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Lo llaman chavismo cuando quieren decir socialismo

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Ayer, 5 de marzo falleció el presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez. Su muerte no significa la defunción de sus logros, no significa “el fin de las ideologías” como ocurrió tras la caída del Muro de Berlín sino todo lo contrario, el triunfo de la política, de la ideología y del socialismo. Hoy Chávez ha pasado a la eternidad junto con Bolívar, Sandino o el Ché.

El legado del movimiento bolivariano es ingente y difícilmente tiene vuelta atrás. Venezuela, América Latina entera, partía de una situación en el que las políticas neoliberales propuestas por el Fondo Monetario Internacional llevaban tres décadas imponiéndose, las mismas políticas que llevan practicándose con toda su crudeza hace cuatro años en España, y que hoy nos resultan insoportables. Este camino capitalista llevó a la miseria a gran parte de la población, que no pudo siquiera atender a sus necesidades básicas en el continente más agraciado por la naturaleza en cuanto a recursos. Esta vía de avaricia había conducido a alargar las diferencias entre ricos y pobres y a restar poder al pueblo en cuanto a la toma de decisiones políticas. Todos/as recordamos la insufrible lista de dictadores latinoamericanos y El Caracazo de 1989 (el mismo año en que caía el Muro de Berlín), cuando la desesperación llevó a grandes masas populares a asaltar los supermercados para poder alimentar a sus familias. Por aquel entonces el anterior mandatario, Carlos Andrés Pérez, prometía que la política de recortes económicos era necesaria para sacar al país de la crisis económica, que había que sacrificarse por el bien de Venezuela pero que más pronto que tarde esas medidas tendrían sus frutos. Como vemos es el mismo discurso que empleó en la anterior legislatura el PSOE de Zapatero y hoy el PP de Rajoy.

En ese contexto surgió la figura de Chávez que, tras una intentona golpista, llega al poder por la fuerza de las urnas en 1998. Tras el levantamiento zapatista de Chiapas, Chávez dio esperanza al planeta, de no resignación ante un mundo tan deprimente como el propuesto por el capitalismo, de lucha. Construyó el socialismo del siglo XXI, él mismo decía que nadie sabe cómo aplicar el socialismo de la teoría a la práctica y que el socialismo había, por tanto, que inventarlo en el día a día.

El socialismo de Chávez recogió la bandera y se puso manos a la obra. Terminó prácticamente con el analfabetismo en Venezuela, siendo declarado por la UNESCO “país libre de analfabetismo”, llevó la educación y la sanidad a sectores sociales que nunca la tuvieron. Según la Organización Mundial de la Salud, la mortalidad infantil se redujo en los primeros diez años de mandato en un 10%. Acortó la pobreza a la mitad, la indigencia disminuyó aún más, cinco millones de venezolanos salieron de esta situación. La subnutrición se estrechó a la mitad según la FAO y millones de venezolanos tienen en estos momentos acceso a un alimento, que se les negaba con anterioridad. Como consecuencia, la reducción de las desigualdades fue la más fuerte de toda América, según la CEPAL. Limitó la subnutrición a más de la mitad, democratizó la política venezolana. Salió votada por todos una nueva Constitución y ante una propuesta de reforma constitucional, al no tener el respaldo apetecible, se echó para atrás. ¡Qué envidia que se vote una reforma constitucional, no como en España!. No sólo Venezuela ha gozado de más votaciones que nunca sino que se han incrementado los porcentajes de votantes en más de un 25%, lo que refleja la mayor credibilidad de la sociedad hacia su sistema político. Venezuela ocupa el primer lugar a nivel regional americano en apoyo a la Democracia. La inversión estatal en gastos sociales se ha multiplicado exponencialmente, en más de un 300% durante el mandato de Chávez, justo lo contrario que en España. A diferencia de España o Canarias (esta última con un porcentaje del 32,96%), los porcentajes de desempleo se redujeron a la mitad, a menos del 8,3%. Redefinió el marco de las relaciones exteriores de América Latina, oponiéndose al imperialismo, creando Alba e integrándose en Mercosur. Lo fabuloso es que el proceso sigue en marcha, el futuro es impresionante.

Otro logro de Hugo Chávez es que hoy el mundo reconozca la independencia y la dignidad de muchos dirigentes americanos, que ya no son simples marionetas al servicio de los intereses capitalistas e imperialistas. Hoy reconocemos el nombre de muchos presidentes/as de Sudamérica, cosa que por desgracia no pueden decir en Europa.

