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El aceite de oliva es uno de nuestros productos estrella. No solamente desde el punto de vista económico -nuestro sector es líder en superficie, producción y exportación- sino desde el punto de vista social, territorial o ambiental. Cerca de 400.000 propietarios de superficie de olivar en España -muchos de ellos con explotaciones de pequeño tamaño-, cuidan 2,4 millones de hectáreas de olivar -una gran mayoría, el 70%, en secano, en zonas de bajos rendimientos o en pendiente-, protegiendo el medio ambiente y generando actividad económica en muchas zonas rurales.
El aceite, producido en unas 2.000 almazaras en todo el país, es, además, un producto muy representativo -quizá el que más- de la dieta mediterránea, y es la grasa más valorada desde el punto de vista nutricional y de la salud.
Tras dos campañas extraordinariamente cortas, cercanas a la mitad de lo que supone una campaña normal -alrededor de 1,5 millones de toneladas de aceite de oliva-, la previsión para esta cosecha, ya en marcha, es de unos 1,26 millones de Toneladas, cerca de un 50% más que la campaña 2023/2024, y ligeramente por debajo de lo que podríamos considerar una buena cosecha en cuanto a producción en nuestro país.
Es posible que la cifra final aumente un poco al final de campaña debido a las lluvias del pasado mes de octubre, que pueden haber supuesto un importante revulsivo para nuestros olivares después del verano.
Esta cosecha -y su previsión desde hace meses- empieza a notarse -aunque de forma todavía muy limitada- en los precios del aceite de oliva en todas sus categorías, virgen extra, virgen y lampante -y también en el aceite de orujo de oliva-.
Tras un par de años con precios altísimos, de más de 8 y hasta 10 euros por kg de aceite en origen -más incluso en el virgen extra-, este mes de noviembre se ha producido una clara reducción, hasta unos 5 euros/kg, lo que debe traducirse en una bajada de los precios a los consumidores, en el comercio minorista, que ya empieza tímidamente a notarse.
En todo caso, teniendo en cuenta las escasas existencias, que pueden ser muy justas para el enlace de campaña, no es previsible que los precios en origen bajen más del umbral de los 5 euros/kg, e incluso, podrían repuntar en los próximos meses. Un condicionante, muy favorable para el sector -y para los precios que pagan los consumidores-, es la reciente consideración del aceite de oliva como producto básico, con un IVA superreducido -actualmente del 2%-.
El encaje de todas las piezas de este puzle del aceite de oliva no es sencillo. Los olivicultores, cooperativas, industrias particulares, intermediarios, distribución y consumidores son piezas imprescindibles del sistema y tienen que cubrir sus costes y ser rentables -en el caso de los consumidores, acceder al aceite de oliva a precios razonables- y eso pasa por avanzar en una mayor vertebración entre los diferentes eslabones de la cadena, un mayor tamaño de las cooperativas comercializadoras, y más transparencia del mercado en todas sus fases.
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