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¿Es lícito preguntarlo todo? Medios, género, y encuestas

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Sentí sorpresa cuando me enteré de que los titulares de la prensa decían que según un estudio del CIS casi la mitad de los hombres cree que las políticas de igualdad han ido demasiado lejos y que ahora son ellos los discriminados: yo soy hombre y no me considero discriminado.

La curiosidad me llevó a consultar el cuestionario. En él se preguntaba la opinión de la población acerca de si pensaba, entre otras cuestiones, si ver pornografía, pagar por mantener relaciones sexuales o hablar abiertamente sobre sus sentimientos era más propio de hombres, de mujeres o de ambos por igual.

No soy nada moralista, pero partiendo de la visión de la psicología evolucionista y la teoría de las convenciones morales se podría decir que mientras que algunas de las cuestiones preguntadas son cuestión de gustos, y otras de convenciones sociales, otras llevan una carga moral importante. Y es importante remarcar que se trata de una encuesta donde el objetivo no era tanto conocer los comportamientos sino las opiniones de la población sobre determinados temas, en este caso, comparando hombres y mujeres.

Imaginemos que cambiamos los términos “hombres/mujeres” por “inmigrantes/población local”. Por múltiples motivos es posible que una parte de la población española piense que los inmigrantes ven más pornografía, pagan más por sexo y son peores expresando sus sentimientos que la población local, pero, ¿estaría bien hacer una encuesta preguntando esas cuestiones?

Yo soy hombre y no me siento discriminado por ser hombre. Claro que yo forjé mi identidad de hombre heterosexual hace mucho. ¿Qué ejemplos les estamos dando a los jóvenes hoy para que construyan su identidad en positivo? Cuando yo era niño los niños no lloraban, los niños

jugaban al fútbol, los niños eran fuertes y un poco paternalistas y protectores con las niñas.

¿Qué se les está diciendo hoy a los niños que es ser niño? Creo que en esto el papel de los medios es clave. Durante mucho tiempo se ha considerado que el tratamiento del suicidio es delicado. Hay que conciliar la libertad de información con evitar el efecto imitación. Con tanta denuncia, ¿no estaremos consiguiendo justamente lo contrario de lo que pretendíamos? Quizá el incremento de las violaciones en manada tiene que ver tanto con el efecto imitación (hasta ahora no se les había ocurrido) como con que es uno de los pocos casos en que los jóvenes varones heterosexuales son noticia.

Ya sabemos que las buenas noticias no se suelen considerar noticias, pero quizá los medios deberían pensar hasta qué punto lo que se tiende a presentar como una denuncia moralizante no es más que un regodeo amarillista en lo peor de la naturaleza humana. Hace mucho que sabemos que los medios, al visibilizar la diversidad, juegan un papel performativo y la hacen posible.

Hace más de 15 años que, por ejemplo, gracias a la ficción, y series como, por ejemplo, Modern Family, la juventud ha aprendido que ser una pareja homosexual, ser mujer y no casarse o tener hijos, ser hombre y cuidar son también opciones de vida válidas. Por eso quizá también estaría bien que de vez en cuando los medios presentaran noticias en que los varones jóvenes tienen comportamientos considerados socialmente loables, y no tan sólo execrables, para que tuvieran algo con lo que construir su identidad en positivo.

Quizá la sociedad española, tanto hombres como mujeres, piense que hablar abiertamente de los propios sentimientos no es muy propio de hombres. Pues yo soy un hombre, y expreso abiertamente cómo me hace sentir leer esa afirmación: castrado emocionalmente. Y eso duele.

No sé si es tanto como sentir que me están diciendo que para ser hombre hay que ser malo expresando los propios sentimientos. Pero sí que siento que se piensa que, por el mero hecho de ser hombre, soy peor expresando, interpretando y entendiendo sentimientos, que cualquier mujer. ¿Aunque tenga un doctorado en Sociología y me dedique a la docencia, y me pase medio año lidiando con jóvenes de 18 años? Sí, a veces lo he sentido así: que hay quien piensa que cualquier mujer, por el mero hecho de ser mujer, entiende más de sentimientos que yo, pese a mis estudios y experiencia.

Creo que uno de los grandes avances del último medio siglo es que ya no se piense que, por el mero hecho de ser mujer, las mujeres van a ser peores en ingeniería, matemáticas o conduciendo que cualquier hombre. Gracias a eso hay mujeres conductoras o ingenieras, y toda la sociedad ha salido ganando. Si hubiéramos preguntado en una encuesta, hace 50 años, si lo de manejarse con números o con motores era más propio de hombres o de mujeres, posiblemente la mayoría de la población habría contestado que de hombres. Y, de la misma manera en que a nadie se le ocurriría ahora hacer una pregunta como esa, ojalá que dentro de 50 años hayamos entendido que no tiene sentido preguntar si lo de expresar abiertamente los sentimientos es más propio de hombres que de mujeres. Tener y expresar sentimientos es de seres humanos, no de hombres o de mujeres.

Ya va siendo hora de que todos, hombres y mujeres, entendamos que los hombres también tenemos sentimientos, y que por lo tanto no es nada raro que hablemos abiertamente sobre ellos. El día en que entendamos eso toda la sociedad, no sólo los hombres, ni las mujeres, habremos ganado bastante.

Sentí sorpresa cuando me enteré de que los titulares de la prensa decían que según un estudio del CIS casi la mitad de los hombres cree que las políticas de igualdad han ido demasiado lejos y que ahora son ellos los discriminados: yo soy hombre y no me considero discriminado.

La curiosidad me llevó a consultar el cuestionario. En él se preguntaba la opinión de la población acerca de si pensaba, entre otras cuestiones, si ver pornografía, pagar por mantener relaciones sexuales o hablar abiertamente sobre sus sentimientos era más propio de hombres, de mujeres o de ambos por igual.