Hemos podido escuchar desde España que Venezuela tiene graves problemas económicos a consecuencia de las políticas chavistas. Lo cierto es que estamos atravesando una crisis económica mundial y que, a pesar de la crisis, Venezuela no ha parado de crecer económicamente y que, también por desgracia, miles de canarios vuelven a emigrar a Venezuela para encontrar el futuro que en estas islas y que en España se les niega. También denuncian el totalitarismo de Chávez y su “falta de democracia”. Quiero recordar que en nuestro Estado no podemos elegir a nuestro propio jefe/a del Estado, que nuestra constitución garantiza la unidad nacional por encima de la propia voluntad de la ciudadanía, que en Canarias tenemos el sistema electoral más injusto de la Unión Europea.

En el Gobierno del Presidente Chávez se afrontó un referendum revocatorio en 2004, algo inédito en España, y que dio de nuevo el respaldo mayoritario de la población a su labor. Otro aspecto que recogen es la corrupción de las autoridades, se olvidan los “civilizados” europeos cuando acusan a los “bárbaros” sudamericanos que estamos inmersos en la mayor crisis de credibilidad en la Europa Mediterránea, que salpica incluso al Gobierno de España (ejemplo del caso Barcenas) y a su Casa Real (Caso Noos), se olvidan de los privilegios, de la legalización de la corrupción en este Estado (la RIC, la amnistía fiscal), del dinero negro, de los paraísos fiscales, se olvidan de la ignominia de que se vuelva a pasar necesidad y hambre. Otro ataque parte del control de Chávez a los medios de comunicación, tiene gracia en un país en donde más del 70% de los medios de comunicación lo siguen controlando la oposición y los grandes Holdings empresariales antichavistas. ¡Cuántos de nosotros firmaríamos por tener ese porcentaje para Canarias o España!, aquí no existe igualdad al acceder a los medios de comunicación, el panorama es casi monocolor, apenas hay notas discordantes en los medios a la izquierda del PSOE. Sólo un dato, la imposibilidad de escuchar por la radio (en teoría el medio más plural) el Estado de la Nación en ninguna emisora canaria, tras las palabras de Rajoy y Rubalcaba.

Sus detractores/as lo han calificado siempre y despectivamente como populista y totalitario. Celebran con champán su muerte, sonriendo porque auguran que con él muere la revolución ¡Qué equivocados están!. Las críticas hacia su labor por los voceros del capitalismo son muchas. No es que afirmemos que Venezuela es el paraíso pero, desde luego, en esa construcción diaria hacia el socialismo (en donde se han cometido también importantes errores), el objetivo de justicia está más cerca. Otro acierto de la revolución bolivariana es que demostró a los detractores por la izquierda que era falso que “cuanto peor, mejor”. Hoy sabemos que “cuánto mejor, mejor”, que en una construcción diaria del socialismo, casi por etapas, estamos más cerca de nuestro ideal y la población ve sus efectos beneficiosos inmediatos. También ha aceptado el juego democrático a través de elecciones y plebiscitos, que legitiman todas las actuaciones porque están respaldadas mayoritariamente por el pueblo.

Viva el Movimiento Bolivariano.

Viva el Socialismo.

Viva, por siempre, Hugo Chávez.

Ayer, 5 de marzo falleció el presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez. Su muerte no significa la defunción de sus logros, no significa “el fin de las ideologías” como ocurrió tras la caída del Muro de Berlín sino todo lo contrario, el triunfo de la política, de la ideología y del socialismo. Hoy Chávez ha pasado a la eternidad junto con Bolívar, Sandino o el Ché.

El legado del movimiento bolivariano es ingente y difícilmente tiene vuelta atrás. Venezuela, América Latina entera, partía de una situación en el que las políticas neoliberales propuestas por el Fondo Monetario Internacional llevaban tres décadas imponiéndose, las mismas políticas que llevan practicándose con toda su crudeza hace cuatro años en España, y que hoy nos resultan insoportables. Este camino capitalista llevó a la miseria a gran parte de la población, que no pudo siquiera atender a sus necesidades básicas en el continente más agraciado por la naturaleza en cuanto a recursos. Esta vía de avaricia había conducido a alargar las diferencias entre ricos y pobres y a restar poder al pueblo en cuanto a la toma de decisiones políticas. Todos/as recordamos la insufrible lista de dictadores latinoamericanos y El Caracazo de 1989 (el mismo año en que caía el Muro de Berlín), cuando la desesperación llevó a grandes masas populares a asaltar los supermercados para poder alimentar a sus familias. Por aquel entonces el anterior mandatario, Carlos Andrés Pérez, prometía que la política de recortes económicos era necesaria para sacar al país de la crisis económica, que había que sacrificarse por el bien de Venezuela pero que más pronto que tarde esas medidas tendrían sus frutos. Como vemos es el mismo discurso que empleó en la anterior legislatura el PSOE de Zapatero y hoy el PP de Rajoy.