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Por qué no publicamos esa entrevista por EDITORIAL

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La conmoción se apoderó esta última semana de la sociedad canaria al descubrir que una menor de tres años pudo haber muerto como consecuencia de un accidente y no por obra de un hombre de 25 años al que, por error, la Guardia Civil atribuyó los delitos de homicidio, malos tratos y abusos sexuales.

Todos los medios de comunicación, sin excepción, habíamos publicado la versión del Instituto armado en el convencimiento de que las conclusiones de sus investigaciones estuvieron basadas en datos irrefutables, siempre a la espera de la decisión de la autoridad judicial.

Unos con más prudencia y recato que otros, dimos la noticia, y a medida que fueron aflorando datos que indicaban que la acusación se diluía, procedimos de inmediato a enmendar el error cometido, aún a sabiendas de que el daño causado al inicialmente sospechoso y a su entorno personal era de difícil reparación.

Cuando parecía que toda la profesión periodística, en algunos casos con una hipocresía colosal, hacía autocrítica y propósito de enmienda, aparece la radio pública canaria con una entrevista aparentemente robada al ex sospechoso realizada al más puro estilo de las más deplorables publicaciones de sucesos.

Había que dejar en paz a la persona que, con la divulgación de su imagen y la atribución de unos delitos que luego se tornaron falsos, habíamos asesinado civilmente. Había que pasar página tras pedir disculpas y corregir la noticia con el mismo tratamiento tipográfico y el mismo espacio ocupado por las falsas acusaciones. Y en el caso de la prensa digital, desactivando las noticias inveraces para que no se puedan leer nunca más en la Red.

Lo que parecía un acuerdo tácito se rompió en mil pedazos con la divulgación, posiblemente delictiva, de esa entrevista. Y lejos de detener el linchamiento, la radio pública lo retomó para, acto seguido, enviar una nota de prensa a los medios de comunicación presumiendo de la hazaña.

Y todos los periódicos, a excepción de CANARIAS AHORA, volvieron a caer en el mismo juego del que habían renegado muy pocas horas antes.

Todo por la audiencia; todo por las ventas. Al carajo la ética. El joven ya no es noticia porque no mató a nadie, y someterlo de nuevo a la exposición pública es arriesgarlo a que aparezcan en los foros de internet nuevos comentarios devolviéndolo a su condición de sospechoso, de criminal merecedor de la pena de muerte. Esos comentarios han vuelto a aparecer, y con mucha saña.

No pretendemos dar lecciones de ética periodística, tan sólo cumplir con el compromiso de restituir el buen nombre de esta persona. Creemos que lo mejor es dejarlo en paz y ocuparnos de descubrir qué falló en la investigación para que un inocente cayera en manos de los medios de comunicación sin escrúpulos.

La conmoción se apoderó esta última semana de la sociedad canaria al descubrir que una menor de tres años pudo haber muerto como consecuencia de un accidente y no por obra de un hombre de 25 años al que, por error, la Guardia Civil atribuyó los delitos de homicidio, malos tratos y abusos sexuales.

Todos los medios de comunicación, sin excepción, habíamos publicado la versión del Instituto armado en el convencimiento de que las conclusiones de sus investigaciones estuvieron basadas en datos irrefutables, siempre a la espera de la decisión de la autoridad judicial.