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Con más hambre, más mercurio
Al nombrar la palabra cambio climático, nos imaginamos que éste nos afectará en un futuro próximo con el aumento del nivel del mar por el deshielo de los polos, que desaparecerán bosques y que avanzará la desertización. Sin embargo, el cambio climático nos lleva afectando directamente en nuestra vida diaria desde hace varias décadas, por ejemplo, la cerveza, el vino o el café que bebemos por la pérdida de superficie cultivada, al igual que el chocolate y un número de productos que se encarecerán en un futuro no muy lejano por culpa de enfermedades provocadas por hongos y otros parásitos, así como el calentamiento paulatino de las regiones donde se cultivan. El pescado ha ingresado en esta lista desde hace poco, y es un asunto que debemos tener en cuenta por sus repercusiones económicas y de bienestar en nuestra sociedad.
El incremento de la temperatura del mar conlleva un incremento del metabolismo de los peces; por tanto, tienden a consumir más presas para paliar su apetito. Hasta aquí todo normal, pero el problema surge cuando en el medio se ha incorporado sustancias que se van acumulando a lo largo de la red trófica, como ocurre con algunos metales. Uno de los metales más contaminantes es el mercurio, en especial en forma de metilmercurio. Es un compuesto altamente tóxico que no se puede eliminar al medio una vez ha sido ingerido, y se va acumulando a lo largo de la red trófica alcanzando niveles elevados en peces predadores, como los atunes, que se alimentan de peces más pequeños.
¿De dónde proviene el mercurio?
De la actividad industrial humana, sobre todo de las plantas eléctricas, así como de la deforestación masiva de bosques que está ocurriendo en las últimas décadas. Por ejemplo, el mercurio se encuentra de forma natural en el carbón y se libera a través del humo a la atmósfera.
Los niveles de mercurio encontrados en el pescado no son alarmantes, pero las agencias de seguridad alimentaria recomiendan una serie de medidas preventivas, como consumir tiburón o pez espada pocas veces al mes, que son grandes depredadores en el medio, y más susceptibles de acumular este metal en sus tejidos. El consumo de atún puede ser de varios días a la semana, y para el resto de pescados no existirían limitaciones específicas. Por tanto, pueden seguir consumiendo estos productos sin ningún tipo de problemas, mientras no se alimenten básicamente de ellos.
Pero, ¿qué grado de toxicidad tiene el metilmercurio? En otras palabras? ¿Ha fallecido alguien por tomar pescado contaminado con mercurio?
Más de las que se imaginan, incluso en el sur Japón murieron más de 5000 personas en Minamata durante la década de los años 50 por los vertidos de una empresa petroquímica en la bahía de la localidad.
¿Cuál es la concentración máxima recomendada de mercurio que puede asimilar una persona a la semana? Es muy pequeña, inferior a la que creen, y pueden encontrarla en el informe de 2012 de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Minúscula, ¿verdad?
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