro que entre Japón y España queda todavía mucho por hacer para equilibrar una balanza comercial muy descompensada. Hay que exportar más a Japón, pero en una época donde el consumo se estanca parece hercúlea tarea. Sin embargo, dos grandes bancos japoneses (Nomura y Mitsubishi) han comprado a dos grandes norteamericanos en quiebra: Lehman Brothers ?del ínclito Luis de Guindos- y Morgan Stanley. Mientras el resto del mundo suspira por la falta de liquidez, el yen sube como la espuma y sirve como refugio para dólares y euros desvalorizados. Lo cual es un problema para Japón, que basa su economía en las exportaciones y una moneda fuerte las dificulta. Así que a ellos les sobra circulante y buscan desesperadamente nichos exteriores donde invertirlo.

Y fue así como durante la conversación con el embajador surgieron nombres de japoneses ilustres que viven en España y cuyas peripecias son muy seguidas en su país. Yo aporté el nombre de Mitsuo Miura, el pintor afincado en Madrid que introdujo el minimalismo en España o el árbitro Japón Sevilla, apellido cuyo origen posee más incidencias que un partido de fútbol. Y el embajador me contestó aportando otros más, entre ellos Kenji Fukuda, el japonés que jugó en la U.D. Las Palmas y hoy milita en el Ionicos griego. Quiere esto decir que los partidos de la UD se vivieron entre los aficionados al futbol de Japón tan intensamente como en Gran Canaria gracias a Fukuda y hablamos de un país todavía incipiente en este deporte pero que organiza el mundial de clubes más importante del globo y cuya selección ya comienza a caminar por los mundiales con personalidad propia. El otro es Atsuhiro Shimoyama, “El niño del Sol naciente”, único torero japonés que se ha vestido de luces en España y que tras una grave cogida, intenta salir adelante. Tan raro como ver a un español ejercitando el “sumo”. Pero no tanto si antes ha practicado la lucha canaria, lo que abre un insospechado horizonte de intercambio deportivo, cultural y económico entre los dos archipiélagos que nunca nadie antes ha querido explorar y explotar.