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¿No se trataba de competir?

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No sé a ustedes, pero a mi me llevan diciendo toda la vida que la competición es buena, que saca lo mejor de nosotros al forzarnos a luchar para superarnos... Todo muy idílico y motivador. 

Pero después una se entera de polémicas como la que se lleva desarrollando ya desde el año pasado entre La Revuelta, de David Broncano, y El Hormiguero, de Pablo Motos. Y yo, que soy muy filósofa, no puedo evitar hacerme preguntas. 

Preguntas como por ejemplo ¿no me explicaron en clase de Economía en Bachillerato que el mercado se basa en la “ley de oferta y demanda”? Y ya en la universidad, me enseñaron que para la televisión, la audiencia es la vara de medir de la demanda de los consumidores: lo que nos dice qué quieren los espectadores.

Entonces, ¿cómo es que los medios privados se enfadan porque la televisión pública use parte de su presupuesto para ofrecer un producto que según las audiencias es altamente competitivo? ¿La competición no era buena porque hace que todos nos esforcemos más en mejorar? 

Y también, ¿no debían las empresas competir entre ellas y guiar sus decisiones según la demanda para “ganarse” a la audiencia? 

Lo sé, ya me lo han dicho mucho: te haces demasiadas preguntas, Paula. Pero hay algo en mí que no puede evitar ver la desconexión entre cómo se me ha enseñado toda la vida que funcionan las cosas y cómo veo que funcionan en realidad. 

Vamos a hacer un análisis de coste-beneficio (muy simplificado, que no vamos a convertir esto en un aula), tal y como me enseñaron que deben hacer las empresas para poder comparar distintas propuestas y elegir la más rentable.

La Revuelta cuesta unos 87.000 euros por programa; El Hormiguero, entre 120.000 y 140.000 euros por programa. Ambos son, en general, líderes de audiencia (tienen alta demanda) en sus respectivas franjas de emisión. 

Si esto fuese una práctica de economía propuesta a un estudiante de bachillerato (al menos cuando yo estudié, que no hace tanto), la respuesta iría algo así como: al menos a primera vista, ambos son programas rentables, pero La Revuelta, al tener costes de producción más bajos, sería la propuesta ideal. 

Que alguien me explique entonces dónde está la “competición sana” que se produce entre empresas en el capitalismo, y por qué El Hormiguero parece haberse tomado fatal que se les haga competencia, si deberían usar eso para mejorar… En teoría. 

Algunos puede que se pregunten por qué la televisión pública tiene que estar entrando a competir contra la privada. Esto me recuerda siempre a cuando en la carrera nos explicaron la misión de Radio Televisión Española (según la legislación que la regula), no sólo informar, sino también educar – con los míticos documentales de La 2, por ejemplo-, y entretener con propuestas como La Revuelta

Un medio público no entra a competir en el mercado televisivo por conseguir más beneficio económico que las privadas, ni tampoco debería esperarse. Por eso se decidió, de manera muy acertada en mi opinión, eliminar la publicidad de Televisión Española allá por 2009, eliminando así el poder de las empresas privadas anunciantes sobre el contenido. Pero eso no evita la competición natural que se produce entre todas las ofertas del mercado – públicas y privadas: conseguir capturar la atención del mayor número de espectadores posibles.

De este modo, no sólo es natural e inevitable que los medios privados y públicos tengan que competir en audiencia – lo contrario sería abogar por deliberadamente tirar dinero público creando contenido que no le gustase a nadie, sino que la pública tiene la obligación, debido a su característica de servicio público, de competir para ofertar a la ciudadanía contenido de calidad que los informe, eduque y entretenga. 

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