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Matonismo y franquismo; Clavijo y Feijóo

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Hace algún tiempo Clavijo acusó al Gobierno de España de autoritarismo. Ni me acuerdo con qué pretexto. Pero entonces tuve la oportunidad de decirle desde la tribuna del Senado, y mirándole a la cara, que sólo con la más falta absoluta de pudor quien ha instaurado la censura informativa en Canarias, allí donde ha podido hacerlo  -y pocas personas lo habrán experimentado tan de cerca como un servidor-, se puede permitir acusar de autoritarismo a nadie.

Ahora toca acusar al Gobierno de “matonismo de colegio”. En medio del embrollo en el que su condición de rehén del PP (y, a través del PP, de Vox ¿se acuerdan de la propiedad transitiva?) le ha metido ante la situación migratoria, resulta que son Gobierno y PSOE los responsables de que no se haya aprobado la reforma de la Ley de Extranjería para establecer, a través del instrumento jurídico adecuado, la distribución obligatoria y solidaria entre todas las comunidades autónomas de los niños y jóvenes migrantes no acompañados. Cuando han sido PP, Vox y el partido de Puigdemont quienes han votado en contra.

¿Matonismo? Matonismo el que ha utilizado Clavijo en los medios informativos a través de auténticos “sicarios periodísticos”, tertulianos del amanecer…, que atacan, no contrastan nunca la veracidad de sus acusaciones, no permiten replicar… y así día tras día. 

Y directores o mayorales de medios informativos, casi todos peninsulares -menos una-. Pero ya se sabe: si están a la orden de Clavijo y de los intereses de los que ésten es un mero delegado en las instituciones,  ni se nos ocurra llamarlos “godos” o “mercenarios”. 

¿Se imaginan ustedes lo que habría ocurrido si Coalición Canaria compartiera el Gobierno de Canarias y los socialistas hubieran rechazado la reforma de la Ley de Extranjería? Faltarían portadas y titulares informativos. Sin embargo, ni eso ha ocurrido para afearle al PP feijoano su “traición” a Canarias, ni para camuflar la insostenible contradicción en la que se encuentra Clavijo. Y en la que él solito se ha metido.

¿Y Feijóo? Pues que en el colmo de la desvergüenza acaba de acusar al Gobierno de “franquista”, a propósito de algunas propuestas legislativas para que todos conozcamos quiénes tienen la propiedad de los medios informativos y las subvenciones públicas que reciben. En la misma semana en la que ha ido a visitar a Meloni, cuyo partido y cuyas “juventudes” reivindican explícitamente en sus actos y liturgias a Mussolini.

Recuerdo la tramitación de la Ley de Memoria Democrática. Entre las enmiendas del PP, Vox y Ciudadanos que me tuve que estudiar, me dejaron atónito -democráticamente hablando, se entiende- las que los diputados y senadores del PP presentaron para oponerse a la revocación de los títulos y distinciones otorgadas por el franquismo: ducados, marquesados concedidos a asesinos como Mola, el Duque de Mola, Queipo de Llano y otros generales alzados contra la II República.

No podía quitarme de la cabeza aquellos días la tétrica instrucción secreta con el que Mola, el “director” de la conspiración de los generales y jefes militares golpistas, ordenaba la utilización de la represión “extremadamente violenta” para lograr el inmediato éxito del alzamiento que preparaban y que ejecutaron. Y así se lo expresé a los senadores de la derecha en el debate del pleno del Senado.

Muchas personas que, por convicción o por experiencia, necesitamos la democracia como al aire que respiramos, y que ya estamos pensando en el futuro que le aguarda a las generaciones jóvenes y a las futuras generaciones canarias y españolas, coincidimos en la preocupación de hasta dónde están dispuestos a llegar para recuperar el poder en las instituciones que no gobiernan y para conservarlos allí donde están instalados en el Gobierno. No los feijóos o clavijos de turno, sino los intereses económicos a los que sirven de “homecillos”.

Hace algún tiempo Clavijo acusó al Gobierno de España de autoritarismo. Ni me acuerdo con qué pretexto. Pero entonces tuve la oportunidad de decirle desde la tribuna del Senado, y mirándole a la cara, que sólo con la más falta absoluta de pudor quien ha instaurado la censura informativa en Canarias, allí donde ha podido hacerlo  -y pocas personas lo habrán experimentado tan de cerca como un servidor-, se puede permitir acusar de autoritarismo a nadie.

Ahora toca acusar al Gobierno de “matonismo de colegio”. En medio del embrollo en el que su condición de rehén del PP (y, a través del PP, de Vox ¿se acuerdan de la propiedad transitiva?) le ha metido ante la situación migratoria, resulta que son Gobierno y PSOE los responsables de que no se haya aprobado la reforma de la Ley de Extranjería para establecer, a través del instrumento jurídico adecuado, la distribución obligatoria y solidaria entre todas las comunidades autónomas de los niños y jóvenes migrantes no acompañados. Cuando han sido PP, Vox y el partido de Puigdemont quienes han votado en contra.