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Orgullosa de mi familia LGBTI

Orgullosa de pertenecer a un colectivo que fue familia y hogar durante tantos años cuando en nuestras casas, nuestra esencia no era bienvenida. Orgullosa de formar parte de un colectivo capaz de tejer vínculos afectivos sanadores, capaz de reparar los pilares que tambaleaban bajo nuestros pies cada vez que sentíamos el rechazo a nuestro alrededor. Orgullosa de poder ser hoy referente para que las nuevas generaciones no pasen por lo que pasamos nosotras y quienes nos precedieron. Orgullosa de ser lesbiana y poder escribirlo y pronunciarlo sin miedo, a pesar de las resistencias que aún puedan despertarse.

Sí, orgullosa de poder ser, de poder existir sin tener que ocultarme y fingir quien no soy. Orgullosa de no tener que tocar un timbre para tomarme una copa con mis (des)iguales sin ser señalada, insultada e intimidada físicamente. Orgullosa, en definitiva, de esta larga lucha por que se nos escuchara y se nos considerara ciudadanas de primera. Pero no siento orgullo por ser sujeto de pleno derecho, porque es lo mínimo que se despacha para cualquier ser humano. En todo caso, la vergüenza para quienes quieran o han querido privarnos de nuestros derechos humanos fundamentales.

Hoy en día los gays ya no delinquen y las lesbianas ya no pecamos. A pesar de esa parte reaccionaria de la ciudadanía, la sociedad canaria es y se siente plural, y ha demostrado con creces una capacidad infinita en generosidad y humanidad. El colectivo LGBTI ya no está solo. Somos una utopía hecha realidad, una realidad que ha llegado para quedarse. Cada día contamos con mayor número de personas aliadas que entienden que nuestra lucha forma parte de la lucha por unos derechos fundamentales que nos corresponden como seres humanos. Personas que han entendido que el silencio siempre nos hace cómplices y deciden romper con sus temores al estigma y unir su grito al nuestro.

Ya no estamos solas, nuestra fuerza ya es invencible. Nos hacemos responsable de los miedos que sienten las personas LGBTI a ser rechazadas; asumimos esa responsabilidad de acabar con todos los miedos a ser y a existir. Canarias es plural. Somos una sociedad que sonríe y se colma de alegría ante la libertad de su gente para crecer y desarrollarse, libre y en democracia. Somos un archipiélago orgulloso de su gente. De toda su gente. Somos una #CanariasOrgullosa.

Orgullosa de pertenecer a un colectivo que fue familia y hogar durante tantos años cuando en nuestras casas, nuestra esencia no era bienvenida. Orgullosa de formar parte de un colectivo capaz de tejer vínculos afectivos sanadores, capaz de reparar los pilares que tambaleaban bajo nuestros pies cada vez que sentíamos el rechazo a nuestro alrededor. Orgullosa de poder ser hoy referente para que las nuevas generaciones no pasen por lo que pasamos nosotras y quienes nos precedieron. Orgullosa de ser lesbiana y poder escribirlo y pronunciarlo sin miedo, a pesar de las resistencias que aún puedan despertarse.

Sí, orgullosa de poder ser, de poder existir sin tener que ocultarme y fingir quien no soy. Orgullosa de no tener que tocar un timbre para tomarme una copa con mis (des)iguales sin ser señalada, insultada e intimidada físicamente. Orgullosa, en definitiva, de esta larga lucha por que se nos escuchara y se nos considerara ciudadanas de primera. Pero no siento orgullo por ser sujeto de pleno derecho, porque es lo mínimo que se despacha para cualquier ser humano. En todo caso, la vergüenza para quienes quieran o han querido privarnos de nuestros derechos humanos fundamentales.