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Javier Arenas, un dinamitero 'moderado'

Convencido como estaba el PP por las encuestas de que había llegado, al fin, la gloriosa hora de su victoria, el estado mayor de Génova 13 no daba crédito a los resultados que iba facilitando el Ministerio del Interior, favorables para Felipe González y en absoluto gozosos para José María Aznar. Gallardón y Arenas actuaron de voceros o pregoneros y se dedicaron a calentar el ambiente, como si la democracia española actual fuera similar a aquella caricatura habida durante la Restauración, con Cánovas, Romero-Robledo y los caciques de impulsores de los sucesivos fraudes.

Monumental ridículo

Gallardón y Arenas acabaron aquella jornada habiendo hecho ambos un monumental ridículo. A la vista de los incidentes callejeros que podrían generarse en algunos lugares, de continuar difundiéndose que el triunfo socialista carecía de legitimidad -además de la mala imagen de España a escala internacional-, el Rey envió un mensaje a Aznar en el que le pedía que pusiera punto final a semejante mascarada. Aznar, que había hecho de pirómano a través de los dos políticos mencionados, asumió entonces el papel de bombero y, por suerte, el fuego quedó apagado de inmediato.

Bufón de la corte

Ahora Arenas ha regresado a su rol de simpático bufón de la corte, incapaz sin embargo de disimular su gigantesco cabreo. Desde que conoció que su enemigo imbatible, Manuel Chaves, abandonaba la Presidencia de la Junta de Andalucía para convertirse en vicepresidente tercero del Gobierno de España y ocuparse sobre todo de las autonomías, inició una catarata de declaraciones esotéricas ?secundadas por otros dirigentes populares y la prensa afín- descalificando la operación, presentándola como si fuera ilegal o poco menos, y arremetiendo contra José Antonio Griñán, un muy respetable ciudadano, que será el sucesor.

Con desespero

Arenas observa con desespero que, una vez más, su objetivo de más de veinte años ?ser presidente de Andalucía- se le ha escapado de las manos. Amenaza con una moción de censura si él no puede presentarse también a presidente durante la sesión de investidura de Griñán. De nuevo, Arenas pone en cuestión la legitimidad democrática de este país y se mofa de la Constitución vigente. Resulta esperpéntico que desde la derecha ?experta en no saber perder, como se puso de manifiesto el 14-M, por ejemplo, y antes el 6 de junio de 1993- se discuta por antidemocrático el relevo de Chaves y la elección de Griñán.

La legalidad vigente

¡Pero si Aznar salió zumbando de la Presidencia de Castilla-León porque Manuel Fraga Iribarne lo designó preheredero suyo y le hizo encabezar la lista de los comicios de 1989! ¿Hubo una sola voz en el seno del PP acusando a Aznar de pisotear o vulnerar la legalidad vigente? ¿Fue triturado José María Posada por el hecho de ser elegido en el Parlamento castellano-leonés presidente del Gobierno autonómico?

Despropósitos varios

¿Qué críticas hubo contra Eduardo Zaplana, en 2002, cuando dejó de ser presidente de la Generalitat valenciana para integrarse como ministro de Trabajo en el Gobierno Aznar, tras proponer a José Luis Olivas que fuera su sucesor? A nadie se le ocurrió, ni dentro ni fuera del PP, exigir elecciones anticipadas en ambos casos. Pero Arenas sí que las ha reclamado extrayendo tal ocurrencia del catálogo de despropósitos varios que él recita por estas fechas. La actitud de Arenas y, en general de los conservadores genoveses, es patética. Su drama es que hacen de cada derrota una tragedia. Pues que se vayan preparando porque el 7 de junio pueden cosechar otro disgusto.

* Director de elplural.com

Enric Sopena*

Convencido como estaba el PP por las encuestas de que había llegado, al fin, la gloriosa hora de su victoria, el estado mayor de Génova 13 no daba crédito a los resultados que iba facilitando el Ministerio del Interior, favorables para Felipe González y en absoluto gozosos para José María Aznar. Gallardón y Arenas actuaron de voceros o pregoneros y se dedicaron a calentar el ambiente, como si la democracia española actual fuera similar a aquella caricatura habida durante la Restauración, con Cánovas, Romero-Robledo y los caciques de impulsores de los sucesivos fraudes.

Monumental ridículo