Espacio de opinión de Canarias Ahora
El gafe Bañolas
Paulino se pronunció tras la encuesta reveladora de que a la mayoría de los santacruceros les importa un pito la corrupción. Olvida que todos nosotros, ante una lista de principales problemas, pondremos siempre por delante en orden de importancia los que nos afectan directamente. La crisis, el paro, el mal funcionamiento de la Sanidad, etcétera, siempre precederán a la corrupción que tendemos a ver como asunto de las alturas, de los que mandan, cosas de la política que nos caen lejos. Dado nuestro bajo grado de cultura política, pocos se plantean que la corrupción corroe las bases mismas del sistema; que afecta a nuestro bienestar porque el dinero volado se resta de inversiones; que rebaja la calidad de obras y servicios y genera un descrédito peligroso para la democracia, necesitada de confianza en las instituciones y sus gestores. Por eso no son de recibo las invitaciones a no investigar, a no hacer ruido, a dejar que la vida siga proa al marisco. Deberían probar una encuesta específica sobre la corrupción y ver qué sale.
El diablo las carga y cuando todavía no sabe bien el Gobierno cómo zafarse del caso de la hemodiálisis, salta en Cádiz la venta de títulos sanitarios falsos avalados por la Escuela de Servicios Sanitarios y Sociales de Canarias (ESSCAN por mal nombre). Por unos euros podían los compradores ahorrarse el engorro de asistir a las aulas.Dicen que con las certificaciones amañadas han conseguido muchos colocarse tanto en la Sanidad pública como en la privada. Sin entrar ni salir en el fondo, el caso es un buen ejemplo de cómo la corrupción nos afecta al exponernos a caer en manos de algún desaprensivo; con el efecto colateral de la desconfianza en la Sanidad al no poder uno saber con quien está dando al necesitar asistencia en cualquier establecimiento. ¿Qué es preferible? ¿El silencio de dejarlo estar o formar la escandalera y tocarle las narices al presidente?
Si Paulino participa de la tesis de que la corrupción no influye en las elecciones (lo único en que piensan los políticos) les diré que no dice nada bueno de la cultura política del electorado no exigir cuentas en las urnas a los responsables de los escándalos.
Junto a Paulino, la cara de si lo sé, no vengo de Fernando Bañolas. Lo creo un tipo bien intencionado que consideró su acceso a la Consejería de Sanidad una buena plataforma para él y su partido. Pero llegó y en lugar de besar la peana, como los bienafortunados, recibió la pedrada en la frente del concurso de la hemodiálisis sin ni siquiera saber todavía donde guardan en el despacho el azúcar y el café. Sin embargo, a pesar de su cara de asombrado, se comportó como un veterano en el Gobierno y autorizó la tomadura de pelo al Parlamento, al que envió las mismas informaciones sobre el concurso que cuelgan ya, tiempo ha, en Internet. Y como no hay una sin dos, le sueltan la patada en la canilla de las titulaciones sanitarias. Dos cuestiones que, encima, afectan al PP que casi roza la perfección del trapisondismo patrio. No sé ustedes, pero yo veo a Bañolas gafe y no pasaría con él ni amarrado bajo un andamio.
Paulino se pronunció tras la encuesta reveladora de que a la mayoría de los santacruceros les importa un pito la corrupción. Olvida que todos nosotros, ante una lista de principales problemas, pondremos siempre por delante en orden de importancia los que nos afectan directamente. La crisis, el paro, el mal funcionamiento de la Sanidad, etcétera, siempre precederán a la corrupción que tendemos a ver como asunto de las alturas, de los que mandan, cosas de la política que nos caen lejos. Dado nuestro bajo grado de cultura política, pocos se plantean que la corrupción corroe las bases mismas del sistema; que afecta a nuestro bienestar porque el dinero volado se resta de inversiones; que rebaja la calidad de obras y servicios y genera un descrédito peligroso para la democracia, necesitada de confianza en las instituciones y sus gestores. Por eso no son de recibo las invitaciones a no investigar, a no hacer ruido, a dejar que la vida siga proa al marisco. Deberían probar una encuesta específica sobre la corrupción y ver qué sale.
El diablo las carga y cuando todavía no sabe bien el Gobierno cómo zafarse del caso de la hemodiálisis, salta en Cádiz la venta de títulos sanitarios falsos avalados por la Escuela de Servicios Sanitarios y Sociales de Canarias (ESSCAN por mal nombre). Por unos euros podían los compradores ahorrarse el engorro de asistir a las aulas.Dicen que con las certificaciones amañadas han conseguido muchos colocarse tanto en la Sanidad pública como en la privada. Sin entrar ni salir en el fondo, el caso es un buen ejemplo de cómo la corrupción nos afecta al exponernos a caer en manos de algún desaprensivo; con el efecto colateral de la desconfianza en la Sanidad al no poder uno saber con quien está dando al necesitar asistencia en cualquier establecimiento. ¿Qué es preferible? ¿El silencio de dejarlo estar o formar la escandalera y tocarle las narices al presidente?