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El PSOE, “accidentalista”

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Si les digo que me sorprendieron las recientes declaraciones de Alfonso Guerra en “El País”, mentiría. En realidad de la pandilla de la tortilla, grupo sevillano que tomó el Poder en el Congreso de Suresnes de 1974 desplazando a Rodolfo Llopis, no me extraña nada de lo que hagan y digan a estas alturas de la película. Ya me explicaron expertos y grandes conocedores de las entrañas del Partido Socialista ?sin la O- que los servicios secretos alemanes y norteamericanos le pusieron en bandeja la toma del poder a Felipe González Máquez, cosa que dicho sea de paso significó un avance en muchos aspectos en el socialismo democrático español, primero con una tendencia muy anti PCE, y ahora muy anti Izquierda Unida, y un último exponente es lo que dijo hace un par de semanas José Bono, que prefería pactar con el Partido Popular que con Izquierda Unida, y todavía a Bono no le han hecho un escrache. Con los históricos errores psocialistas más tarde vinieron muchos polvos que han traído muchos lodos, desde el robo de dinero público y los crímenes de Estado del felipismo, hasta los bandazos últimos de Rodríguez Zapatero haciéndole el inicial trabajo sucio al Partido Popular con los ajustes y la reforma laboral, para seguir Pérez Rubalcaba “trabajando” con Rajoy para mantener vivo un bipartidismo en crisis, incluso cambiando la constitución con nocturnidad y alevosía con respecto al pago de la deuda del Estado a la que se da prioridad con respecto a otras inversiones sociales que afectan fundamentalmente a las capas más bajas de la sociedad española.

Pero a lo que íbamos en este comentario es a resaltar un aspecto de las declaraciones de Alfonso Guerra en las que afirmó textualmente que el PSOE “no es ni monárquico ni republicano , sino accidentalista, la forma de Gobierno es un accidente”, y les puedo asegurar que me he pasado unos días escarbando en mis archivos, en mi biblioteca, en la hemeroteca, que es eso del “accidentalismo” socialista, si es de tendencia socioliberal, socialdemócrata, de Izquierda Socialista, y estoy a punto de llamar a mi admirado Pedro Anatael Meneses a Tenerife para que me confirme si el “accidentalismo” lo lleva en su programa Izquierda Socialista, pero cuelgo antes de marcar presintiendo que me va a mandar a paseo, y eso que Pedro Anatael es un hombre educado, pero de ideas firmes y no creo que ande embarcado en accidentalismos. Aparte de releer a Carlos Mark y Federico Engels, me adentro de nuevo en filósofos anarquistas como Proudhon, Bakunin, Kropotkin, y desciendo a la más moderada socialdemocracia y en especial releo a Eduard Bernstein, y como no encuentro el “accidentalismo” por ninguna parte me paro un poco en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, y me remite a “accidente”, y en su primera definición afirma que es “una cualidad o estado que aparece en algo, sin que sea parte de su esencia o naturaleza”, y también que es un “suceso eventual que altera el orden regular de las cosas”, incluso nos lleva a la “pasión o movimiento de ánimo”, y estoy enfrascado en estas disquisiciones y hasta disfunciones cuando llega mi vecina del quinto y me pregunta si estoy enfermo, porque me ve mala cara, y sin dejarme hablar va y me dice: “usted se toma el fútbol muy a pecho, ya sé que está disgustado por el ridículo que hizo la UD en Tenerife, pero hay que saber perder”, y cuando le explico que mis tribulaciones no son futboleras sino políticas, y entro en el guerrismo del siglo XXI y vuelvo a meter en el “accidentalismo”, mi vecina que ha pedido un cortado que no me comenzado a libarlo, va y fingiendo que tropieza en la mesa, me lo desparrama por toda la camisa y parte del pantalón, y muy cínica remata la charla: “Eso es un accidentalismo”. Y se fue despotricando de Alfonso Guerra, Felipe González, Pérez Rubalcaba, Cayo Lara, Mariano Rajoy y de todo bicho político. “Venga hombre, ahora la forma de gobierno es un accidente. A todos estos los ponía a vivir con 420 euros mensuales, tenemos una Constitución monárquica heredada del franquismo, y punto”.

