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La paciencia de Unidas Podemos

No sé quien tuvo más paciencia, si el Santo Job, Muhammad Alí, o Pablo Iglesias. Dicen los antiguos testamentos que Job, un rico de Palestina/Israel, cometió muchos pecados, se enfrentó incluso a Dios, y el Ser Supremo le quitó todos sus bienes y le impuso una terrible enfermedad. Pero Job tuvo mucha paciencia, y al final Dios le premió devolviéndole todas sus riquezas y su salud, y vivió hasta los 140 años con su segunda esposa y sus siete hijas, lleno de felicidad. Más recientemente Muhammad Alí, el mítico campeón del mundo de boxeo, activista social, un hombre de izquierda, que perdió su título mundial por negarse a combatir a Vietnam con el ejército Estados Unidos, y que intentaba recuperarlo el 30 de octubre de 1974 frente a George Foreman, 25 años, campeón del mundo, favorito en todas las apuestas, frente a Muhammad Alí, 32 años, que venía de perder contra Frazier y Norton, a los que Foreman había derrotado en dos combates espectaculares.

Contra incluso las instrucciones de su manager, Angelo Dundee, que le ordenó no exponerse a los terribles ganchos y directos de Foreman, Muhammad Alí se parapetó en las cuerdas y resistió ocho terribles asaltos esperando su oportunidad. El Estadio de Kinshasa, capital del Zaire, actual República Democrática del Congo vibraba de emoción, todos a favor de Alí, mientras gritaban enfervorecidos “Alí, bumayé” (Alí, mátalo), y de repente en otro de los ataques enloquecido de Foreman, surgió la derecha demoledora a Alí Foreman se fue k.o, a la lona. ¡Muhammad Alí era de nuevo campeón del mundo! La batalla ideológica de Muhammad Alí se había trasladado entonces al corazón del continente negro, y la victoria histórica sirvió como inmejorable contexto para el despliegue del reconocido activismo social de Alí en defensa del pueblo negro y del continente africano. “África es el verdadero hogar de todos nosotros, el pueblo negro, del que nos fuimos como esclavos y al que volvimos como héroes”, dijo Alí en la sala de prensa del Estadio de Kinshasa. El documental “When we were kings”, (Cuando fuimos reyes), narra la épica batalla de Zaire, dirigida por Normal Mailer, que afirmó que jamás había sentido tan cerca el boxeo del ajedrez.

Al boxeo y al ajedrez ha estado obligado Pablo Iglesias a jugar en los últimos meses. Desarrollando una defensa india de dama frente a los ataques masivos de Pedro Sánchez, y boxeando acodado en las cuerdas y esperando un falso movimiento de su rival para dejarlo k.o. técnico. Bueno, puede que también los dos estén practicando el 'Juego del Gallina', como en la película 'Rebelde sin causa', en la cual los dos oponentes corren en sus coches a toda velocidad hacia un precipicio, y el perdedor es el que frene antes, y eso están esperando Pedro y Pablo, a ver quien se baja de coche primero. De todos modos, después de la presentación del programa del PSOE, parece que hay una cierta esperanza de reconducir un acuerdo final que evite la disolución de las Cortes Generales el 23 de septiembre. Sigue siendo difícil, pero no imposible, y quizá se abra alguna puerta para la cesión de una y otra parte que pueda significar que se eviten unas nuevas elecciones y que se conjure el peligro que gane el 10-N el trifachito. Al final, la paciencia de Unidas Podemos puede ser la clave del éxito de una larga negociación. Con coalición o con un pacto programático, con combate de boxeo, partida de ajedrez o carrera de coches.

No sé quien tuvo más paciencia, si el Santo Job, Muhammad Alí, o Pablo Iglesias. Dicen los antiguos testamentos que Job, un rico de Palestina/Israel, cometió muchos pecados, se enfrentó incluso a Dios, y el Ser Supremo le quitó todos sus bienes y le impuso una terrible enfermedad. Pero Job tuvo mucha paciencia, y al final Dios le premió devolviéndole todas sus riquezas y su salud, y vivió hasta los 140 años con su segunda esposa y sus siete hijas, lleno de felicidad. Más recientemente Muhammad Alí, el mítico campeón del mundo de boxeo, activista social, un hombre de izquierda, que perdió su título mundial por negarse a combatir a Vietnam con el ejército Estados Unidos, y que intentaba recuperarlo el 30 de octubre de 1974 frente a George Foreman, 25 años, campeón del mundo, favorito en todas las apuestas, frente a Muhammad Alí, 32 años, que venía de perder contra Frazier y Norton, a los que Foreman había derrotado en dos combates espectaculares.

Contra incluso las instrucciones de su manager, Angelo Dundee, que le ordenó no exponerse a los terribles ganchos y directos de Foreman, Muhammad Alí se parapetó en las cuerdas y resistió ocho terribles asaltos esperando su oportunidad. El Estadio de Kinshasa, capital del Zaire, actual República Democrática del Congo vibraba de emoción, todos a favor de Alí, mientras gritaban enfervorecidos “Alí, bumayé” (Alí, mátalo), y de repente en otro de los ataques enloquecido de Foreman, surgió la derecha demoledora a Alí Foreman se fue k.o, a la lona. ¡Muhammad Alí era de nuevo campeón del mundo! La batalla ideológica de Muhammad Alí se había trasladado entonces al corazón del continente negro, y la victoria histórica sirvió como inmejorable contexto para el despliegue del reconocido activismo social de Alí en defensa del pueblo negro y del continente africano. “África es el verdadero hogar de todos nosotros, el pueblo negro, del que nos fuimos como esclavos y al que volvimos como héroes”, dijo Alí en la sala de prensa del Estadio de Kinshasa. El documental “When we were kings”, (Cuando fuimos reyes), narra la épica batalla de Zaire, dirigida por Normal Mailer, que afirmó que jamás había sentido tan cerca el boxeo del ajedrez.