Ofensiva antifeminista de la ultraderecha

Los movimientos ultraderechistas han avanzado sustancialmente en Europa y en el mundo en las últimas décadas. Incrementando su peso electoral y su presencia en las instituciones y en los gobiernos. Ampliando la difusión de sus discursos y logrando uno de sus mayores éxitos: la asunción de buena parte de sus postulados por parte de las derechas tradicionales. En el Estado español la derecha extrema cogobierna en varias comunidades y ayuntamientos con el PP. Uno de los ejes de su discurso y de su práctica institucional -junto a los posicionamientos racistas y xenófobos o el cuestionamiento negacionista de la Crisis Climática- es, sin duda, el rechazo frontal al feminismo, negando la violencia machista y enfrentándose abiertamente a los avances en igualdad entre mujeres y hombres.

Una igualdad entre mujeres y hombres en todos los ámbitos de la vida que para las personas y colectivos que formamos parte del espacio del canarismo de progreso constituye un objetivo inaplazable por el que hay que esforzarse de manera constante. Por eso, como cada año, nos hemos sumado a las movilizaciones del 8 de Marzo, convocadas por el movimiento feminista de las Islas. Lo hacemos desde el convencimiento, además, de la enorme relevancia del feminismo en los cambios alcanzados y que posibilitan que esta sociedad sea hoy mejor. Aunque queden numerosas tareas pendientes en el ámbito de la igualdad y actualmente se vivan momentos de enorme riesgo en todo el mundo para consolidar los avances experimentados.

En ese sentido, no hay que olvidar que los ejecutivos de las derechas en todas las comunidades autónomas, también en Canarias, han recortado en 2024 las partidas presupuestarias destinadas a los departamentos de igualdad y a la lucha contra la violencia de género, desde un claro seguidismo a la agenda apuntada por la ultraderecha. 

Rearme machista

En esos escenarios muy preocupantes, de rearme ideológico del machismo, de profunda reacción conservadora, una vez más, la celebración del 8 de Marzo, el Día Internacional de la Mujer, sirve para analizar la realidad, movilizar conciencias, constatar los avances y poner en primer plano las distintas desigualdades aún existentes en el ámbito laboral, en las responsabilidades familiares y en los cuidados. La brecha salarial, la precariedad, las pensiones más bajas, los mayores niveles de pobreza siguen afectando mucho más a las mujeres. 

Así como la persistencia de la violencia específica que se ejerce contra las mujeres, no solo por parte de sus parejas y exparejas, sino también la que se produce dentro de los ámbitos laborales más diversos, como hemos visto en el caso de la industria cinematográfica con distintas denuncias sobre los abusos ejercidos por parte de directores hacia actrices, situación mucho tiempo silenciada.

El Banco Mundial publicaba la pasada semana un informe en el que confirma que la brecha de género en el mundo laboral es más amplía de lo que se consideraba hasta ahora. Un estudio en el que incorpora indicadores como la seguridad frente a la violencia y la disponibilidad, el acceso y la calidad del cuidado infantil. Y que asegura que, pese a los avances experimentados, “en ningún lugar del mundo las mujeres tienen los mismos derechos legales que los hombres en todos los indicadores medidos”. 

Percepciones sobre igualdad

El reciente estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ‘Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de genero’ constituye un interesante acercamiento a una realidad compleja y cambiante. En la que es cierto que se han producido importantes avances en este siglo, con una cada vez mayor presencia femenina en la educación, la actividad deportiva, la cultura, el empleo o la política. Pero en la que, también, perviven numerosas circunstancias que siguen suponiendo sustanciales desventajas para las mujeres y su pleno desarrollo.

Esto sucede de forma clara en todo lo relacionado con las tareas domésticas y en los cuidados. Con una mucha mayor dedicación a las tareas del hogar (limpiar, cocinar, hacer la compra…) por parte de las mujeres con relación a los hombres. Con relación a la situación actual de las mujeres en el Estado español, un 67,2% de mujeres cree que todavía persisten grandes desigualdades; entre los hombres la cifra baja al 48,2%. Y, mirando al pasado, casi dos tercios de la muestra, asegura que las desigualdades son menores que las que existían hace una década.

Conciliación

Respecto a la conciliación de la vida laboral y familiar, un 72,5% de las mujeres asegura que ellas lo tienen peor, y un porcentaje catorce puntos por debajo de los hombres, el 58,5%, afirma que las mujeres son las perjudicadas a la hora de compaginar ambas actividades. Sin embargo, es elevado, un 44,1%, el porcentaje de hombres que considera que “se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres”, lo que confirma la necesidad de seguir educando en igualdad y las dificultades de muchos hombres para aceptar un nuevo tipo de rol, más igualitario, entre mujeres y hombres.

Los resultados de otros estudios resultan igual o más preocupantes. Como el Barómetro de Juventud y Género, en el que desciende el porcentaje de mujeres que se declara feminista del 67% del año 2021 al 57% registrado en 2023; en los hombres se sitúa en el 26%. O el reciente sondeo de El País y la SER que confirma que los varones entre los 18 y los 26 años son los que menos perciben la desigualdad de género en comparación al resto de grupos de edad; las mujeres de ese grupo de edad, por el contrario, son las más feministas.

Como señalamos en las ponencias del Vº Congreso Nacional de Nueva Canarias, la construcción de una sociedad plenamente igualitaria será más rápida y menos traumática “si se consigue implicar a los hombres en la idea de que la plena igualdad de derechos y oportunidades es una situación social imprescindible que aportará beneficios al conjunto de la sociedad. Para tal fin, es necesario actuar directamente con medidas que contrarresten las resistencias masculinas al cambio, identificando cuales son los valores, actitudes y situaciones que están dificultando la incorporación de la idea de la igualdad y su práctica en la población masculina”.

Los avances en materia de igualdad en las últimas décadas resultan incuestionables. Pero también hay que reconocer que son insuficientes y que son amenazados por la ola ultraderechista, que encuentra alianzas en la derecha tradicional. Las declaraciones de Ayuso en el 8M lo confirman. Unas declaraciones que sintonizan plenamente con Vox o el trumpismo y que adelantan por la derecha a Marine Le Pen.

Por ello, hay que poner en valor las movilizaciones del 8M, masivas y con una gran participación de jóvenes. Reafirmando la necesidad del permanente compromiso para continuar rompiendo los obstáculos que continúan impidiendo el pleno acceso de las mujeres a los más diversos ámbitos; acabar con las desigualdades laborales, económicas, sociales y culturales que todavía se mantienen; combatir todas las formas de violencia machista; construir una sociedad que acabe con la secular discriminación de las mujeres. No se puede pensar en ninguna comunidad plenamente democrática si esta no da respuesta adecuada y justa a los derechos y las aspiraciones de la mitad de su población.