Si les digo que me sorprendieron las recientes declaraciones de Alfonso Guerra en “El País”, mentiría. En realidad de la pandilla de la tortilla, grupo sevillano que tomó el Poder en el Congreso de Suresnes de 1974 desplazando a Rodolfo Llopis, no me extraña nada de lo que hagan y digan a estas alturas de la película. Ya me explicaron expertos y grandes conocedores de las entrañas del Partido Socialista ?sin la O- que los servicios secretos alemanes y norteamericanos le pusieron en bandeja la toma del poder a Felipe González Máquez, cosa que dicho sea de paso significó un avance en muchos aspectos en el socialismo democrático español, primero con una tendencia muy anti PCE, y ahora muy anti Izquierda Unida, y un último exponente es lo que dijo hace un par de semanas José Bono, que prefería pactar con el Partido Popular que con Izquierda Unida, y todavía a Bono no le han hecho un escrache. Con los históricos errores psocialistas más tarde vinieron muchos polvos que han traído muchos lodos, desde el robo de dinero público y los crímenes de Estado del felipismo, hasta los bandazos últimos de Rodríguez Zapatero haciéndole el inicial trabajo sucio al Partido Popular con los ajustes y la reforma laboral, para seguir Pérez Rubalcaba “trabajando” con Rajoy para mantener vivo un bipartidismo en crisis, incluso cambiando la constitución con nocturnidad y alevosía con respecto al pago de la deuda del Estado a la que se da prioridad con respecto a otras inversiones sociales que afectan fundamentalmente a las capas más bajas de la sociedad española.

Pero a lo que íbamos en este comentario es a resaltar un aspecto de las declaraciones de Alfonso Guerra en las que afirmó textualmente que el PSOE “no es ni monárquico ni republicano , sino accidentalista, la forma de Gobierno es un accidente”, y les puedo asegurar que me he pasado unos días escarbando en mis archivos, en mi biblioteca, en la hemeroteca, que es eso del “accidentalismo” socialista, si es de tendencia socioliberal, socialdemócrata, de Izquierda Socialista, y estoy a punto de llamar a mi admirado Pedro Anatael Meneses a Tenerife para que me confirme si el “accidentalismo” lo lleva en su programa Izquierda Socialista, pero cuelgo antes de marcar presintiendo que me va a mandar a paseo, y eso que Pedro Anatael es un hombre educado, pero de ideas firmes y no creo que ande embarcado en accidentalismos. Aparte de releer a Carlos Mark y Federico Engels, me adentro de nuevo en filósofos anarquistas como Proudhon, Bakunin, Kropotkin, y desciendo a la más moderada socialdemocracia y en especial releo a Eduard Bernstein, y como no encuentro el “accidentalismo” por ninguna parte me paro un poco en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, y me remite a “accidente”, y en su primera definición afirma que es “una cualidad o estado que aparece en algo, sin que sea parte de su esencia o naturaleza”, y también que es un “suceso eventual que altera el orden regular de las cosas”, incluso nos lleva a la “pasión o movimiento de ánimo”, y estoy enfrascado en estas disquisiciones y hasta disfunciones cuando llega mi vecina del quinto y me pregunta si estoy enfermo, porque me ve mala cara, y sin dejarme hablar va y me dice: “usted se toma el fútbol muy a pecho, ya sé que está disgustado por el ridículo que hizo la UD en Tenerife, pero hay que saber perder”, y cuando le explico que mis tribulaciones no son futboleras sino políticas, y entro en el guerrismo del siglo XXI y vuelvo a meter en el “accidentalismo”, mi vecina que ha pedido un cortado que no me comenzado a libarlo, va y fingiendo que tropieza en la mesa, me lo desparrama por toda la camisa y parte del pantalón, y muy cínica remata la charla: “Eso es un accidentalismo”. Y se fue despotricando de Alfonso Guerra, Felipe González, Pérez Rubalcaba, Cayo Lara, Mariano Rajoy y de todo bicho político. “Venga hombre, ahora la forma de gobierno es un accidente. A todos estos los ponía a vivir con 420 euros mensuales, tenemos una Constitución monárquica heredada del franquismo, y punto”.