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Lírica televisiva

Salvador García Llanos

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Facturación publicitaria en plena reducción y el consumo, en caída libre. Son malos tiempos para la lírica televisiva, con permiso del escritor alemán Bertolt Brecht. Disminuyen los ingresos en 2019, principal fuente; y también la audiencia, prácticamente la más baja de la historia.

Un informe de la consultora Barlovento Comunicación consigna que la inversión publicitaria registrada en 2018 se elevó a dos mil ciento veintitrés mllones de euros, veinte millones menos con respecto a 2017. La cifra de ingresos de diez años antes ascendía a tres mil cuatrocientos dieciocho millones de euros. El análisis de la citada firma hace un análisis preocupante para la industria televisiva, “inmersa como está en grandes transormaciones del modelo de negocio del ecosistema auiovisual”.

Basten los datos de las dos grandes cabeceras televisivas rivadas, Atresmedia y Mediaset. Ambas cadenas declararon el mes de noviembre su peor facturación desde 2015, un -5,1 % y un -3,2 %, respectivamente.

Y eso que los datos aún hacen figurar a la televisión como el medio más importante para los anunciantes. La pequeña pantalla acumuló entre enero y septiembre del pasado año un volumen de mil cuatrocientos trece millones de euros, seguida de internet, con quinientos quince millones; los diarios con trescientos cincuenta y nueve millones; la radio con doscientos ochenta y nueve millones; la publicidad exterior que sumó doscientos cincuenta y nueve millones y las revistas, con un total de ciento setenta y seis millones de euros. Según el informe de Barlovento, fueron las cadena nacionales las que se llevaron la práctica totalidad de la tarta publicitaria. A larga distancia, con apenas sesenta y dos millones de euros, las siguen las cadenas autonómicas que, según la misma fuente, han sido “las más perjudicadas en los últimos años en el reparto de la publicidad en televisión”.

El panorama no es menos inquietante en lo que a consumo televisivo se refiere. Los datos: el pasado año, la televisión registró un consumo promedio diario de 222 minutos por persona y día. En 2018, el consumo fue de 234 minutos por persona y día. La caída, por tanto es de doce minutos. Los regstros de audiencia a la baja de años anteriores ponen de manifiesto que los ciudadanos visitan menos cada día la televisión, hasta el punto de que apenas lo hicieron treinta y un millones de telespectadores, considerada la audiencia acumulada más baja de la historia.

Contrastando estos registros, nos hacemos idea de cómo se desenvolverán las televisiones locales de las islas. Su supervivencia, limitada también por factores de cobertura territorial, debe rondar el milagro pues los recursos de las empresas emisoras, para un mercado menguante, deben ser bastante limitados. Y aunque algunas presuman de audiencia, lo cierto, a la vista de los datos, es que su lírica también debe andar en horas bajas.

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