En la Orden TED/1315/2022 que regula la introducción del gas y otros combustibles en Canarias se aclara que, pese a que el hidrógeno o los combustibles sintéticos están llamados a tener un papel fundamental en la descarbonización, todavía no tiene sentido su regulación pues no existe un mercado organizado de los mismos. En la misma línea, es significativo también que ante la pregunta de la diputada canaria Meri Pita, que cuestionó la oportunidad para la Transición energética canaria de la operación consistente en introducir 1550 MW de potencia en nuevos equipos térmicos en Canarias, según recogen el borrador en cuestión, la respuesta del gobierno omite cualquier referencia al hidrogeno en relación a estos equipos nuevos que Madrid quiere introducir. Si esto fuera poco, en jornadas celebradas hace unas semanas en la Caixa Fórum Madrid, organizadas por el periódico Público, Diana Morant, ministra de Ciencia, establece en tres décadas el período en que el hidrógeno verde se convierta en una alternativa real. El Gobierno de España no ha hecho trampas al no contemplar el hidrogeno en sus previsiones, pues la introducción del hidrógeno como vector en la generación eléctrica es aún cosa del futuro.
O sea, que si apostamos por los grupos térmicos, hagámonos a la idea que de lo que vamos a disponer en ese precioso plazo de tiempo del que disponemos para evitar las peores consecuencias del calentamiento global y en el cual habría que tomar toda una serie de medidas radicales contra el calentamiento global, no es de hidrógeno sino sencillamente de fuel oíl y gas fósil.
El gas, además de inconvenientes de orden logístico, de seguir haciéndonos dependientes del exterior, de ser actualmente un combustible caro y volátil, que sufre escasez internacional, y que está siendo utilizado como arma de guerra en las tensiones internacionales, resulta que reduce solamente un 20% la emisión de GEI en comparación con el fuel oíl y otros combustibles derivados del petróleo, pero además esa reducción no es tal cuando tenemos en cuenta las emisiones que provoca el gas en toda su cadena de valor, desde su extracción hasta puesta a disposición de los distintos clientes, en particular en la extracción se libera metano, cuya emisión a la atmósfera en 80 veces mas dañino que el CO2.
O sea, que no resulta ningún consuelo que los equipos sean de gas en lugar de fuel oíl. Tampoco resulta ningún consuelo que esos equipos de gas pudieran ser rectificados para ser utilizados con hidrogeno en parte o totalmente, porque la vida útil de estos equipos estará finalizada cuando el hidrogeno esté disponible. Eso ocurriría alrededor de 2055.
Y la pregunta es, ¿tenemos alternativa a estos equipos térmicos de gas para no retrasar la transición energética?
La respuesta es sí. Son las centrales de bombeo reversible. Las nuevas instalaciones de renovables deben venir acompañadas de estas infraestructuras que jugarían el papel de categoría A que requiere el sistema eléctrico (para evitar apagones el operador necesita que una parte sustancial de la generación en funcionamiento provenga de una fuente manejable a discreción y eso ahora mismo en Canarias solo lo puede ofrecer, o bien los equipos térmicos de las centrales de ENDESA, o bien los bombeos. Estos últimos, además sirven para resolver el cuello de botella de las renovables, su necesidad de almacenamiento. Por eso nuestra insistencia en que se avance rápidamente en la implantación de los bombeos.
Según el plan trazado por las Estrategias del ITC para la Transición energética en Canarias, necesitamos mas de 10.000 MW instalados de renovables, y toda una serie de centrales de bombeo en cinco de las islas.
Con esa potencia instalada, es cuando se generarían excedentes aptos para la producción de hidrogeno verde. Es decir, hasta entonces, tener equipos que puedan alimentarse con hidrógeno verde es una quimera. Por eso, nuestra insistencia en el avance de las centrales de bombeo, para poder integrar primero más y más instalaciones de autoconsumo y de renovables. Y nuestra denuncia de que la implantación de nuevos grupos térmicos hará desistir en avanzar en la implantación de los bombeos. Pues, ¿para qué habría que implantarlos si con los nuevos equipos térmicos se cubre la necesidad de categoría A? Pero claro, se cubre esa necesidad pero sin dejar de emitir gases de efecto invernadero.