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Grecia en la vanguardia

Miguel Sagaseta

Las Palmas de Gran Canaria —

La victoria del “NO” en el referéndum griego es seguramente el acontecimiento más importante de los últimos tiempos para los defensores de la Europa de los pueblos.

El citado referéndum se celebró en unas condiciones de chantaje y coacción para el pueblo heleno. Se llevó a cabo, nada más y nada menos, que con su población sometida a un “corralito” financiero, bajo la amenaza de su expulsión de la UE, con todos los gobiernos y “dirigentes” europeos presionando para el “SI” y con la inmensa mayoría de los medios de comunicación derrochando ríos de tinta con vaticinios apocalípticos sobre que quedaría para Grecia si finalmente ganaba el “NO”.

Ante aquel panorama, los griegos respondieron con un contundente “NO” -gano el “NO” por más del 60%-. El pueblo griego estuvo a la altura de las circunstancias, dio una lección de dignidad y soberanía nacional que pasará a los anales de la historia. Solos le mantuvieron el pulso a la derecha y a la socialdemocracia de derechas de toda Europa, -por supuesto, también de Grecia-, a la que se sumaban el FMI, la CE, el BCE… en unas condiciones en las que cualquier gobierno “centrista” se hubiese puesto de rodillas, se hubiese rendido solo con ver el polvo que levantaban sus adversarios en el horizonte.

En mi opinión, Grecia se ha ubicado a la vanguardia de la Europa progresista. Es el referente que lidera a todas y todos las europeos que entendemos que el estado social y de derecho es una conquista irrenunciable, hoy la prioridad contra la que se desatan todas las tormentas. Expresa la voluntad de quienes queremos una Europa que descanse sobre los principios de solidaridad, protección social, trabajo con derechos, distribución de la riqueza y prevalencia de lo público. Una Europa en la que todas y todos tengamos derecho a unas condiciones de vida digna. Una Europa en la que no haya ciudadanos de primera, de segunda y de tercera, según el país en el que haya nacido. Una Europa en la que lo primero, lo segundo y lo tercero en orden de importancia sean sus ciudadanos en general, y los más desfavorecidos en particular.

En definitiva, una Europa en la que el peso y el reconocimiento de los países sea según sus contribuciones a la historia, al progreso, a los derechos humanos, al mundo de la cultura y el arte, de las ciencias… y no como ocurre actualmente, donde lo que se valora es el volumen de su PIB, el nivel de su deuda, la representatividad de su Bolsa o el nivel de ingresos de sus principales empresas privadas.

El gobierno heleno se ha convertido en el rival más firme de la banda de especuladores y sus “palmeros” cuya única obsesión es el interés mezquino y material. Aquellos que sin ser elegidos democráticamente por ningún país miembro se han adueñado de las instituciones de la UE, campando a sus anchas como si del salón de su casa se tratase. Es la fuerza política que encabeza la lucha contra las medidas de austeridad y de recortes -eufemísticamente llamados ajustes- que someten sin piedad a los ciudadanos de la Europa que ellos califican como la “Europa de los cerdos” -los PIG’s- a penurias y miserias hasta su humillación.

Para lo anterior se basan en el principio de pacta sunt servanda (los pactos están para cumplirse), cueste lo que cueste. Les resulta indiferente las condiciones en que se suscribieron esos “pactos” y que su aplicación envíe a millones de familias a la exclusión social, que toda una generación quede hipotecada, que se incrementen tasas tan alarmantes como las de la pobreza infantil, el desempleo, personas sin ningún tipo de cobertura...

Si tan amigos son de tal principio, más les valdría exigir, por ejemplo, a Alemania, el pago de la deuda histórica que tiene con el país heleno, como consecuencia entre otros hechos de: las indemnizaciones impagadas desde la I Guerra Mundial; los préstamos obligados que contrajo el III Reich a nombre de Grecia durante la ocupación alemana; las reparaciones por las confiscaciones, persecuciones, ejecuciones y destrucciones de pueblos enteros, rutas, puentes, líneas ferroviarias y puertos, producidas también por el III Reich y que fueron dictaminadas por los Tribunales aliados. Todas ellas, medidas que sí se podrían exigir a la nación germana sin afectar lo más mínimo a su estado social y de derecho.

En esa lucha, la batalla del referéndum cambia la inclinación de la balanza, ahora la izquierda y la democracia real europea juega con blancas, recupera la iniciativa ocupando el centro del tablero y Syriza ha jugado de “dama”.

De este cambio tiene la principal “culpa” el pueblo heleno, con su voto en el referéndum. En mi opinión son el espejo en el que se miran todos los pueblos avanzados de Europa. Estoy convencido de que si hoy fuera posible reproducir aquella escena magistral del espejo protagonizada por Groucho Marx en la película “Sopa de Ganso” (escena en la que la persona y su falso reflejo se intercambian la posición atravesando el espejo) todos los pueblos progresistas del viejo continente se intercambiarían con ellos.

El pueblo griego ha cumplido con el presente y con el pasado, con aquellos genios inmortales que siempre fueron a la vanguardia en todas las disciplinas (matemáticas, física, filosofía, arte…). Con una Europa en claro retroceso en su democracia real, quién mejor que los que la inventaron para iniciar el camino para su recuperación.

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