Por Antonio Cabrera Expósito, Rafael Hernández González y Aridane González González
Recientemente el Gobierno de Canarias y como antesala al Plan de Transición Energética de Canarias (PTECan-2030), ha publicado en su web un estudio pormenorizado y muy exhaustivo, elaborado por el Instituto Tecnológico de Canarias, acerca de como alcanzar la descarbonización energética del archipiélago. En él, se desarrollan ocho estrategias que versan desde el autoconsumo fotovoltaico hasta la gestión de la demanda y redes inteligentes, pasando por cuestiones como el almacenamiento, el vehículo eléctrico, la geotermia o el hidrógeno verde. En todas estas estrategias se abordan con todo lujo de detalles los diferentes ámbitos que se necesitan cambiar para conseguir la neutralidad en las emisiones de CO2. Pues bien, en ninguna de ellas se contempla el gas, como solución.
Para la generación eléctrica se apuntan las renovables como estrellas fundamentales, sobre todo la fotovoltaica y la eólica. El hidrógeno verde se convierte en el otro pilar fundamental de esta revolución limpia, tanto en su vertiente acumulativa con las pilas de este vector energético, como combustible de automóviles y generadores eléctricos, así como materia prima para elaborar amoniaco como combustible para los barcos o queroseno sintético para los aviones.
Teniendo en cuenta la prolífera información técnica abundada por una ingente cantidad de datos, tanto de partida como elaborados por los distintos procesos seguidos, no entendemos como es que nuestros representantes políticos se empeñan una y otra vez en plantearnos el gas como combustible de transición.
En un momento en el que toda Europa está poniendo su maquinara tecnológica a funcionar al máximo para conseguir independizarse, ya no sólo del gas y el petróleo ruso, sino de los combustibles fósiles en general. En un momento en que las instituciones del continente están apostando de manera casi agónica por las energías renovables como garantía, ya no sólo desde un punto de vista ecológico, sino como necesaria supervivencia energética. En un momento en que las tecnológicas mas poderosas del viejo continente están forzando sus infraestructuras para crear las instalaciones necesarias para que un vector energético como el hidrogeno verde alcance las cotas necesarias, nos encontramos con que los responsables de unas islitas apartadas de toda esta vorágine, quieran someter al latrocinio de la dependencia de un combustible que el resto quiere abandonar.
Lo hemos dicho muchas veces, “ya no hay tiempo de transiciones”, es el momento de apostar y apostar todo lo fuerte que se pueda, por un futuro que tenemos que conseguir como sea, que se convierta rápidamente en nuestro presente.